Agencias, Ciudad de México.- El Liverpool no pudo ampliar su ventaja como líder al no pasar del empate 2-2 en casa ante un Manchester United en crisis, en el partido estelar de la 20ª jornada del campeonato inglés.

“Sentimos que hemos perdido dos puntos”, admitió el entrenador del Liverpool, Arne Slot.

El argentino Lisandro Martínez (minuto 52) había adelantado a los ‘Red Devils’ en Anfield, antes de que los locales remontaran provisionalmente con tantos del neerlandés Cody Gakpo (59) y del egipcio Mohamed Salah (70 de penal). El tanto de la igualada definitiva lo firmó el marfileño Amad Diallo en el 80.

En el descuento final, el United tuvo la victoria muy cerca pero Harry Maguire remató muy alto en una posición muy favorable en el área (90+7).

“Podría haber sido peor, si somos sinceros. Estoy muy decepcionado por haber dejado escapar estos puntos en casa”, afirmó el capitán del Liverpool, Virgil Van Dijk.

Con 46 puntos, el Liverpool no pudo aprovechar el tropiezo que había tenido el Arsenal (2º, 40) al empatar 1-1 en Brighton.

La diferencia entre ambos equipos sigue en seis puntos, si bien es cierto que los ‘Reds’ tienen un partido disputado menos que los londinenses, el derbi ante el Everton que fue aplazado por una tormenta.

El clásico entre Liverpool y Manchester United solía involucrar la rivalidad más feroz del fútbol inglés. El encuentro en Anfield enfrentó a dos equipos que van en direcciones opuestas.

Liverpool, líder de la Liga Premier inglesa y de la Liga de Campeones de Europa, tiene como objetivo igualar el récord del United, de 20 títulos nacionales. Y aspira incluso a más.

Ha caído ante el United solo una vez en siete años en la Premier, y ganó 3-0 el duelo más reciente, disputado en Old Trafford en septiembre.

El United está más cerca de la zona de descenso que de la cima en otra campaña calamitosa que ha incluido la salida de un entrenador y un director deportivo, así como el exilio de uno de sus principales jugadores.

La diferencia entre Liverpool y United se está ampliando hasta el punto en que uno está en la contienda por un póquer de trofeos y el otro habla de sobrevivir en la máxima categoría.

¿Cómo han terminado los dos equipos más exitosos del fútbol inglés en situaciones tan diferentes?

United ha estado en un declive alarmante desde que conquistó su vigésimo título, un récord, en la campaña de 2013, última de Alex Ferguson como entrenador.

No ha estado cerca de ganar otro cetro desde el retiro de Ferguson. Ruben Amorim es el sexto entrenador permanente contratado en más de 11 años.

David Moyes, Louis van Gaal, Jose Mourinho, Ole Gunnar Solskjaer y Erik ten Hag no lograron éxito de manera consistente, y la agitación por tantos cambios de entrenadores ha frenado repetidamente a United, que ha cambiado de rumbo constantemente.

Amorim ha comprendido muy pronto la enormidad del reto después de seis derrotas en sus últimos ocho partidos. Esta semana admitió que podría estar en una lucha por el descenso.

“Es una posibilidad”, dijo. “Tenemos que ser claros con nuestros aficionados”.

Mientras que los Red Devils han sido un desastre en sus intentos de reemplazar a un gran entrenador, Liverpool ha hecho que la tarea parezca fácil.

Arne Slot asumió la difícil tarea de llenar el vacío dejado por Jürgen Klopp al final de la temporada anterior y ha llevado al equipo a nuevos niveles.

Klopp ganó una colección completa de títulos en Anfield. Lo único que le impidió tener más éxito en la Premier, donde sólo alzó el trofeo de 2020, fue el Manchester City de Pep Guardiola.

Slot tiene a Liverpool liderando la Premier por seis puntos con un partido menos, la Liga de Campeones por tres unidades, y ha llegado ya a las semifinales de la Copa de la Liga inglesa.

Quizás ha tenido la suerte de tomar el mando cuando City ha entrado en caída libre, pero las 14 victorias de Liverpool en 18 partidos en la liga harían a un equipo candidato al título en cualquier temporada.

Los dirigentes han gastado miles de millones en el United, pero ha habido más errores costosos que éxitos en las transferencias.

Fichajes estrella como el argentino Ángel di María, el chileno Alexis Sánchez, Paul Pogba, Casemiro y Jadon Sancho han resultado ser grandes decepciones. Desde el último periodo de transferencias, fichajes como Joshua Zirkzee o Matthijs de Ligt han tenido dificultades.

Es probable que Amorim tenga que acceder a algunas ventas en enero si quiere traer a más jugadores y Marcus Rashford, recientemente excluido del equipo, podría ser su mejor oportunidad para recaudar fondos.

Por el contrario, Liverpool ha sido uno de los operadores más astutos en el mercado de transferencias durante la última década. Cuando ha gastado mucho, generalmente ha gastado bien, con figuras como Virgil van Dijk y Alisson, que han sido pilares de su palmarés de trofeos. Mohamed Salah y Andy Robertson fueron gangas relativas.

Bajo la propiedad del Fenway Sports Group (FSG), el conglomerado estadounidense que también es propietario de los Medias Rojas de Boston, Liverpool se convirtió nuevamente en una escuadra importante en Inglaterra y Europa, y cortó una sequía de títulos de 30 años en la Premier.

La contratación de Klopp fue fundamental para eso, pero también lo fue Michael Edwards, el director deportivo que tiene el mérito de muchos éxitos en transferencias. Dejó el cargo en 2022 pero ha vuelto como director ejecutivo de fútbol de FSG y ayudó a guiar la transición de Slot.

La familia estadounidense Glazer, propietaria del United, ha enfrentado protestas de los aficionados con frecuencia desde 2005, cuando realizó la compra apalancada del club.

La inversión minoritaria del multimillonario británico Jim Ratcliffe generó optimismo el año pasado. Asumió el control de las operaciones deportivas del club, pero sin los resultados planeados hasta ahora.

Ten Hag fue despedido meses después de firmar una extensión de contrato y el director deportivo Dan Ashworth se marchó después de menos de un semestre de gestión. Las contrataciones en el primer periodo de transferencias de verano por parte de Ratcliffe también parecen cuestionables.

El United es 14to en la Premier y está sólo a siete puntos de la zona de descenso.

Liverpool está disfrutando de una campaña sobresaliente pero con grandes problemas por resolver.

Salah, Van Dijk y Trent Alexander Arnold terminan contrato después de esta temporada. Salah y Van Dijk rebasan los 30 años y es motivo de debate la vigencia del contrato que Liverpool debería ofrecerles.

Alexander Arnold, mientras tanto, sería pretendido por el Real Madrid.

La preocupación inmediata de Amorim es cómo revertir la mala forma de United. A largo plazo, su plantilla parece poco adecuada para su sistema preferido.

El United no gana en Anfield desde 2016, una racha que abarca nueve duelos en distintos certámenes. Al menos, los dirigidos por el portugués Celso Amorim lograron su primer punto desde el 15 de diciembre, cuando superaron 2-1 al Manchester City.

“Es un punto, un punto merecido, pero sólo uno. Y debemos estar disgustados”, comentó sin embargo Amorim. “Hoy deberíamos estar realmente decepcionados”.

Fue Diallo quien aportó el tanto decisivo en aquella ocasión, tal como ocurrió en el triunfo del United por 4-3 sobre el Liverpool en la Copa de la FA, el año pasado.

El resultado pudo haber sido mejor para el United. Harry Maguire disparó por encima del arco, a unos pasos del mismo, en el tiempo de descuento.

Liverpool tuvo también sus oportunidades de ganar. Virgil van Dijk cabeceó directo a las manos del arquero Andre Onana en los últimos compases.

“Durante todo el partido generamos más oportunidades que ellos. Se siente que haber rescatado un punto es algo, pero al analizar el partido, yo hubiera esperado más”, comentó Arne Slot, estratega de Liverpool.

El Liverpool llegaba al partido contra el Manchester, disputado bajo una insistente lluvia, después de haber encadenado tres triunfos ligueros y el United, ahora decimotercer clasificado, lo hacía tras tres derrotas seguidas.

La racha de ambos se cortó por lo tanto con este empate, aunque la situación es evidentemente mucho más dramática para el Manchester United, que está a 23 puntos de su rival de esta tarde y 6 por encima de los puestos de descenso.

El empate de encuentro permite al menos al equipo de Ruben Amorim volver a sentirse competitivo ante la formación de moda de esta temporada en Inglaterra y en Europa, a la vez que cortó su sequía goleadora, después de tres partidos seguidos sin marcar.

El encargado de devolver al United al gol fue Lisandro Martínez (52), que recibió en el área de Bruno Fernandes y envió un potente tiro cruzado que dio en el larguero de la portería de Alisson antes de entrar en el arco de los locales.

La reacción del Liverpool no tardó en llegar. Asistido por el argentino Alexis Mac Allister, Gakpo regateó en el área a Matthijs De Ligt antes de acomodarse una posición de disparo, directo a la escuadra de André Onana (59).

De Ligt tuvo una tarde para olvidar. Una mano suya fue castigada con un penal que Salah, líder de los goleadores de la Premier League ahora con 18 dianas, transformó en el 70.

Su gol llegó apenas dos días después de unas declaraciones en las que hablaba de que se sentía en su “último año” en el Liverpool, lo que hizo pensar que no es probable la renovación de su contrato, que termina en junio.

Cuando el United parecía dirigirse a una nueva derrota, un balón servido por el argentino Alejandro Garnacho permitió a Amad Diallo (80), solo desde la zona del punto de penal, establecer el 2-2 definitivo.

“Si somos capaces de tener este nivel ante el Liverpool, líder de la liga, ¿por qué no lo conseguimos ante los demás? Eso es algo que me frustra”, reconoció el capitán del United, Bruno Fernandes.

Con el agua al cuello, después de tres derrotas consecutivas en la Premier League, el técnico Rúben Amorim tomó aire en su visita a Anfield, donde el Manchester United rescató un punto al empatar con el Liverpool (2-2), incapaz de aprovechar el pinchazo del Arsenal para aumentar su ventaja en el liderato.

Anfield recibió con ganas a su rival tradicional. Los trabajadores del club ‘red’ se emplearon a fondo para retirar la nieve que al inicio del partido lucía en las bandas. Una sensación térmica de -4 grados no impidió un ambiente caliente para el Manchester United, con todas las alarmas encendidas por sus últimos resultados.

En concreto, cuatro derrotas consecutivas, tres en la Premier League y una en la Copa de Inglaterra. Desde 1979, el Manchester United no acumulaba tantos partidos seguidos perdidos y la figura del técnico Rúben Amorim, hasta hace unos meses un héroe en el Sporting de Portugal, pasaba a ser la de un villano por tierras inglesas.

De hecho, el mal arranque de la etapa de Amorim ensalzó la del técnico anterior, el interino Ruud van Nistelrooy, con mejores marcadores que su sucesor y con un aura más mítica por su gran pasado en los ‘Diablos Rojos’.

El caso es que el United tenía que sumar puntos. De cualquier manera. Fallar otra vez podía ser una losa muy pesada y por eso Amorim retocó su alineación respecto a su última derrota contra el Newcastle (0-2). Casemiro, Christian Eriksen y Joshua Zirkzee se quedaron en el banquillo. Manuel Ugarte y Bruno Fernandes, que sancionados la pasada jornada, regresaron al once, igual que Kobbie Mainoo.

Enfrente, Arne Slot no tenía mucho que retocar cuando su equipo funciona a toda máquina. Sólo Ibrahima Konaté, en el centro de la defensa, sustituyó al lesionado Joe Gomez. El resto, fueron los mismos que golearon al West Ham (0-5) y que habitualmente marcan el paso en el Liverpool.

De inicio, no hubo sorpresas. Ocurrió lo esperado, que el Liverpool se hizo con el dominio total del encuentro, con Alexis Mac Allister al mando de casi todas las operaciones en ataque y con el United encerrado en su parcela del terreno de juego para sorprender al contragolpe.

El equipo de Amorim se resguardó bien detrás de un muro, que, sin embargo, el Liverpool sí que consiguió derribar en ocasiones. Abrió algunas brechas y al cuarto de hora llegó la primera ocasión clara con un mano a mano de Cody Gakpo que cruzó en exceso ante André Onana.

Mac Allister dio continuidad a esa ocasión y sumó otra apenas dos minutos después. El hombre que anunció esta semana que era su última temporada en el Liverpool, Mohamed Salah, firmó un pase excelso desde la banda izquierda que remató a bote pronto el argentino y al que respondió Onana con una gran intervención.

El United aguantaba los mordiscos de su rival e incluso se permitió el lujo de sumar un par de contragolpes que estaban en la pizarra de Amorim. Y siempre, por la banda izquierda, donde aprovecharon la debilidad de Trent Alexander-Arnold, el más débil del encuentro. Tácticamente, falló al trazar la línea del fuera de juego y su equipo estuvo a punto de pagarlo caro.

Primero, con una internada de Diogo Dalot que remató mal Amad Diallo. Y después, Rasmus Hojlund se coló por su zona y falló un mano a mano ante Alisson, que frenó en seco al delantero danés con el cuerpo para evidenciar la falta de instinto asesino de un buen atacante pero con falta de mordiente.

Al descanso, el dominio fue para el Liverpool. Pero, curiosamente, las ocasiones más claras fueron para el United. Amorim seguro que rezó en los vestuarios para no pagar caro en el segundo acto no haber aprovechado sus ocasiones. Pero todo podía pasar, el United había dejado algún brote verde para sacar algo de Anfield.

Entonces, apareció Lisandro Martínez para golpear primero y hacer lo que no consiguieron sus compañeros de ataque: marcar. Justo en la reanudación, muy encima durante todo el partido de Salah, se anticipó al egipcio en el centro del campo para ceder la pelota a Bruno Fernandes. Con descaro se introdujo dentro del área, recibió un pase filtrado de su compañero y fusiló a Alisson.

Esa alegría que tanto necesitaba el United duró poco. Apenas siete minutos, los que transcurrieron entre el 52 y el 59, cuando Gakpo se encontró dentro del área con un pase filtrado de Gravenberch; sentó con un recorte espectacular a Matthijs de Ligt y lanzó un zambombazo imparable para Onana.

Y precisamente, De Ligt, volvió a ser clave para el Liverpool, que se encontró con una mano clarísima del central neerlandés a un remate de Gakpo. Desde el VAR avisaron al árbitro Michael Oliver y Salah no falló desde los once metros con un disparo que llegó a tocar Onana.

El gol número 18 del egipcio con el que superó en la tabla de goleadores a Erling Haaland, ya fue una losa muy pesada para el United, pero no decisiva. No se vino abajo pese a que en un suspiro pasó de la felicidad del 0-1 a la ruina del 2-1. Tenía veinte minutos para empatar y lo consiguió por la misma grieta de siempre, la banda derecha del Liverpool.

En esa ocasión, fue Alejandro Garnacho quien entró por la zona de Alexander-Arnold. Llegó hasta la línea de fondo, mandó la pelota al corazón del área y Diallo remachó la faena. El United estaba vivo. Amorim, también. Y aún había ambición en sus venas. Querían la victoria, no se arrugaron y se echaron hacia delante convirtiendo el duelo en un correcalles.

Entonces, Onana se hizo grande para salvar un disparo de Conor Bradley y un cabezazo de Virgil Van Dijk. Allison tampoco se quedó atrás, porque frenó a Ugarte y en el 97, Harry Maguire, mandó la pelota a las nubes con la portería vacía.

Al final, el marcador se quedó como estaba, un empate (2-2) que permitió tomar aire a Rúben Amorim y que evitó que el Liverpool aprovechara el pinchazo del Arsenal. Las distancias arriba se mantienen y el líder sigue con seis puntos de ventaja sobre su máximo rival por el título.

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