Texto Periódico El País/Londres.- Si la victoria ya es (o al menos debería) ser el motivo principal para encarar cualquier partido, cuando además del objetivo es la única solución y se convierte en un bien de primera necesidad, lo normal es que asome en beneficio de alguno de los aspirantes. Inglaterra y Croacia debían prevalecer sobre el otro al final de los 90 minutos para continuar su trayectoria en la Liga de las Naciones, ya que por paradójico que resulte (gramaticalmente hablando) el reparto de puntos no iba a beneficiar más que a España, el tercer equipo en discordia. No salió victoriosa La Roja pues Harry Kane alargó el carrete de su selección cuando el partido se acercaba a la orilla y mandó a Croacia a la Liga B con su recién estrenada banda de subcampeona del mundo en Rusia. El delantero inglés lo celebró como si de un título se tratase ante un Wembley entregado que dio vuelo a una competición que si bien no reparte premios sí que testa voluntades y ensancha orgullos patrios.

Sufrió mucho más de la cuenta el conjunto de Gareth Southgate para imponerse a una Croacia que arrancó dormida, y que bien pudo encarar el partido cuesta arriba si las primeras oportunidades inglesas hubieran tenido una ejecución mejor. Sterling, un torbellino que pasó de incontrolable a brisilla, se plantó ante Kalinic a las primeras de cambio, pero el portero croata le adivinó las intenciones. Al susto inicial protagonizado por el jugador del City le siguió un posterior envite de Kane, cuyo cabezazo sacó bajo palos Jedvaj, poco antes de que Vrsaljko le arrebatase la pelota a un Rashford que buscaba de nuevo una cita a solas con Kalinic.

Con Rakitic lesionado, Brozovic ejerció de partner de Modric, lo que creó una barrera sostenible pero menos robusta de lo habitual en el centro del campo croata, a todas luces incapaz de competir en velocidad con las arrancadas de los alfiles ingleses. Delph, un multiusos al que Southgate colocó en el habitual lugar de Alli, y al que acompañó junto a Barkley y Dier, se movió con excesiva libertad para tratar de dar sentido a la transgresora apuesta de su técnico, convencido de la actualización del histórico diseño original de sus futbolistas. Ese apego por el balón y el juego en corto pudo comprometer a Inglaterra en varias ocasiones, pues Stones arriesgó demasiado en la salida desde atrás ante una Croacia que se mostró bien plantada sobre el castigado césped londinense.

Si Sterling levantó polvo a su paso en los primeros compases, se convirtió en una sombra tras el descanso. Controlados sus fogonazos, Croacia comenzó a tocar más y a combinar activamente en ataque, sin despreciar la buena utilización del contragolpe como recurso secundario. Con Perisic pegado a banda el juego se alargó y el brío físico del futbolista del Inter obligó a estirarse a una Inglaterra a la que empezaba a quedarle algo justa la camiseta. Se le acabó por descoser a más de uno cuando Kramaric tiró dos recortes en el corazón del área pequeña frente a Walker y Dier, antes de golpear la pelota y superar a un Pickford petrificado.

El gol llenó de ánimo a Croacia y picó en su orgullo a una Inglaterra que atravesó un periodo de dudas que le llevaron a mover la pelota con tan poco ritmo que a Croacia le bastó con mover el cuello para vigilar con comodidad su previsible desarrollo. Solo el paso del tiempo aceleró ese trote inofensivo y desperezó el carácter inglés más primario que late en lo más profundo de sus futbolistas. Apelando al juego de posición, un saque de banda de Joe Gomez tan potente como preciso lo peinó Stones y lo remató de primeras Kane, para que de entre una maraña de piernas Lingard lo tocase lo suficiente y superase por fin a Kalinic.

El éxtasis por el empate revolvió el tempo del juego, y obligó a Croacia a prescindir de su pausa natural y a buscar el gol exponiéndose a una emboscada. Acarició la victoria con un remate que Lingard sobre la línea de gol, y se cayó con todo el equipo cuando Kane, en un saque de falta que llegó hasta él porque lanzó todo su corpachón al suelo, lo envió con la puntera de nuevo al fondo de la portería croata. Esta vez la naturaleza inglesa salió al rescate del visionario Southgate ahogando a Croacia y de rebote a España, y enviando a los ‘pross’ a la final four que se disputará en Portugal el próximo mes de junio. Allí le espera ya Portugal, el vencedor del Suiza-Bélgica y Holanda o Francia.

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