Agencias, Ciudad de México.- Pocos días antes de que Rusia invadiera Ucrania, el Presidente estadounidense Joe Biden discretamente despachó a un grupo de emisarios a la sede de la Unión Europea en Bruselas.

No se trató de espías ni de jerarcas militares, sino expertos en el flujo de dineros y en el intercambio de chips de computadoras y otros productos a nivel mundial. Su misión: encontrar maneras de infligir el mayor dolor posible al Presidente ruso Vladimir Putin, para hacerle imposible, o al menos complicarle, financiar una guerra prolongada en Ucrania y acceder a tecnologías bélicas modernas.

Hubo intensas reuniones en febrero en Bruselas, París y Berlín, algunas de ellas de hasta seis horas, en momentos en que los aliados trataban de elaborar los detalles de un bloqueo económico sin precedente, revelan fuentes del gobierno estadounidense.

Algunas de las exportaciones rusas que Estados Unidos deseaba bloquear se toparon con la resistencia de los europeos, quienes tendrían que decirle a sus propias compañías que tendrán que perder miles de millones de dólares en ganancias por productos rusos.

Cuando las negociaciones se estancaban, los emisarios llamaban por teléfono a la secretaria de Comercio estadounidense Gina Raimondo.

“Si quieren pueden decir ‘no’ ahorita, pero cuando empiecen a verse los muertos de Ucrania, van a quedar en una posición incómoda”, expresó Raimondo a los delegados de los demás países. “Tienen que hacer lo correcto”.

Al final todos se sumaron a los planes, aun antes de la invasión.

Raimondo dijo que lo que llevó al acuerdo tan rápido fue la amenaza del inminente ataque ruso contra Ucrania.

“Fue bien rápido que todos quedaron convencidos, que era ahora de unirse y de permanecer unidos”, aseveró la funcionaria.

“Si lográbamos aislar a Putin y causarle daños económicos, mejor probabilidad teníamos de poner fin a esta guerra”, añadió.

Las naciones más prósperas del mundo — a excepción de China — están directamente oponiéndose a Putin en las condiciones que más les favorecen. Están imponiendo sanciones en áreas en que sus fortalezas coinciden con las vulnerabilidades de Rusia.

Rusia depende de Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur para obtener inversiones y tecnologías de punta, así que los aliados decidieron aislar a Moscú en esas áreas.

Es una jugada estratégica diseñada para atrapar a Putin en una espiral descendente, mientras los inversionistas extranjeros sacan su dinero en respuesta a las atrocidades. También es una notable muestra de unidad que podría ser puesta a prueba en las próximas semanas por la propia dependencia de los aliados a los combustibles fósiles.

Un grupo de economistas estimó el jueves que los países de la UE han transferido más de 13,300 millones de euros (14,700 millones de dólares) a Rusia para petróleo, gas natural y carbón desde que comenzó la guerra, esencialmente financiando la maquinaria de guerra de Putin.

Si bien las conversaciones aliadas en el período previo a la guerra fueron críticas, la UE no se limitó a esperar a que Estados Unidos diera instrucciones para actuar. Los miembros del bloque estuvieron consultando durante meses.

Un diplomático de la UE, que habló bajo condición de anonimato para discutir las conversaciones internas, describió en una entrevista en enero las posibles sanciones que incluían la prohibición de exportación, y señaló que la UE mantuvo unida su coalición para hacer cumplir las sanciones desde la ocupación de Rusia en 2014 de partes de la región de Donbás en Ucrania.

Pero esta vez, Washington y Bruselas respondieron a la agresión de Moscú con un conjunto novedoso de políticas para paralizar la capacidad de lucha de Putin al negarle el acceso a semiconductores, computadoras, equipos de telecomunicaciones, láseres y sensores que son parte integral del material bélico.

Esta es una restricción de la cadena de suministro que obligará a Rusia a buscar repuestos de tanques y aviones, básicamente erosionando su capacidad militar y económica. Los mismos funcionarios europeos y estadounidenses que se enfrentan a sus propios desafíos en la cadena de suministro después de la pandemia encontraron una manera de amplificar el problema para Rusia a través de regulaciones comerciales.

La secretaria de comercio de EEUU Gina Raimondo en la Brown University, en Providence, Rhode Island, el 15 de marzo del 2022. Crédito: AP foto / Charles Krupa.

La Comisión Europea (CE) confirmó las medidas que va a adoptar para afrontar el impacto de la guerra en Ucrania sobre el sector agroalimentario, así como las acciones para atenuar las consecuencias del incremento de los precios del gasóleo en el ámbito pesquero.

“La Comisión anunció propuestas muy concretas para poder asegurar esa preservación de las capacidades de producción (en el sector agroalimentario)”, indicó el ministro francés de Agricultura, Julien Denormandie, cuyo país ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea, al término de una reunión de ministros de la UE.

El Ejecutivo comunitario confirmó durante el encuentro su visto bueno a la concesión de ayudas para el almacenamiento privado de la carne de cerdo, que tiene el objetivo de mejorar los precios al reducir la oferta en este sector.

También confirmó, dijo el ministro francés, la “movilización de la reserva de crisis”, una herramienta de la Política Agrícola Común (PAC) que cuenta con 500 millones de euros.

Asimismo, la CE certificó que se podrán utilizar las tierras en barbecho para realizar cultivos adicionales y anunció la puesta en marcha de un marco temporal de ayudas de Estado para que los gobiernos nacionales también presten su propio apoyo.

“Estos cuatro anuncios han sido validados por el comisario (europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski) y los textos de aplicación deben publicarse en los próximos días, porque el emplazamiento para la publicación de buena parte de esos textos es el día 23 de marzo, dentro de 48 horas”, expuso Denormandie.

Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea no se pusieron de acuerdo el lunes sobre la conveniencia de imponer sanciones al lucrativo sector energético ruso por la invasión a Ucrania, y Alemania dijo que el bloque dependía demasiado del petróleo ruso como para decidir un embargo.

La UE y sus aliados ya han impuesto fuertes medidas contra Rusia, incluida la congelación de los activos de su banco central.

El asedio y bombardeo del puerto de Mariúpol por parte de Rusia, que el jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell, calificó de “crimen de guerra masivo”, está aumentando la presión para que se tomen medidas.

Pero atacar las exportaciones energéticas rusas, como han hecho Estados Unidos y Gran Bretaña, es una opción que divide al bloque de 27 países, que depende de Rusia para obtener el 40% de su gas.

Algunos de los que quieren que la UE vaya más lejos mostraron su impaciencia por el ritmo de las conversaciones tras una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Bruselas.

“¿Por qué debería Europa dar a (el presidente ruso, Vladimir) Putin más tiempo para ganar más dinero con el petróleo y el gas? ¿Más tiempo para utilizar los puertos europeos? ¿Más tiempo para utilizar bancos rusos no sancionados en Europa? Es hora de desconectar”, dijo en Twitter el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania, Gabrielius Landsbergis.

Pero Borrell aseguró en una conferencia de prensa que, aunque el bloque “seguirá aislando a Rusia”, las decisiones concretas se tomarán más adelante.

Un diplomático de la UE dijo que algunos esperaban que para junio la UE hubiera encontrado suficientes fuentes alternativas de energía como para considerar seriamente un embargo de petróleo. Sin embargo, no se ha acordado ninguna fecha, y otros Estados de la UE pueden tener otros objetivos en mente.

Alemania y los Países Bajos afirmaron que la UE depende del petróleo y el gas rusos y no puede aislarse ahora mismo.

“La cuestión de un embargo de petróleo no es una cuestión de si lo queremos o no, sino una cuestión de cuánto dependemos del petróleo”, dijo a periodistas la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock.

Otras posibles sanciones que se están discutiendo, según los diplomáticos, son cerrar las lagunas de los fondos fiduciarios utilizados por los oligarcas, añadir nuevos nombres a la lista de sanciones, impedir que los barcos rusos atraquen en los puertos de la UE y cortar el acceso de más bancos al sistema de transferencias global SWIFT.

Todo esto se volverá a debatir el jueves, cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, esté en Bruselas para mantener conversaciones con los 30 miembros de la alianza transatlántica OTAN, la UE y los miembros del Grupo de los Siete (G7), incluido Japón, destinadas a endurecer la respuesta de Occidente a Moscú.

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