Agencias/Ciudad de México.- Los Diablos Rojos del México tuvieron mejor juego que el sábado. No hubo duelo de aplausos y abucheos, sino beisbol en estado de pureza. Aunque entusiasmaron a su fiel afición con un par de entradas inspiradas, volvieron a perder en el estadio Alfredo Harp Helú, ahora por 9-6, ante prospectos de los Padres de San Diego.
La entrada fue buena, pero sin el desbordamiento de anteayer. Otra vez, grupos de jóvenes, gente mayor y niños volvieron a nutrir las gradas, que tienen un aforo de 20 mil personas.
La reventa ofrecía boletos tres veces más caros que en taquilla. Algunos se arriesgaron, como Mario Chávez, quien pagó mil 200 pesos por un par de entradas, pero al intentar pasar los controles descubrió que eran falsos. Regresó con cierta dosis temeraria con los revendedores, esta vez con el trato de sólo pagar si su acompañante lograba cruzar la puerta.
Adentro era como un día de campo. Familias completas enfundadas en escarlata con toda la parafernalia que la mercadotecnia deportiva ofrece. Hombres y mujeres nostálgicos que no dejaron de suspirar por sus años en el Parque del Seguro Social, otros en el Foro Sol, y los más jóvenes en el Fray Nano, a pocos kilómetros de aquí.
El partido fue un duelo con episodios de equilibrio y por un momento la novena escarlata estuvo arriba en el marcador. La diferencia frente a los prospectos de las Ligas Mayores pesaron. Desde los lanzamientos que casi siempre estuvieron arriba de 90 y hasta cien con los Padres, frente a los 80 y tantos que salieron de los Pingos.
La actuación sobresaliente de Hudson Potts, quien conectó un par de jonrones para los de San Diego, en contraste con el primer cuadrangular de los Diablos en su casa, que conectó Kevin Medrano en respuesta a una bola de cien millas y que produjo un par de carreras.
Los Rojos empezaron mal con los lanzamientos de David Reyes, quien en la primera entrada aceptó tres carreras, dos producto del jonrón de Potts. Parecía que se repetiría la película del día anterior, con un juego fuera de control y una defensiva repleta de errores. Después, el montículo de los escarlatas volvió a la calma e incluso en el segundo rollo ponchó tres al hilo.
Fue hasta la quinta entrada que los Diablos parecían regresar gracias a una carrera de Cyle Hankerd tras un sencillo de Kevin Medrano.
El momento de esplendor llegó en el séptimo rollo, cuando los Pingos anotaron tres carreras. Otra vez con un batazo de Medrano al jardín derecho. Tirso Ornelas midió mal el rebote y el error le costó dos anotaciones, una de Oswaldo Arcia y otra de Moisés Sierra para empatar el encuentro 3-3. Y más tarde, en ese mismo rollo, llegó la ventaja momentánea de los Diablos con la carrera de Medrano impulsado por Ricardo Valenzuela.
La afición enloqueció y gritaba involucrada por completo en el juego. Pero la confianza de que cerrarían con una victoria se esfumó.
Una pésima labor defensiva de los Diablos, la peor en el partido, les costó cuatro carreras más para quedar 7-4.
Xavier Edwards bateó un sencillo y pudo robar la segunda; el cátcher Armando Araiza cometió un error imperdonable y le regaló la tercera. El primera base de los Pingos Cyle Hankerd tuvo una falla que provocó asombro entre los aficionados y abrió la puerta para el empate de Padres 4-4. Para redondear, Potts pegó su segundo jonrón de tres carreras para que se colocaran 7-4 en el octavo rollo. Los Diablos respondieron con dos carreras para agregar emoción y dar esperanza a su público.
Como colofón, los de San Diego sumaron dos rayitas más en la novena entrada. Los Diablos ya no tuvieron nada que oponer y se resignaron a marcharse con dos derrotas en la serie de inauguración de su estadio.
Víctor Bojórquez dijo que sabían que esto era una responsabilidad, pero que todavía están afinando detalles para empezar la temporada el 5 de abril ante Tigres. No era una derrota “real”, por llamarla de alguna forma, porque fue una serie de exhibición, pero lamentó que no pudieron ganar ningún juego.
“Padres son un gran equipo y sus prospectos son un ejemplo”, dijo Bojórquez; “a esos muchachos los veremos pronto en el mejor beisbol del mundo, en las Ligas Mayores; lo que sacamos de aquí es un aprendizaje para hacer los ajustes necesarios y acostumbrarnos a un nuevo terreno que será nuestra propia casa”.
Kevin Medrano, ahora el primer diablo en conectar un jonrón en este estadio, habló poco y con modestia. “No esperaba conectar un jonrón, yo no pego tantos, sólo quería hacer un buen contacto”, dijo; “yo sabía que venía una milla, no sabía que era de cien millas, no pensaba en nada, sólo quería pegarle”. Y le pegó a una pelota que el ojo humano es incapaz de ver.
Al final la gente se marchó contenta. Muchos aficionados mayores en sillas de ruedas y bastones se iban felices de ver este estadio para el equipo al que han seguido por décadas. También demasiados jóvenes y niños con el suficiente entusiasmo para prever buenos años de los Diablos.