Agencias, Ciudad de México.- Olaf Scholz, el canciller alemán que asumió el cargo en diciembre de 2022 tras una ajustada victoria electoral, se enfrenta a una creciente desaprobación de su gestión y a una caída en las encuestas de su partido, el socialdemócrata (SPD), que podría perder el poder en las próximas elecciones, previstas para 2025.

Según una encuesta realizada por el instituto Infratest-dimap para la cadena pública ARD, solo un 17% de los alemanes está satisfecho con el trabajo del gobierno de Scholz, el nivel más bajo desde que se realiza este sondeo. Además, solo un 12% considera que el canciller comunica de forma convincente, y solo un 25% cree que maneja bien las crisis.

Su partido, el SPD, también sufre un desgaste en la opinión pública. Si se celebraran ahora elecciones generales, el SPD solo obtendría un 14% de los votos, el nivel más bajo desde junio de 2021. Por el contrario, la Unión Cristiano Demócrata (CDU) y su ala bávara, la Unión Cristiano Social (CSU), lograrían su mejor resultado desde marzo de 2021, con un 32% de los votos. Los Verdes subirían un punto y alcanzarían el 15%. Los liberales del FDP, con un 4%, y La Izquierda, con un 2%, quedarían fuera del Parlamento. La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) obtendría un 21%.

La encuesta, realizada entre el 4 y el 6 de diciembre, consultó a 1.364 personas con derecho a voto. El margen de error es de +/- 3 puntos porcentuales.

¿Qué explica el descontento con Scholz?

Los motivos de esta pérdida de popularidad de Scholz y su partido son varios, y tienen que ver tanto con factores internos como externos. Por un lado, el canciller alemán ha tenido que lidiar con una serie de crisis que han puesto a prueba su capacidad de liderazgo y su credibilidad.

La más grave ha sido la crisis presupuestaria, provocada por una sentencia del Tribunal Constitucional que cuestionó la legalidad de parte de la política financiera del gobierno. El tribunal objetó que el gobierno hubiera redirigido hacia la protección del clima fondos no utilizados de los créditos destinados a paliar el impacto de la pandemia de COVID-19, superiores a 60 mil millones de euros. Esto ha dejado un enorme agujero en el presupuesto para 2024, que debería haberse aprobado ya hace tiempo.

En la coalición de gobierno, formada por el SPD, los Verdes y el FDP, no hay consenso sobre cómo resolver este problema. El SPD y los Verdes abogan por declarar otra vez una situación de emergencia y desactivar así el freno a la deuda consagrado en la Constitución, lo que permitiría recurrir a nuevos créditos. El FDP, en cambio, se opone a esta medida y propone recortar el gasto público y aumentar los impuestos.

Scholz, que fue ministro de Finanzas antes de ser canciller, ha defendido su política presupuestaria y ha pedido tiempo para negociar una solución con sus socios de coalición. Sin embargo, su actitud ha sido percibida como pasiva e indecisa por parte de la opinión pública y de la oposición, que le acusan de falta de liderazgo y de responsabilidad.

Otro factor que ha afectado la imagen de Scholz ha sido la gestión de la pandemia de COVID-19, que ha entrado en una nueva fase con la aparición de la variante Omicron. Aunque Alemania ha logrado mantener una tasa de mortalidad relativamente baja, el país ha registrado un aumento de los contagios y de la presión hospitalaria en las últimas semanas. El gobierno ha impuesto nuevas restricciones, como la obligatoriedad de la vacunación para ciertos sectores y la limitación de los contactos sociales, pero estas medidas han generado rechazo y protestas en algunos sectores de la población .

Scholz ha defendido la necesidad de estas medidas para contener la propagación del virus y proteger la salud pública, pero también ha reconocido que se trata de una situación “muy difícil” y que el gobierno debe mejorar la comunicación y la transparencia. Además, ha prometido impulsar la campaña de vacunación y de refuerzo, así como aumentar la capacidad de testeo y de rastreo de contactos.

Un tercer factor que ha influido en la valoración de Scholz ha sido el aumento de la inflación, que ha alcanzado su nivel más alto desde 1993, con un 5,2% en noviembre. Este fenómeno, que afecta a toda Europa, se debe principalmente a factores externos, como el encarecimiento de la energía y de las materias primas, así como a la recuperación de la demanda tras la crisis sanitaria. Sin embargo, muchos alemanes ven con preocupación el impacto de la inflación en su poder adquisitivo y en la estabilidad económica del país.

Scholz ha tratado de tranquilizar a los ciudadanos y ha asegurado que la inflación es un fenómeno “temporal” y que el gobierno tomará medidas para aliviar la carga de los consumidores, como reducir el impuesto al valor agregado (IVA) para la electricidad. También ha descartado una subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE), que podría frenar el crecimiento económico. No obstante, algunos expertos advierten que la inflación podría persistir más de lo esperado y que el gobierno debería estar preparado para actuar en caso de que se descontrole.

¿Qué puede hacer Scholz para recuperar la confianza?

Ante este escenario, Scholz se enfrenta al reto de recuperar la confianza de los ciudadanos y de su propio partido, que podría verse tentado de buscar un nuevo líder si las encuestas siguen siendo desfavorables. Para ello, el canciller alemán deberá demostrar su capacidad de liderazgo y de gestión, así como su habilidad para negociar con sus socios de coalición y con la oposición.

Además, Scholz deberá comunicar de forma más clara y convincente sus planes y objetivos, así como los beneficios de su política para el bienestar de los alemanes. También deberá escuchar las demandas y las preocupaciones de la sociedad civil, y buscar el consenso y el diálogo con los distintos actores sociales.

Finalmente, Scholz deberá afrontar los desafíos que plantea el futuro, como la transición ecológica, la digitalización, la integración europea y la cooperación internacional. Estos temas, que fueron clave en su campaña electoral, podrían ser también los que le permitan recuperar el apoyo de los votantes, especialmente de los más

jóvenes, que son los más sensibles a estos temas. Así, Scholz podría recuperar el espíritu reformista y progresista que lo llevó al poder, y que parece haberse diluido en medio de las crisis.

Con información de: DW

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