Texto Periódico El Mundo/Madrid.- Una empresa italiana trata de convencer a los grandes fabricantes de aviones de las bondades de viajar de pie en trayectos cortos, permitiendo un 20% más de pasajeros.
El año pasado, esta empresa italiana llevó a la feria de Hamburgo un prototipo de asiento, el Skyrider 2.0, para viajar de pie en los aviones -en realidad era una evolución muy avanzada de un modelo que ya empezó a promover en 2010-.
Más allá del interés mediático que generó el asiento de marras, el sector lo recibió de forma tibia, ya que la normativa vigente exige que haya 71 centímetros de distancia por cada fila de asientos para la clase turista, y por tanto este tipo de inventos quedan automáticamente fuera del radar.
Pero Aviointeriors no se ha dado por vencida. Y este año ha vuelto a Aircraft Interiors de Hamburgo con una nueva propuesta, Skyrider 3.0 lo ha llamado, que viene con plan incluido. Además de ser asientos mucho más ligeros (la mitad que uno regular, más o menos), lo que supone para las compañías un importante ahorro en combustible, la empresa propone crear una nueva clase para los viajes en avión.
Así, además de la clase Business o Turista, Aviointeriors propone el nacimiento de la tarifa Básica, una suerte de clase low cost, mucho más accesible y no necesariamente sujeta a la misma normativa que la actual clase turista.
Los asientos del Skyrider 3.0 están a 58,42 centímetros, es decir, siguen lejos de esos 71,12 que marca como obligatorio la normativa internacional para la clase turista. Pero si una de las grandes aeronáuticas como Airbus o Boeing se animan a explorar esta vía, confía Aviointeriors, el freno normativo puede no ser tan grande como parece ahora mismo.
Para animarles a estudiar su oferta, Aviointeriors incluso ha hecho un esquema sobre cómo podrían adaptarse sus nuevos asientos -ver gráfico adjunto- a modelos como el 321 o el 320 de Airbus o el ahora en entredicho 737 de Boeing y de su familia MAX. Permite un 20% más de pasajeros por avión, con lo que no es descartable que lo estudien.
Todo ello, eso sí, en un contexto de desplazamientos cortos, nada de vuelos transoceánicos, claro. Y con ciertas comodidades, no crean. Los nuevos asientos de la clase Básica, el nuevo gallinero de los aviones, tendrán igual que los asientos normales, un bolsillo delantero donde poder guardar cosas, una pequeña mesa desplegable y un perchero.
¿Es cómodo desplazarse en bicicleta? Entonces, ¿por qué tiene que serlo hacerlo en avión?
No lo decimos nosotros, ojo. Es el argumento de la compañía italiana Aviointeriors para defender su nuevo modelo de asientos para avión, el Skyrider 3.0, que ha presentado hace sólo unos días en la feria aeronáutica de Hamburgo.
Llamarlo asiento, cierto es, parece generoso. En realidad se trata básicamente de ir de pie, apoyado como mucho en una especie de asiento de bici con respaldo. Permite, eso sí, meter a mucha más gente dentro de un avión y, por tanto, puede ser interesante para unas compañías cada vez más necesitadas de rentabilidad.
No es la primera vez que se pone encima de la mesa algo parecido, el objetivo es rentabilizar al máximo cada viaje de avión ante unas previsiones de tráfico de pasajeros que no parecen tocar techo, con cálculos que hablan de duplicarse cada 15 años.
La primera apuesta, tal vez la más lógica, fue la de intentar construir aviones más grandes. Se vivió una auténtica carrera aeronáutica. Pero acabamos de ver cómo Airbus ha tenido que decir adiós -y precisamente por falta de encargos de las compañías aéreas- al A380, hasta la fecha el avión de pasajeros más grande del mundo, su gran apuesta para combatir la congestión futura de los aeropuertos mundiales.
Descartada esta vía de momento, la siguiente opción ha pasado a ser la de hacer más con lo mismo. Es decir, intentar aprovechar todo lo posible la capacidad de los aviones existentes. Y ahí es donde Aviointeriors y otras compañías que fabrican asientos para aviones han visto una oportunidad de negocio.
¿Imposible? Ya veremos. En su obsesión por ahorrar costes, el consejero delegado de Ryanair, Michael O’Leary, planteó hace ya unos cuantos años la posibilidad de vender billetes más baratos a quien quisiera volar de pie. Tiempo al tiempo.