Agencias/Ciudad de México.- Algo extremadamente poderoso permanece oculto en el interior de nuestra galaxia. Algo tan potente que consigue que la Vía Láctea entera brille con una especie de neblina de rayos gamma, con energías que superan ampliamente cualquier cosa que los físicos puedan producir en la Tierra.

Eso es lo que acaba de descubrir un equipo de investigadores del experimento Tibet AS-Gamma, en China, cuyo trabajo acaba de ser aceptado para publicarse en Physical Review Letters. Los rayos gamma detectados parecen venir de todo el disco galáctico, y alcanzaron una energía de casi un petaelectronvoltio (PeV), es decir, mil billones de electronvoltios, cientos de veces más de lo que es posible alcanzar en el más potente de nuestros aceleradores.

El halo fue detectado por el observatorio Compton de la NASA, que es un satélite con un telescopio de rayos gamma. El reporte correspondiente fue presentado ante la Asociación de Astronomía de Estados Unidos.

No hay nada allá afuera que debería estar generando rayos gamma , dijo Dave Dixon, investigador de la Universidad de California-Riverside, quien divulgó el hallazgo.

Hay un proceso de alta energía que se está desarrollando allá afuera , dijo Dixon. El espacio que rodea a nuestra galaxia carece de elementos que pudieran generar rayos gamma .

La astrofísica Lynn Cominsky de la Universidad de Sonoma en California, dijo al diario Los Angeles Times que el hallazgo podría despejar uno de los grandes misterios de la astronomía: la composición de la llamada materia obscura que se cree conforma un 90 por ciento del universo.

Es la primera luz que se vierte sobre la materia obscura , dijo Cominsky.

El halo mide varios billones de kilómetros de anchura y se extiende hacia el espacio profundo desde la Vía Láctea.

De acuerdo a un sistema para medir energía electromagnética, un rayo gamma tiene 1.000 millones de veces más energía que un fotón de luz ordinaria. Sin embargo, los rayos gamma no llegan a la Tierra porque son absorbidos por la atmósfera.

Los científicos tienen un gran interés en los rayos gamma porque probablemente son causados por los eventos más interesantes y violentos del universo, como los nacimientos de las galaxias y las muertes de las estrellas.

Una teoría sostiene que el halo se origina en el choque espacial entre partículas cargadas de electricidad con fotones de menor energía.

Según los expertos, en otras galaxias miles de estrellas mueren constantemente mientras que nacen aún más estrellas mediante explosiones nucleares. Tales reacciones generan muchas partículas de alta energía, lo cual podría explicar la presencia de rayos gamma.

¿Qué son los rayos Gamma?

Los rayos cósmicos están hechos de partículas que cruzan el universo a velocidades próximas a la de la luz. Pueden ser electrones, protones e incluso núcleos de elementos pesados. Se sabe que se originan en fenómenos muy violentos, como en la explosión de una supernova, la colisión de dos estrellas o cuando un agujero negro engulle una nube de gas, pero aún se desconoce mucho de su naturaleza y propiedades.

La energía de estos rayos se mide en electronvoltios (eV), la unidad de energía favorita de los físicos de partículas, que representa la energía que adquiere un electrón cuando se ve sometido a una diferencia de potencial de un voltio. Para orientación, pensemos que el mayor acelerador de partículas existente, el Gran Colisionador de Hadrones del CERN en Ginebra, alcanza energías del orden de 13 tera-electronvoltios (TeV), esto es, 13 billones de eV.

Los rayos cósmicos más energéticos son menos abundantes que los de menor energía. El punto de inflexión de sus energías tiene lugar a unos 1000 TeV: lo que se conoce como un peta-electronvoltio, PeV. Mediante procesos en la Vía Láctea se alcanzan frecuentemente valores de hasta el PeV, pero los rayos cósmicos con energías superiores son muy raros, los pocos que se observan deben de proceder de otras galaxias.

A pesar sus energías tan elevadas, es muy difícil localizar con precisión el lugar desde el que se originan estos rayos cósmicos. Y es que, al estar constituidos por partículas cargadas, los rayos que nos llegan a la Tierra han ido cambiando de dirección siguiendo las líneas caprichosas de los campos magnéticos que permean el medio interestelar.

Para averiguar su origen, en lugar de localizar los rayos cósmicos directamente, se puede tratar de observar algunos de los efectos que ocasionan. Por ejemplo, si un haz de rayos cósmicos alcanza una nube interestelar, su interacción con el gas produce radiación gamma, esto es, radiación electromagnética muy energética que viaja sin alterar su rumbo y que nos indica su origen sin ambigüedades. Cuando estos rayos gamma (o los propios rayos cósmicos) alcanzan la atmósfera terrestre o una masa de agua, la interacción de la radiación con la materia produce, a su vez, una radiación azulada que recibe el nombre de radiación de Cherenkov.

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