agencias/Ciudad de México.- Un rastreo marino de isótopos radiactivos procedentes de plantas de reprocesamiento nuclear ha revelado la existencia de corrientes ocultas en el Océano Ártico.
El océano Ártico se está calentando cuatro veces más rápido que el resto de los océanos del mundo, una tendencia que podría potencialmente extenderse al resto del mundo en forma de patrones climáticos alterados y otras consecuencias climáticas.
Iniciativas como el Synoptic Arctic Survey están estudiando el océano Ártico para comprender mejor las corrientes oceánicas, con la esperanza de permitir a los científicos predecir mejor los cambios futuros.
Una forma de rastrear las corrientes oceánicas es rastreando los isótopos radiactivos que los humanos comenzaron a generar en la década de 1950 durante las pruebas nucleares. Aunque estos “radionucleidos” ahora están demasiado dispersos para rastrearlos, las plantas de reprocesamiento nuclear aún están liberando dos radionucleidos en el Atlántico: yodo-129 y uranio-236.
En un estudio publicado en Journal of Geophysical Research: Oceans, Annabel Payne y sus colegas utilizaron estos radionucleidos, presentes en cantidades muy pequeñas, pero aún rastreables, para aprender sobre el camino de décadas que toma el agua del océano Atlántico hacia la cuenca canadiense del océano Ártico.
Su trabajo analiza los niveles de radionúclidos en muestras de la cuenca profunda de Canadá que se recogieron en la expedición del Sistema de Observación del Giro de Beaufort/Estudio Conjunto del Hielo Oceánico de 2020.
Los investigadores descubrieron que el agua que fluye hacia la cuenca de Canadá toma dos caminos separados: uno a través de la meseta de Chukchi y la dorsal Northwind y otro que sigue el perímetro de la meseta de Chukchi. Además, descubrieron que entre el 25 y el 40 % del agua invernal del océano Pacífico contiene marcadores de agua del Atlántico cuando llega a la cuenca de Canadá, lo que atribuyen a la surgencia en la plataforma Beaufort de Alaska o en el cañón Barrow, a lo largo del límite de los mares de Chukchi y Beaufort.
Al comparar sus resultados con estudios anteriores, señalan que los tiempos de tránsito de las aguas del Atlántico hacia el Ártico no han cambiado en los últimos 15 años, lo que indica que las corrientes se han mantenido estables durante ese período.
Esta investigación ayuda a validar que el yodo-129 y el uranio-236 son trazadores útiles para rastrear las masas de agua en el océano Ártico y presenta una visión de alta resolución de las corrientes en la región.
Los autores dicen que el trabajo futuro que amplíe el área de muestreo al talud continental cerca de Groenlandia y el archipiélago canadiense ayudará a revelar el desembocadura hacia el océano Atlántico y mejorará la comprensión de este océano en rápida evolución.