Berenice Moreno

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Abrazos, vino, música y hostias contrastaron con el rostro nostálgico y hasta con un dejo de impotencia de los indios seguidores del caminante. Los “auténticos coletos” celebraron así el retiro del obispo Samuel Ruiz García.

Sin perder la altivez, los sancristobalenses “de cepa” no ocultaron el orgullo y entraron a la catedral. Ahí, hincados frente el atrio, oraron para agradecer a Dios por la salida definitiva de Ruiz García de San Cristóbal de Las Casas.

Esta vez los “coletos” no llevaban huevos, ni cohetes, ni frutas podridas para lanzar contra el obispo Samuel y la catedral. Hubo regocijo, júbilo, flores y hasta comulgaron, tras seis años de autoexilio y enfrentamiento religioso con el jtatik.

Bien portados, atuendos de marca, cadenas y relojes caros, recibieron el sacramento y hasta la bendición. El agua bendita mojó parte del cabello y la ropa. Compartían risas discretas mientras Ruiz García entregaba la diócesis a Felipe Arizmendi Esquivel.

Desde allí el obispo pidió perdón a Cristo por sus errores humanos y pasó por alto los agravios cometidos por los “auténticos” contra esa congregación religiosa. Los coletos dieron rienda suelta a su fervor cristiano, con el código canónico, y la felicidad por lo que ellos en forma infructuosa intentaron durante la década reciente: expulsar a Ruiz García de Chiapas.

Hace seis años comerciantes, hoteleros y ciudadanos de la clase alta formaron el Frente Cívico de San Cristóbal de Las Casas –o “auténticos coletos”– para defenderse, según ellos, del “obispo rojo”, quien sublevó a los indios para quitarles las canonjías políticas y económicas que gozan desde la conquista española.

Ahora quemaban cirios, velas y veladoras y no ataúdes con la figura de Ruiz García; rezaron el padrenuestro y no consignas de muerte contra el obispo que durante cuatro décadas gobernó la diócesis.

Bien portados, los “auténticos coletos” abarrotaron la catedral y recibieron bendiciones de manos de los principales jerarcas católicos: el nuncio Sandri, el cardenal Norberto Rivera, entre otros religiosos, en lugar de una excomulgación por sus agresiones a la Iglesia.

Uno de los principales precursores de los ataques contra Ruiz García, el alcalde priista de San Cristóbal de Las Casas, Mariano Díaz Ochoa, degustó la hostia y el buen vino, repartió abrazos y hasta bromas de que por fin los años acabaron con su principal enemigo.

“Con la llegada de Arizmendi Esquivel tenemos mucha esperanza. Creo viene a unir a toda la diócesis y caminemos juntos. Lo único que pedimos como municipio es un acercamiento con toda la población”, dijo al término de la celebración religiosa.

Díaz Ochoa argumentó que acudió a la catedral por una invitación expresa del obispo Arizmendi. Altivo, como principal cabeza de los “auténticos coletos”, no mostró arrepentimiento de la campaña de agresiones contra Ruiz García. Además dijo que la llegada del nuevo obispo les abrió de nuevo las puertas del templo diocesano.

Ellos, quienes rehúsan llamar hermanos a otros de piel cobriza y andar descalzo, retornaron como un rebaño más a la guía del nuevo pastor: Felipe Arizmendi. (Tomado del semanario Páginas, mayo 2000).

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