Agencias/Ciudad de México.- El éxodo migratorio que atraviesa el continente americano ha llegado a Costa Rica, donde los migrantes se enfrentan a penurias, riesgos a su integridad y a su vida, y utilizan pasos peligrosos en la porosa frontera con Nicaragua. En la comunidad de Los Chiles, ubicada en el norte de Costa Rica, se encuentra una de las escalas de esta ruta hacia Estados Unidos. Sin embargo, esta travesía está plagada de peligros y dificultades.
Según datos oficiales, en las últimas semanas ha aumentado significativamente el número diario de migrantes que ingresan a Costa Rica desde Panamá a través de la frontera de Paso Canoas, pasando de 1,000 a 3,000 personas. Desde allí, aquellos migrantes que pueden pagar el billete de 30 dólares toman autobuses hasta Los Chiles, que es la frontera entre Costa Rica y Nicaragua.
En Los Chiles, en los últimos días, están llegando más de 40 autobuses diariamente. Sin embargo, la muerte de tres venezolanos el pasado 19 de julio, cuando el vehículo en el que eran transportados cayó a un río, pone en evidencia el riesgo al que se exponen al contratar servicios ilegales para su transporte en vehículos en malas condiciones.
La comunidad de Los Chiles se encuentra operando en un ambiente donde decenas de transportistas, conocidos como “los talibanes”, llevan a los migrantes hasta puntos ciegos de la frontera, cobrándoles por el servicio. Este transporte ilegal de personas ha florecido debido a la falta de control de las autoridades y a la situación económica de los migrantes, quienes no cuentan con los 150 dólares necesarios para el “salvoconducto” que el gobierno de Nicaragua exige para ingresar legalmente por el puesto fronterizo de Las Tablillas, situado a seis kilómetros de Los Chiles.
Además, los migrantes también se enfrentan al riesgo del tráfico de personas, ya que en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua es posible contratar a “coyotes” para cruzar la frontera a través de campos de naranjos, ríos y senderos.
La presencia de estos “talibanes” ha generado una crisis en las comunidades fronterizas de Costa Rica. En Paso Canoas, frontera con Panamá, hay un grupo importante de migrantes, principalmente venezolanos, varados debido a la falta de dinero para pagar el autobús que los lleve directamente hasta la frontera con Nicaragua. Esta es la única ruta autorizada por el gobierno costarricense para evitar que los migrantes se aglomeren en la capital, San José.
En Los Chiles, donde se encuentra el índice de desarrollo humano más bajo de Costa Rica, muchos residentes sienten que las autoridades no están atendiendo adecuadamente la situación. Ante la falta de presencia policial y la capacidad limitada de los servicios de salud, la comunidad se ha visto obligada a unirse con el apoyo de la cooperación internacional, agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales para brindar asistencia humanitaria.
Lo que originalmente se pensó como una parada rápida en Los Chiles para los migrantes, se ha convertido en un lugar de descanso, tratamiento médico en una pequeña clínica pública o incluso una estancia más prolongada debido a la falta de recursos económicos.
Los migrantes, agotados y desesperados, expresan su deseo de seguir avanzando hacia su meta, confiando en que lograrán superar los desafíos a los que se enfrentan en esta peligrosa travesía.