Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- El terremoto que sacudió a la Ciudad de México en fechas recientes registró mayores niveles de intensidad en comparación al sismo de 1985, según datos preliminares de la Universidad Nacional Autónoma de México.
De acuerdo con los Mapas de Aceleración Estimada para el Valle de México, con los cuales se mide la intensidad de los sismos, el terremoto de 2017 registró una aceleración máxima de 58.83 centímetros sobre segundo al cuadrado (cm/s*s), mientras que el terremoto de 1985 registró una aceleración máxima de 32.58 cm/s*s, según datos de la UNAM.
De acuerdo con el reporte del Servicio Sismológico Nacional y la UNAM, datos preliminares señalan que el rango de aceleración máxima del suelo en el Valle de México durante el sismo reciente varía entre los 20 y 112 centímetros sobre segundo al cuadrado, siendo los estados de Morelos, Puebla y parte de Guerrero donde se percibieron las intensidades más fuertes.
Como explicó la UNAM a raíz del sismo del 7 de septiembre que devastó Oaxaca y Chiapas, es preciso recalcar que existe una diferencia entre los conceptos de magnitud e intensidad. La magnitud mide la energía liberada en el epicentro del sismo, mientras que la intensidad mide la manera en que esta energía se libera a través del subsuelo.
Algo que permite explicar por qué un sismo como el de 1985, con magnitud 8.1 con epicentro en las costas de Michoacán (a casi 400 kilómetros de ditancia de la CDMX), ocasionó niveles de intensidad y destrucción equiparables a los del terremoto de 2017 con magnitud de 7.1 con epicentro en Puebla-Morelos (a 160 kilómetros de la CDMX).
En este sentido, el Instituto de Ingeniería presentó una serie de mapas en los que se puede constatar que los niveles de intensidad registrados en algunas zonas de la Ciudad de México durante el último sismo presentan niveles de aceleración del subsuelo por encima de los 135 cm/s*s.
Un dato interesante, tomando en cuenta que el terremoto de 1985 registró un rango de aceleración entre 32.54 y 161.63 cm/s*s, según registros acelerográficos de la Red Sísmica Mexicana recopilados por la UNAM.
“Los mapas presentan intensidades símicas, es decir, medidas locales de la severidad del movimiento que se experimentaría en el suelo o en la azotea de edificios de diferentes alturas. Cuanto mayores las intensidades, mayores las fuerzas que el sismo impondrá a los edificios”, señala el Instituto de Ingeniería de la UNAM respecto a la explicación técnica de los mapas.
Cada mapa corresponde a la aceleración máxima que hubiera experimentado un observador localizado en cierta situación. El primer mapa (T=0) se refiere a la aceleración máxima que experimentaría un observador parado en el suelo o en la azotea de una casa de un piso. El segundo mapa (T=0.3 seg) muestra las aceleraciones que se sentirían en la azotea de una casa de alrededor de dos o tres pisos.
“Sin embargo, el daño que sufra un edificio depende tanto de la severidad del movimiento como de la resistencia del propio edificio. Dos edificios de la misma altura sometidos al mismo movimiento del suelo podrán tener daños diferentes dependiendo de su diseño y la calidad de su construcción”, añade el documento.
El tercer mapa (T=1.0 seg) presenta las aceleraciones máximas que ocurrirían en la azotea de un edificio de 8 a 12 pisos, mientras que el último (T=2 seg) indica las aceleraciones máximas en la azotea de un edificio de entre 16 a 20 pisos.
Lo anterior permite entender cómo es que, contrario a información errónea divulgada por algunos medios de comunicación, los niveles de intensidad y desastre ocasionados durante los sismos del 19 de septiembre de 1985 y 2017 resultan equiparables entre sí.
Sin embargo, cabe aclarar que los registros del reciente sismo siguen siendo preliminares y todavía deben ser revisados por los especialistas, antes de que puedan considerarse como definitivos.