Texto Periódico El Mundo/Londres.- “Hablar de estas cosas en el mundo del fútbol es mucho más difícil. No es sino ahora, con 43 años, cuando me siento por fin libre de contar mi historia y librarme de esta enorme y horrible carga”, explica Andy Woodward en una entrevista que publica el diario The Guardian.
“No sólo mi carrera futbolística sino también mi vida se han visto arruinadas hasta ahora en que puedo sentirme libre de hablar porque, ¿cuántos más habrá ahí fuera? Hablo de cientos de chicos a los que ese hombre ‘eligió’ y que hoy aún como adultos puede que vivan con ese horroroso miedo”.
El ex entrenador en cuestión es Barry Bennell, condenado en 1998 a nueve años de prisión tras admitir 23 cargos de abusos sexuales contra seis chicos de edades comprendidas entre los nueve los 15 años. Woodward fue una de sus víctimas durante la etapa del entrenador en el Crewe Alexandra, en el que estuvo durante los 80 y los 90, aunque éste también tuvo “relaciones cercanas” con el Stoke y el Manchester City.
Bennell, que se definió a sí mismo durante el proceso judicial como un “monstruo”, tenía según el ex futbolista inglés predilección por los “chicos más débiles y blandos”. La carga que estos abusos provocaron en Woodward, hicieron que no sólo quisiese suicidarse “más de diez veces”, sino que le obligaron a retirarse del fútbol profesional a los 29 años por ser incapaz de sobrellevarlo.
“Tuve que fingir una lesión”
“Una vez tuve que fingir una lesión durante uno de los partidos porque me dio un ataque de pánico. Esto se convirtió en algo habitual durante mi carrera”, admite en la entrevista con el diario inglés.
Todo comenzó cuando a los 11 años cuando Woodward jugaba con los Stockport Boys, allí Bennell le ojeó e invitó a entrenar con uno de sus equipos en uno de los campos de entrenamiento del Manchester City en Platt Lane. El pederasta confeso estuvo durante tres décadas rastreando el noroeste de Inglaterra en busca de jóvenes talentos, y Andy tenía suficiente potencial como para pasar directamente a los juveniles del Crewe Alexandra.
“Yo sólo quería jugar al fútbol. Mis padres siempre decían que llevaba un balón de fútbol allá donde fuera, vi el Crewe como el inicio de un sueño. Pero también era de naturaleza suave y eran los chicos débiles y suaves los que Bennell buscaba”, cuenta el ex jugador inglés.
Para ese desplazamiento, su ex entrenador dispuso que se quedara en su casa del parque nacional Peak District. “Era como la cueva del tesoro, el sueño de cualquier niño”, rememora. “Nada más entrar tenía tres máquinas tragaperras, un billar… Había incluso un pequeño mono cuando subías las escaleras que se te sentaba en el hombro. Mi sueño era ser futbolista y él me iba dejando caramelos para que me quedase con él fines de semana y vacaciones. Era un hombre reputado como el mejor entrenador de jóvenes del país, confié en él”.
“A veces sacaba sus ‘nunchakus”
Cuando los abusos comenzaron, utilizó las amenazas físicas y el chantaje para silenciar a sus víctimas. “Para acallarme a veces sacaba sus ‘nunchakus’, era un maestro con ellos y me decía que sujetara un trozo de papel mientras yo temblaba de miedo. Lo partía en dos y me decía “¿Ves ahora lo poderoso que soy?”.
También le amenazaba con arruinar su sueño de ser algún día jugador de fútbol: “Te haré desaparecer, te irás y tu sueño nunca se cumplirá”.
Bennell, que ahora tiene 62 años y que fue condenado a otros dos en mayo de 2015 por otro caso de pederastia ocurrido en 2012, admitió que Gary Speed fue otro de los jóvenes que se quedaron en su casa.
Speed, internacional con Gales 58 veces, se suicidó en 2012 cuando ostentaba el cargo de seleccionador nacional. “No hay paz ahora. ¿Cómo puedes tener paz cuando has matado a alguien? Para mí matar a una persona es lo que le has hecho porque su vida nunca volverá a ser igual”, explicó Bennell en una entrevista para el Sunday Times en 2012.
En ella, aunque aseguró que no había abusado de él, lo dejó entrever y aseguró que aunque lo hubiera hecho no lo admitiría. La familia del fallecido sacó un comunicado al poco tiempo desmintiendo los posibles abusos.