Agencias/Ciudad de México.- Con desventaja en el marcador e inferioridad numérica, el Cholo Simeone sacó a Joao Félix del campo para meter a uno de esos canteranos que, con independencia de que éste pueda ser excepción para la regla, aparecen y desaparecen con las mismas. Mario Soriano le puso ganas, pero la decisión del entrenador del Atlético de Madrid parecía lo que terminó siendo, un adiós a una Copa del Rey en la que el equipo del mexicano Héctor Herrera (ausente) se supera temporada a temporada: otra vez eliminado a las primeras de cambio, otra vez ante uno de tercera división, otra vez coqueteando con el ridículo. Más allá de que se haya enfilado bien otro, no hay tantos títulos en juego como para prescindir de uno así como así. Así de mal, se entiende este 1-0.
Se lesionó José María Giménez y anotó Adrián Jiménez. Para dar las buenas tardes. El del Atlético salió lastimado de una entrada que él mismo hizo después de extraviar una pelota absurda. El del Cornellá aprovechó que Lodi andaba en lo suyo en la marca para rematar de primera el lanzamiento de la falta en cuestión. Baja propia y gol ajeno, la velada prometía y deparó emociones fuertes para un Simeone que perdía a las primeras de cambio después de diseñar un once, Joao Félix incluido, para ganar a las primeras de cambio.
Miguel San Román ocupaba el lugar que en teoría debía ocupar Grbic. Poco pudo hacer en el gol, mucho hizo después, cuando sacó una de Estellés y otra de Pablo Fernández, ambas para el segundo. Porque tan cierto es que el Atlético las tuvo para el empate antes del descanso, Saúl al travesaño, Felipe ligeramente desviada de cabeza, como que en el Cornellá respondió a una y a otra.
El partido era un campo de minas. No había rojiblanco al que no se pidiera la documentación en cuanto controlaba la pelota… si es que llegaba a controlarla. Campo pequeño, césped artificial y cierta aquiescencia del árbitro: la escuadra local se hallaba tan a gusto mientras para el rival todo resultaba un engorro. Recuperarla, moverla con sentido, buscar el espacio que no había… el Atlético no dominaba una sola faceta, pusilánime en la zaga con mención especial para el ya mencionado Lodi, errático en mediocampo con Vitolo o Kondogbia haciéndose competencia, inocente arriba desde el momento en que Correa se desempeñaba como 9. Luego está lo de Saúl, capitán ante el Cardassar, capitán ante el Cornellá.
Lo primero que se vio en el segundo acto fue un túnel de Gila a Savic dentro del área visitante. El Atlético era un chiste. Lo segundo, que a Vitolo le pitaron un fuera de juego cuando se marchaba solo… saliendo desde su campo.
El equipo arbitral era otro chiste. Para cuando Cuadra expulsó a Ricard la incompetencia rojiblanca era otra vez evidente, ni una oportunidad digna de tal nombre, pero en todo caso el trencilla desatascó para la segunda cartulina del rojiblanco el gatillo que se le había atascado justo antes para el local Borja.
Simeone tiró de Saponjic por tirar de alguien, menos que Vitolo no podía hacer, pero si con los mismos fue nada, con uno menos el Atlético fue el doble: nada de nada. Luego llegó lo de Soriano por Joao en lo que el Cornellá se refrescaba con sus propias sustituciones.
El dominio final fue más por el qué dirán que por otra cosa, pero ahí tiene el personal rojiblanca su regalo de Reyes: una eliminación bochornosa. Que no se les olvide a muchos de los que jugaron reclamar más minutos en LaLiga. Como no lo hacen en el césped, en algún sitio tendrán que hacerlo.