Ernesto Villanueva / Columna, Ciudad de México.- Este fin de semana que acaba de concluir la nota principal de la agenda pública fue la muerte del titular fundador de la Secretaría de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, quien se desempeñó buena parte de su vida en el sector cultural desde el poder ejecutivo federal. No fue de extrañar las expresiones de simpatía y reconocimiento a este personaje de la vida cultural del país.
De manera paralela a los reconocimientos a Tovar y de Teresa (que- dicho sea de paso no le regateo alguno) persiste una conducta por parte del secretario de cultura, Tovar y de Teresa, que actualiza diversas hipótesis de lo que se entiende como corrupción. La corrupción no se subsume o limita a la extracción de recursos públicos para fines ajenos a los establecidos en la Constitución y en la ley, sino a todo acto que se aparte de las obligaciones previstas en las leyes, en particular (aunque no exclusivamente) las derivadas hasta junio del 2017 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos.
Rafael Tovar y de Teresa debió saber que tenía cáncer tiempo antes de su muerte. No existe la figura de “cáncer fulminante”, porque es una enfermedad crónico-degenerativa que es literalmente imposible que en menos de 24 horas se detecte, progrese y muera una persona. El tiempo, por supuesto, puede variar, pero existe mucho o poco para saber por la sintomatología que alguien padece esa enfermedad. De esta suerte, no es posible que el señor Rafael Tovar y de Teresa careciera de conocimiento previo de esa enfermedad que le aquejaba. Debió al momento de conocer que tenía el padecimiento referido no aceptar el cargo de secretario de cultura o renunciar al mismo si hubiese detectado ese mal después. Al no hacerlo incurrió en un acto claro de corrupción, previsto en el artículo 8 de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, fracción I, que a la letra dice: “Todo servidor público tendrá las siguientes obligaciones: I.- Cumplir el servicio que le sea encomendado y abstenerse de cualquier acto u omisión que cause la suspensión o deficiencia de dicho servicio o implique abuso o ejercicio indebido de un empleo, cargo o comisión.”
Es público y notorio que el tratamiento del cáncer es invasivo y, por la propia naturaleza de medicamentos más radiaciones y quimioterapias, el paciente no está al 100% de sus habilidades físicas y mentales para desempeñar un cargo como el de secretario de Estado. Tiene apreciables fallas fisiológicas y psicológicas que le impiden llevar una vida regular. Por evidentes razones de interés público, Tovar y de Teresa debió renunciar al cargo por responsabilidad pública para dedicar a atenderse de mejor manera. No lo hizo. Antepuso su interés personal al interés público, un caso clásico de corrupción.
La sociedad mexicana tiene derecho a gobernantes sanos, no a litros de 800 mililitros como se cuestionó el fraude con la gasolina. He sostenido en diversas oportunidades que debe haber reformas a la ley para que una persona que va a ocupar un alto cargo público no debe tener una enfermedad de tal naturaleza que le impida ejercer el cargo debidamente. Aclaro, no cualquier enfermedad, sino aquella que sea inhabilitante para el debido ejercicio público. ¿Quién fue el o la médica especialista en oncología que le prescribió a Tovar y de Teresa el sometimiento al stress que genera ese tipo de trabajos como un “novedoso” complemento para mejorar su tratamiento? Hay muchos estudios que establecen exactamente lo contrario como el reconocido National Cancer Institute. (https://www.cancer.gov/about-cancer/coping/feelings/stress-fact-sheet). Ese especialista o especialistas, si sugirieron o aceptaron o no se opusieron con las medidas razonables que otorga la autoridad moral del tratante o tratantes a los pacientes, podrían incurrir en los siguientes ilícitos: a)Si se hicieron ese tipo de sugerencias, habrían incurrido en diversos delitos, ilícitos y faltas administrativas. Y si se configura ese supuesto deberían estar en la cárcel y les debe ser retirada su cédula profesional de especialidad y de medicina general por haber permitido que Tovar y de Teresa incurriera en un ilícito, por un lado, y, por otro, acelerara la evolución de su enfermedad.
Con información de los médicos tratantes el área de comunicación de la Secretaría de Cultura hizo un escueto boletín de prensa que a la letra dice: “La Secretaría de Cultura informa que su titular, @rtovarydeteresa, se reporta estable y continúa en observación en Hospital Central Militar”. Eso fue el 9 de diciembre a las 9:36 am en un tuit.
La Secretaría de Cultura informa que su titular, @rtovarydeteresa, se reporta estable y continúa en observación en Hospital Central Militar
— Secretaría Cultura (@cultura_mx) December 9, 2016
Me afirma un alto servidor público de comunicación social de la Secretaría de Cultura que esa información les fue proporcionada por los médicos tratantes y ellos sólo lo replicaron. No fue una ocurrencia, insisten. Ese dato falso es también causal de responsabilidad administrativa. En fin, por un lado, un alto burócrata de la cultura privilegió su interés sobre el de la comunidad, presumiblemente acompañado por su o sus médicos que le ayudaron a mal morir. Habrá que seguir con el tema e identificar a estos especialistas que no pueden aventar la piedra y esconder la mano sin que haya sanciones.
ernestovillanueva@hushmail.com
Secretaría de Cultura informa: pic.twitter.com/S1WPs7cWC1
— Secretaría Cultura (@cultura_mx) December 9, 2016
Con pesar informamos que el Srio. Rafael Tovar y de Teresa falleció esta madrugada, nuestro pésame a sus deudos y a la comunidad cultural.
— Secretaría Cultura (@cultura_mx) December 10, 2016