noviembre 22, 2018

Los días oscuros por venir en Chiapas

Juan Balboa

En varias regiones de Chiapas –en especial Los altos y la Selva- han regresado los grupos armados (paramilitares), aparecen reivindicando viejas demandas y amenazando con generar violencia. Hace unos meses publique un texto que sigue siendo vigente. Lo retomo porque considero que ayuda a entender los días oscuros que están por venir en Chiapas por la ingobernabilidad del aún gobernador Manuel Velasco Coello, un hombre que sólo se dedico hacer crecer sus cuentas bancarias y comprar inmuebles en el extranjero.

San Cristóbal de las Casas.-Son los mismos caminos, cuasi en donde la violencia de los noventa se concentró, aunque ahora los grupos que la generan en muchos municipios del estado no son entrenados por el Ejército mexicano, pues sus padrinazgos vienen del poder municipal o el estatal.

Cometen desmanes en Palenque o queman casas de alcaldesas en Oxchuc o Chenalhó. Se infiltran en marchas o forman grupos de choque para desgastar o desprestigiar a alguno de los movimientos sociales, entre los que se encuentran el de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.

“La mayoría, no todos, de estos grupos que aparecen de repente volviendo violenta alguna marcha pacífica son jóvenes y se les empieza a conocer como “los hijos de la contrainsurgencia”.

“Son los resabios de la guerra de baja intensidad, la contrainsurgencia, que enfrentó al Ejército Zapatista de Liberación Nacional”, no tiene duda Gonzalo Ituarte, vicario de Justicia y Paz de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas. Él es uno de los mediadores con mayor experiencia en conflictos de baja intensidad y entre comunidades indígenas.

Son, insiste el padre en entrevista con ejecentral, los herederos de la privatización de la guerra de los noventa. El mecanismo, explica, es el mismo: “En lugar de que el Ejército (ahora son políticos) se enfrente a los indios, pongo a éstos a pelear contra ellos mismos. Se privatiza. Así, se dice, es un pleito entre comunidades u organizaciones, entre religiones, y quienes tienen el poder quedan muy contentos.”

Es el mismo modelo, agrega el entrevistado en sus oficinas de la curia diocesana, de grupos violentos como los paramilitares, sólo que sin armas ni como paralelos al Ejército mexicano.

Armas blancas, varillas, palos… y pasamontañas

Eran como 15 jóvenes con pantalones de mezclilla negra, en su mayoría, camisas de colores y con pelo corto. Bajaban del norte de San Cristóbal de las Casas: muchos de La Hormiga, otros más de colonias cercanas al mayor centro poblacional fundado por evangélicos expulsados en los años setenta del municipio de San Juan Chamula.

Caminaban por el mercado principal de la ciudad hacia la plaza. En la espalda transportaban algo que semejaba una varilla o palo. En el camino recogían piedras. No tenían recato en hablar en voz alta hacia dónde se dirigían y lo que harían. Su misión era romper una supuesta manifestación de colonos protestando por la invasión de terrenos en zonas de reserva ecológica.

Los desmanes del 7 de junio pasado en el municipio de Palenque fueron provocados, según testigos, por jóvenes de corta edad con sus camisas en sus cabezas cubriéndoles los rostros. Ese día intentaron quemar la presidencia municipal y saquearon una sucursal de la tienda Coppel.

Agentes de animación y coordinación pastoral de la zona chol (norte de Chiapas), entre quienes se encuentra el padre Heriberto Cruz Vera, presenciaron los hechos de violencia e hicieron públicos sus testimonios. Así lo recuerda el párroco de la iglesia del Cristo Negro de Tila: “Fuimos testigos de cómo en la marcha de los maestros se metieron jóvenes encapuchados haciendo desorden. A nosotros nos tocó escuchar: ‘¿Qué vamos hacer a Coppel, qué vamos a robar?’ Después esos mismos jóvenes se fueron a saquear la tienda. Todo mundo pensó eran los maestros que participaban en una marcha en contra de la reforma educativa pero no…”

Hace referencia a un documento, ahora en poder de ejecentral, en donde todos los sacerdotes de la zona chol narran con detalle los hechos de que fueron testigos.

“En días previos al martes 7 de junio, en especial el mismo 7 de junio, vimos aparecer a grupos ajenos a la marcha que realizaban en Palenque los maestros, que ya desde el principio venían armados con garrotes y traían envueltas camisetas o camisas en su cabeza, muchos de ellos jóvenes de corta edad.

“Dicho grupo se empezó a infiltrar en la manifestación de maestros que concluyó frente al palacio municipal. Cuando terminó el mitin se hicieron presentes en la  presidencia, comenzando con los actos de vandalismo, rompiendo puertas y sacando sillas y equipo a la calle para posteriormente prenderle fuego… Se identificaban como miembros del grupo Movimiento Campesino Regional Independiente (Mocri) y dijeron venir del municipio de Chilón.

“Posteriormente se volvieron a la esquina (de la Secretaría) de Hacienda, donde rompieron vidrios, y de ahí a la quema de una camioneta de la policía municipal. En estos hechos se reconoció a jóvenes tatuados que viven en colonias periféricas de Palenque.

“Hacia las 2 de la tarde este mismo grupo que no era ya muy numeroso se dirigió a Coppel –donde inexplicablemente habían dejado abierta una puerta, pues la tienda había cerrado con anterioridad– y emprendieron actos de vandalismo, rompiendo vidrios y las cámaras de vigilancia, y levantaron otras cortinas. Muchas personas vieron a un grupo de soldados que habían estado resguardando la tienda que se retiraron sin intervenir en los hechos.”

Grupos de jóvenes han aparecido provocando violencia en otros municipios como Comitán, Berriozábal, Oxchuc, Chanal, Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas, Chilón, Salto de Agua, Tumbalá, Venustiano Carranza y Simojovel, por mencionar algunos.

El fantasma de Acteal

El fantasma de la masacre de Acteal vuelve a recorrer Chenalhó y revive políticamente a personeros de comunidades como Los Chorros, Puebla y Pechiquil, encarcelados o no, acusados de haber participado en la masacre del 22 de diciembre de 1997. En el conflicto poselectoral entre militantes de los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y Revolucionario Institucional (PRI) por lograr la presidencia municipal de Chenalhó “participaron, en los dos partidos, exdirigentes e integrantes” de los grupos paramilitares, según confirmaron a ejecentral integrantes de la organización civil Las Abejas.

“Vimos algunos (fueron 87 los procesados como autores materiales) de la masacre de Acteal, pero también a otros que no fueron encarcelados. Unos apoyaron a la presidenta Rosa Pérez, otros al síndico municipal Miguel Sántiz Álvarez, actual presidente sustituto.

“Primero la liberación de los acusados de la masacre (expediente penal número 224/1997 por los delitos de homicidio calificado, lesiones calificadas, portación de armas de fuego sin licencia y de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea), y después su presencia en el conflicto por el poder municipal, alarmó a las comunidades que han sido constantemente agredidas”, aseguraron en entrevista dos miembros de Las Abejas que pidieron el anonimato.

La inseguridad empezó a permear desde el año pasado. Una estela de agresiones en contra de miembros de la organización Las Abejas –con argumentos como no aceptar proyecto gubernamental de servicio de drenaje y pagar una multa de 5 mil pesos por no aceptar un cargo– se suma a las presiones a comunidades enteras que son obligadas a migrar hacia otras comunidades o regiones.

La Mesa Directiva de Las Abejas señala a dos ex presos acusados de la masacre de Acteal de participar actualmente en las agresiones a sus miembros y fomentar la violencia, Alonzo Entzín López y Lorenzo Gómez Hernández, y han pedido al gobierno del estado que se “determine el no acercamiento de los involucrados en la masacre de Acteal a las comunidades, familias y personas pertenecientes a nuestra organización.”

El vicario de Justicia y Paz, Gonzalo Ituarte, recuerda que en la zona de Chenalhó se mantienen rencores y divisiones, pero reitera durante la entrevista que en las regiones indias renace el modelo de guerra de baja intensidad, la contrainsurgencia, porque quienes formaron los grupos paramilitares les dieron poder político y económico a estos grupos. “En el caso de Acteal fue encarcelado un grupo de ellos, después liberado, retomando presencia en la región de los Altos y el norte del estado. Todo esto, además de una situación nacional de ingobernabilidad, de muchos territorios no controlados por el Estado, genera este tipo de situación”, sostuvo.

Agitación

De junio 2015 a la fecha, Chiapas ha vivido grandes contrastes sociales, de luces y sombras en la política, pero la violencia en toda la geografía estatal es una constante, desde hombres con pasamontañas quemando las instalaciones de la Sección 40, pasando por la irrupción de miles de maestros en las sedes de los partidos políticos, quemando muebles y documentos, hasta la amenaza velada a alcaldesas.

›5 de junio 2015. Maestros queman sedes de partidos políticos en Tuxtla Gutiérrez, la capital. Miles de docentes irrumpieron en las sedes de los partidos políticos en esta capital y quemaron muebles, documentos y propaganda electoral. Miembros de la CNTE atacaron oficinas de nueve partidos con registro, entre ellas las del oficialista PRI, el conservador PAN y el izquierdista PRD.

›15 de abril 2016. En Tuxtla Gutiérrez, maestros de la CNTE se enfrentaron en dos ciudades con la Policía Federal. Durante las acciones quemaron el edificio de la presidencia de San Cristóbal y autos. Con gases lacrimógenos, cientos de policías frustraron el paso de maestros de las secciones 7 y 40 del SNTE, quienes trataron de bloquear la entrada poniente a la capital del estado.

›7 de junio 2016. Incendian alcaldía. Palenque, Chiapas. Hombres encapuchados quemaron el edificio de la presidencia de este municipio enclavado en la región norte de Chiapas y, posteriormente, habitantes saquearon una sucursal de la tienda departamental Coppel, llevándose aparatos electrodomésticos, ropa y llantas. Algunos supermercados fueron atracados después.

›16 de junio 2016. Encapuchados provocan daños en inmueble de Educación. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Desconocidos causaron destrozos en la madrugada a las oficinas de la Secretaría de Educación, donde dañaron mobiliario y quemaron documentación. Personas encapuchadas llegaron alrededor de las 05:00 horas a las oficinas, sometieron a tres vigilantes y causaron averías.

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La violencia recorre el mapa paramilitar de los noventa

La cartografía de la paramilitarización en Chiapas fue trazada en pocos meses (1995/1997), siempre a la par del avance del Ejército mexicano por regiones consideradas con presencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el cual irrumpió en la vida política-militar en enero de 1994.

Paz y Justicia fue el primer grupo paramilitar que se conoció. Apareció con las siglas de una organización india vinculada al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la región norte de Chiapas. Poco después se supo de la actividad de Los Chinchulines. Le siguieron Máscara Roja en los Altos de Chiapas y Movimiento Indígena Revolucionario Antizapatista (MIRA) en la selva.

En algunos de los municipios de Chiapas donde operaban indígenas y campesinos entrenados y apoyados por el Ejército mexicano hoy están haciendo acto de presencia grupos de personas  –principalmente jóvenes– organizados y violentos utilizados por funcionarios vinculados a gobiernos municipales y estatales. Su objetivo es desgastar y desprestigiar a los movimientos con demandas sociales, laborales y políticas.

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