Perfiles Políticos/Por Francisco J. Siller/Ciudad de México.- Sin aplausos, ni interrupciones y con un Patio de Honor vacío en el Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió un informe al pueblo de México. Faltó un plan de rescate económico realista, que permita remontar la crisis de salud y económica que afectará al país en los meses por venir.
No hubo como se esperaba el anuncio de acciones concretas para reactivar la economía nacional, para salvaguardar a las empresas y evitar que miles y miles de empleos se pierdan por la quiebra de pymes y de empresas pequeñas y medianas, que son las que dan trabajo a la mayoría de los mexicanos.
Más bien fue un mensaje político, un tanto triunfalista en el que sus programas sociales son la base de las acciones para remontar lo que llamó una crisis transitoria. Esta seguro que con los apoyos de subsistencia a la población y con sus proyectos de infraestructura, la economía se reactivará este mismo año.
Un modelo económico que sólo beneficia a minorías no produce bienestar general, sino al contrario, engendra miseria pública y violencia, dijo para justificar que el gobierno federal no tenga intenciones de apoyar a las empresas, porque de hacerlo así sería ajustarse al modelo neoliberal o neoporfirista.
Para el presidente, la fórmula correcta está en la suma de tres elementos básicos: mayor inversión pública para el desarrollo económico y social, empleo pleno y honestidad, y austeridad republicana. El apoyo a la planta productiva lo considera como un regreso al pasado.
Por cierto que el acuerdo al que había llegado con los organismos empresariales de otorgar líneas de crédito para las empresas –a través de Nafinsa–, no lo incluyó, ni lo mencionó en los 55 con 40 segundos que duró su discurso. Su optimismo superó a la realidad de la crisis por el COVID-19 y el destino de la economía.
Como es su costumbre, López Obrador no dejó de lado sus lecciones de historia, que incluyeron en su primer informe trimestral a Franklin Delano Roosevelt, a Simón Bolivar y desde luego a Benito Juárez y no desaprovecho el momento para criticar a los gobiernos neoliberalistas causante de las crisis recurrentes que han afectado a México.
Para él, en este mensaje plagado de retórica ideológica –clásica del neosocialismo– ahora primero es el bienestar del pueblo y después lo mismo, el bienestar del pueblo y nunca, jamás los privilegios, la corrupción, el saqueo y la impunidad. Y lo dice porque esta convencido que solo gobierna para los pobres.
Dos temas resaltaron en su discurso. Uno fue sobre la devolución de IVA a las empresas y el otro sobre el precio de las gasolinas. Pareciera una graciosa concesión sobre este impuesto, que se están tardando en retornar y sobre la gasolina, olvidó decir que el precio ha bajado por la caída en los precios internacionales del petróleo.
Algo que preocupa es el anuncio de que para financiar su plan sin aumentar impuestos ni decretar gasolinazos, se recurrirá a utilizar los ahorros del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios y los recursos de los fideicomisos, que no se recuperarán mientras México no crezca al menos en un 3 por ciento anual.
Y ello no se dara, ni este año, ni el próximo, cuando se espera un decrecimiento de la economía, contrario a las espectativas presidenciales…
Francisco J. Siller
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