Agencias/Ciudad de México.- La Administración Federal de Aviación (FAA, en inglés) estadounidense avisó a Boeing que no autorizará nuevos aumentos de producción más allá del cupo actual hasta que el plan de seguridad de la compañía aeronáutica sea satisfactorio.

Así lo anunció el administrador de la FAA, Mike Whitaker, tras una reunión en la que dirigentes del fabricante aeronáutico presentaron al regulador su hoja de ruta para solucionar los problemas de seguridad que han experimentado sus aparatos.

“Necesitamos ver un compromiso fuerte e inquebrantable con la seguridad y la calidad. Se trata de un cambio sistémico y hay mucho trabajo por hacer. Nuestro objetivo es asegurarnos de que Boeing realice los cambios necesarios y cuente con las herramientas adecuadas para sostener esos cambios”, dijo.

El pasado 24 de mayo del 2024, la FAA ya había informado de que detenía la expansión de la producción de los aviones MAX, incluidos los 737-9, como consecuencia del incidente registrado el 5 de enero con un Boeing 737-9 MAX, que desató la actual crisis de reputación de la aerolínea.

Ese día, un avión operado por Alaska Airlines perdió poco después del despegue un panel que cubría el espacio para una puerta de emergencia.

A finales de febrero, la FAA dio a Boeing 90 días para que la compañía presentara un plan que solucionase los problemas de seguridad y esa fue la estrategia que se discutió en un encuentro que duró tres horas.

Whitaker no ofreció detalles de esa hoja de ruta: “Es su plan y nosotros tenemos nuestro propio plan para supervisarlo”, dijo señalando que no se han marcado un plazo para llevar a cabo ese análisis, pero avanzó que el proceso puede prolongarse meses.

“Nosotros certificamos cada aparato que sale de la línea de producción. Garantizamos que esos aviones son seguros. Hemos incrementado la vigilancia y Boeing ha reducido sus niveles de producción para asegurarse de que tienen los recursos que necesitan”, sostuvo.

El objetivo de la FAA, dijo, es conseguir que la empresa tiene sistemas de gestión de calidad “robustos” y que está abordando los errores registrados.

“La seguridad es un trabajo en equipo. Cada uno tiene su rol que desempeñar. Boeing debe hacer su parte y nosotros nos aseguraremos de que lo hace”, recalcó Whitaker, según el cual ahora que la compañía les ha presentado su plan debe llevarlo a cabo.

Las autoridades federales estadounidenses abrieron el pasado 6 de mayo una investigación a Boeing después de que un extrabajador del fabricante, el ingeniero Sam Salehpour, denunciase que el fuselaje del 787 Dreamliner estaba montado de forma inadecuada y en riesgo de partirse en pleno vuelo.

En un comunicado, el presidente y consejero delegado de Boeing, Dave Calhoun, declaró que la compañía escuchó a sus empleados, mantuvo una relación transparente con los reguladores y aceptó “las recomendaciones” de la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA).

Calhoun añadió que “muchas de estas acciones están en marcha” y afirmó que el equipo directivo está comprometido “a ejecutar cada elemento del plan”.

Tanto Calhoun como la consejera delegada de la unidad de Aviones Comerciales de Boeing, Stephanie Pope, expresaron su confianza en que esa estrategia solucionará los graves problemas de calidad y seguridad de sus aviones.

Pero la FAA indicó que no autorizará a Boeing nuevos aumentos de producción, más allá del cupo actual, hasta que el plan de seguridad sea satisfactorio.

El administrador de la FAA, Mike Whitaker, afirmó tras reunirse con los dirigentes del fabricante aeronáutico para recibir la hoja de ruta que la agencia federal necesita “ver un compromiso fuerte e inquebrantable con la seguridad y la calidad”.

“Nuestro objetivo es asegurarnos de que Boeing realice los cambios necesarios y cuente con las herramientas adecuadas para sostener esos cambios”, dijo.

La última crisis de Boeing se inició el pasado 5 de enero cuando un 737-9 MAX de Alaska Airlines perdió parte del fuselaje poco después de su despegue por un error en el proceso de ensamblaje de un panel.

Tras el incidente, que no causó víctimas mortales, la FAA dio a Boeing 90 días para presentar un plan para solucionar los problemas de calidad en la producción de sus aviones.

Además, el pasado 6 de mayo la FAA inició una investigación a Boeing después de que un extrabajador del fabricante, el ingeniero Sam Salehpour, denunciara que el fuselaje del 787 Dreamliner estaba montado de forma inadecuada y en riesgo de partirse en pleno vuelo.

Y el 24 de mayo, la FAA detuvo la expansión de la producción de los aviones MAX, incluidos los 737-9.

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