Agencias / Ciudad de México.- En el océano inabarcable de series que tenemos a nuestra disposición, es normal que muchos títulos acaben pasando totalmente desapercibidos para la audiencia, incluso estando protagonizados por grandes estrellas de cine.
Por eso es nuestro deber llamar la atención sobre ellos y reivindicarlos para animar al público a descubrirlos. Este sería el caso de ‘El tercer día’, miniserie reciente de HBO protagonizada por Jude Law, un viaje desconcertante y alucinógeno en el que el actor británico se ha puesto al límite de sus fuerzas para demostrar la clase de actor que es: uno que no le teme a ningún reto y se entrega al 100%, por muy poca gente que decida presenciarlo.
Hoy dedicamos este espacio a un actor que, a punto de cumplir 49 años y después de una carrera de éxitos, fracasos y escándalos, acaba de realizar la que es quizá su mejor interpretación hasta la fecha, un trabajo que casi nadie va a ver porque tuvo lugar durante una retransmisión por streaming en directo ¡de doce horas! que funciona como puente entre los tres primeros y los tres últimos episodios de El tercer día.
Un experimento audiovisual y narrativo en el que Jude sufrió lo que no está escrito y los que aguantamos esas doce horas asistimos a una impresionante hazaña por su parte y del equipo que, tristemente (o no), solo unos pocos recordaremos.
A finales de los 90, Jude Law se convirtió en el actor de moda, el “it boy” por antonomasia. Después de destacar en films como Wilde, Gattaca, Medianoche en el jardín del bien y del mal o eXistenZ, el británico fue nominado a su primer Óscar por El talento de Mr. Ripley, donde interpretaba al carismático y seductor Dickie Greenleaf.
Ese fue el papel que lo consagró como una de las promesas del momento. Su atractivo y magnetismo físico también jugaron un papel clave en su ascenso, convirtiéndolo en uno de los actores más admirados y deseados, y en un rostro habitual en las revistas de cine y tendencias. Entre 2000 y 2007, su agente trabajó más que nunca y para el espectador era muy difícil no encontrárselo en alguna película (Enemigo a las puertas, A.I. Inteligencia Artificial, Cold Mountain, Alfie, Closer, El aviador, The Holiday…).
Pero aquella época también estuvo marcada por el escándalo. En 2005 (con 32 años) Law engañó a su pareja, Sienna Miller, con la niñera de los hijos que tuvo con su primera esposa, Sadie Frost.
A pesar de trabajar con los mejores directores y estar permanentemente en cartelera, aquello fue de lo que más se habló en esos años. La humillación y el escarnio público llevaron al actor a volcarse en su trabajo.
En los años posteriores, Law siguió apareciendo en muchas películas, y aunque su estrella había disminuido de intensidad, ha logrado construir una carrera consistente y nada desdeñable en la que ha compaginado proyectos más pequeños con el cine más comercial de Hollywood.
Desde entonces, hemos visto a Law como el Watson de Robert Downey Jr. en Sherlock Holmes, ha participado en el Universo Marvel con Capitana Marvel y se ha puesto en la piel del joven Dumbledore en Animales Fantásticos. Y próximamente será el nuevo Garfio en el remake en acción real de Peter Pan que prepara Disney. Vamos, que aquella mala racha es definitivamente cosa del pasado.
Y así llegamos al presente. Como muchos actores y actrices ingresando en la madurez interpretativa, Jude Law ha encontrado en la televisión un medio idóneo para seguir desarrollando su carrera. Y ha sabido elegir bien, porque se ha asociado con HBO, sinónimo de calidad y prestigio en cuanto a series se refiere.
Aunque esto no siempre se traduzca en repercusión o éxito de audiencia. Amy Adams, Nicole Kidman, Reese Witherspoon, Mark Ruffalo y próximamente Jake Gyllenhaal -solo por citar unos cuantos-, han dado el salto a la televisión en miniseries de HBO, marcando una época que ya ha dejado muy atrás la falsa percepción de que la televisión es un medio menor y un panorama catódico que favorece cada vez más los formatos cortos.
El formato miniserie -o serie limitada, como les gusta llamarlas ahora a las cadenas y plataformas- es perfecto para un intérprete habituado a los proyectos cinematográficos, que ocupan varios meses de su agenda y una vez acabados, quedan en el pasado. Las series de larga duración exigen un compromiso continuado que muchos actores no están dispuestos a asumir, pero para ellos, hacer una miniserie es más parecido a hacer a una película. En caso de continuar con una “secuela”, como en el caso de Big Little Lies, no tiene por qué ser al año siguiente, sino que los plazos son más flexibles y por tanto, más fácil para los actores compaginar la televisión con el cine, el teatro y otras ocupaciones.
Después de una carrera íntegramente dedicada al cine y el teatro, Law protagonizó su primera serie en 2016, The Young Pope, que tuvo una segunda entrega a comienzos de 2020 titulada The New Pope.
El actor recibió muy buenas críticas por su interpretación y la experiencia serial le debió compensar porque decidió repetir muy seguidamente en El tercer día, thriller de seis episodios producido por HBO y Sky, que ha sido comparado (y con razón) con películas como El hombre de mimbre (1973) y Midsommar (2019), tanto por su historia y emplazamiento como por su atmósfera inquietante y perturbadora.
Escrita por Dennis Kelly y dirigida por Marc Munden y con un reparto que incluye a unos estupendos Katherine Waterston, Emily Watson y Paddy Considine, El tercer día cuenta la historia de Sam (Law), un hombre de familia lleno de traumas y secretos que llega a Osea Island, misteriosa isla en la costa británica donde sus habitantes están plenamente dedicados a preservar sus tradiciones a cualquier precio.
La serie se estructura en dos partes con un intermedio. Los primeros capítulos, denominados Verano, se centran en Sam. Los tres siguientes, Invierno, siguen a Helen (Naomie Harris), madre de dos niñas que llega a la misma isla buscando respuestas a un misterio, encontrándose con la hostilidad de los isleños en plena guerra civil por el futuro de ese extraño lugar; uno en el que la marea cubre todas las noches la única carretera que lo comunica con el resto del mundo dejando atrapados a quienes se encuentren allí.
Y entre ambas partes, la excentricidad, el experimento, la locura. Para llenar el hueco entre los meses que transcurren entre las historias de Sam y Helen, los creadores idearon The Third Day: Autumn, una especie de representación teatral en vivo que tuvo lugar en la isla el pasado sábado 3 de octubre y que fue retransmitida por streaming a través de la página de Facebook de HBO.
Doce horas ininterrumpidas y en un asombroso plano secuencia que, desde las 9 de la mañana, muestran los preparativos para la celebración del festival Esus y el Mar (evento anual que marca el paso a la adultez de los niños de Osea Island), contando con la participación estelar y muy acertada de la cantante Florence Welch, y culminando con dicha fiesta en un frenesí nocturno de música, danza, fuego y lodo.
El tercer día (la miniserie principal) es una propuesta excéntrica e inquietante llena de imágenes impactantes, una fotografía exquisita y una puesta en escena preciosa a la par que macabra. Sus seis episodios nos ofrecen un misterio en el que la historia se vuelve más retorcida y siniestra a medida que avanza.
Lo más recomendable es adentrarse en Osea Island sin saber nada de antemano, como sus incautos visitantes, Sam y Helen. Solo así se puede vivir la experiencia inmersiva tal y como la diseñaron sus creadores, como un trance casi onírico en el que la realidad se fusiona con la alucinación y el espíritu pagano y lisérgico del lugar te atrapa por completo. Viendo la serie, queda más que patente que Law fue completamente poseído por ese espíritu, especialmente en el streaming en directo.
Aunque el actor no participa en las doce horas, sino que aparece puntualmente en varias partes del streaming, su labor es la más dura de la representación. Sin desvelar demasiado, en Autumn, Jude es preso de los isleños de Osea, que lo preparan para la ceremonia de Esus y el Mar.
En sus apariciones, Law, metido en su personaje, se pone al borde del colapso físico. Sin apenas líneas de diálogo, se limita a aguantar, a sobrevivir a la odisea bíblica en la que se ha metido, dejando lo que hizo Leonardo DiCaprio en El renacido en una tranquila excursión por el campo. Lo vemos cavando un hoyo durante aproximadamente una hora, sucio, exhausto, sacando fuerzas de flaqueza a pesar de que queda evidente que está a punto de desfallecer en varios momentos.
Tiene que soportar golpes, zarandeos ataviado con una especie de jaula de espinas cubriéndole la cabeza, tirar de un carro con una cuerda, arrastrarse, aguantar sobre una plataforma sobre el agua, sumergirse… El propio actor ha declarado que fue la grabación fue un infierno y las lágrimas que vemos en su rostro son “muy, muy genuinas” (Telegraph). Lo que viene siendo La pasión de Jude Law.
No me dan miedo los retos como espectador y estoy familiarizado con cineastas contemplativos y de ritmos exigentes como Andréi Tarkovski o Béla Tarr, pero personalmente, nunca había visto nada como El tercer día.
Sí, la historia y la atmósfera, como ya he dicho, bebe directamente de El hombre de mimbre, y por extensión de Midsommar, que también le debe mucho. Pero es The Third Day: Autumn lo que marca la diferencia y la convierte en una de las propuestas televisivas y transmedia más estimulantes y valientes de los últimos años.
La planificación y ejecución técnica de la representación en streaming es sencillamente apabullante. Hay que tener mucha paciencia para aguantar los planos fijos de más de una hora o los travellings a ritmo de caracol, pero a los osados se les compensa con una experiencia inigualable e irrepetible en la que pasamos a formar parte de la historia de Sam y cómplices de su sufrimiento.
Por su naturaleza de retransmisión en directo, su extensa duración, lo excéntrico de la historia y lo poco conocida que es la miniserie, Law sabía que The Third Day: Autumn no sería visto por mucha gente, pero evidentemente eso no le afectó en lo más mínimo a la hora de aventurarse en el proyecto.
Lo que hace en la serie y concretamente en Autumn, es increíble, un trabajo de interpretación y resistencia crudo, visceral y cien por cien real que ha llevado a cabo simplemente por amor al arte, a su oficio y compromiso con el proyecto.
Veámoslo como si fuera realmente una obra de teatro y los espectadores desde sus casas, en esta era de pandemia, somos trasladados hacia el escenario real que es Osea Island. La organización, el despliegue y la entrega de sus participantes no se puede medir en cifras de audiencia, sino en el impacto que han causado. Y en mi caso es enorme, porque aunque estoy seguro de que no volveré a verlo nunca, me será muy difícil olvidarlo.
El tercer día fusiona televisión, cine, Internet y teatro en un experimento narrativo y visual que pone de manifiesto las posibilidades tan excitantes que los creadores tienen a su disposición para contar y distribuir las historias. La grabación del streaming continúa disponible en la página de Facebook de HBO. No sabemos si más adelante llegará a algún otro lugar, pero es posible que el tiempo haga que se desvanezca para siempre.
Los que hemos acompañado a Jude Law en su calvario, viviendo sus penurias en la piel y sufriendo por él, lo recordaremos como una obra de teatro que te afecta, un concierto u otro acontecimiento en directo que no se puede repetir y se convierte en un recuerdo muy vivo. Que Law haya entregado su cuerpo y alma a este extraordinario proyecto a pesar de su limitada proyección comercial dice mucho de él como actor. Y los pocos que lo hemos visto se lo reconoceremos de ahora en adelante como el mejor trabajo de su carrera.
El tercer día ya está disponible completa en HBO, a excepción del streaming The Third Day: Autumn, para el que por ahora no hay planes de incluir en la plataforma.