Agencias, Ciudad de México.- China se arriesga a un crecimiento menor de su economía si no hace lo suficiente por alentar la competencia de los mercados permitiendo que el sector privado tenga un rol mayor y mejoren el flujo de operaciones de inversiones con el exterior, mostró un reporte.

“Sin un cambio orientado al mercado, China tendrá dificultades para mantener un potencial de crecimiento que supere el 3% anual a mediados de esta década”, según un informe publicado por el grupo de expertos estadounidense Atlantic Council y la consultora Rhodium Group.

El crecimiento económico de China se ha moderado gradualmente de 2011 a 2020, expandiéndose en un solo dígito en comparación con los avances relativamente fuertes en los años inmediatamente posteriores a su incorporación a la Organización Mundial del Comercio a fines de 2001.

China se ha fijado el objetivo de hacer crecer su economía al menos 6% en 2021 después de que logró una expansión del 2.3% en 2020, cuando fue severamente golpeado por la pandemia.

Si bien China ha avanzado en algunas áreas como el comercio, donde ha reducido los aranceles a un nivel comparable o inferior a los de las economías de la OCDE, las señales políticas recientes desentonan con un curso orientado al mercado, según el informe.

La fuerte represión de Pekín contra las empresas privadas en sectores desde la tecnología hasta la educación este año ha aumentado la perspectiva de un control estatal más estricto en los próximos años, según el informe.

La búsqueda de la llamada estrategia de “circulación dual” para hacer que China dependa menos del mundo exterior, respaldada por el presidente Xi Jinping, también corre el riesgo de retroceder en años una mayor integración e interdependencia económicas, dijo.

“La promesa del presidente Xi de hacer que los mercados tengan mayor poder de resolución al comienzo de su mandato corre el riesgo de fracasar”, según el informe.

El informe dijo que una relativa falta de acceso a las inversiones en el extranjero por parte de individuos chinos de a pie ha llevado a una abundancia de capital a nivel nacional, lo que ha generado a su vez exceso de capacidad en inversiones en muchos sectores en el país.

Pero esos riesgos amenazan ahora con un aterrizaje brusco de la locomotora asiática. Tanto que el descalabro del coloso inmobiliario Evergrande -con una deuda de 300,000 millones de dólares y un grave agujero de liquidez- ya arrastra a otras cinco grandes compañías del país, después de que el Gobierno chino acotase por ley la capacidad de endeudamiento y financiación al sector inmobiliario para reducir los precios de las viviendas -muchas pagadas por sus futuros propietarios, pero aún sin construir- y el pasivo que las empresas acumulaban en sus carteras.

El inmobiliario no es el único quebradero de cabeza de la segunda economía mundial. Se suma el energético. Quizás más importante aún por los efectos que ya está causando en su cadena productiva. La escasez de suministros de carbón (supone el 70 % de la generación de electricidad en el país) y las políticas para reducir emisiones y mejorar la eficiencia energética a las que se ha comprometido el Gobierno de Pekín están detrás de los apagones industriales y domésticos registrados en el país.

Las fábricas deben reducir consumo con parones en la producción de las industrias obligadas a recortar la factura eléctrica. Una medida que tendrá un impacto considerable en el resto de las economías porque tensionará todavía más las ya de por sí muy deterioradas cadenas de suministros que arrastran los mercados internacionales tras el covid. Generará escasez y abrirá brechas en las previsiones de crecimiento china y mundial.

Analistas de los principales bancos de inversión dan por descontado el impacto que estos ajustes tendrán sobre el PIB del gigante asiático para este mismo año. Pero el resto del mundo también sufrirá las consecuencias.

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