Especial

Ciudad de México, 3 marzo 2018.-El presidente Donald Trump desempeña hoy el clásico papel de policía malo en las relaciones de Estados Unidos con México, mientras sus subalternos negocian presiones y desplantes con sus pares mexicanos, como ocurre por estos días.

En las últimas dos jornadas el mandatario estadounidense utilizó una de sus preferidas plataformas de ataque, Twitter, para volver a agredir a su vecino del sur, a quien acusa de hacer poco para impedir el paso de los migrantes ilegales, tanto mexicanos, centroamericanos y de otros países que intentan acceder a Estados Unidos.

Otra vez Trump usó las negociaciones en curso sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) como espada de Damócles en los vínculos bilaterales, lo cual provocó comedidas reacciones del presidente Enrique Peña Nieto y del canciller Luis Videgaray.

Ambos sostuvieron que priorizan una relación respetuosa con Washington y que su gobierno se mantendrá en la mesa de negociaciones del Tlcan, donde participa también Canadá, el escenario preferido por México para discutir diversos tópicos con Washington, lejos de estridencias y amenazas públicas.

En sus pocos diplomáticos tuits, el de la Casa Blanca dio por muerto el programa conocido como DACA, que otorga prerrogativas a migrantes indocumentados que arribaron como niños a Estados Unidos y hoy cuentan con cierto nivel educativo.

La presión tuvo su efecto. El secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, informó que tras conversar con la secretaria de Seguridad Interior estadounidense, Kirstjen Nielsen (quien prácticamente acaba de regresar de México), se acordó analizar las mejores vías para atender los flujos migratorios de conformidad con las leyes de cada país.

No queda claro que pasará a futuro con los migrantes interceptados aquí por las autoridades mexicanas, luego que Donald Trump dijera que de nada sirve ‘capturar y soltar’, en particular sobre los participantes de una caravana de migrantes centroamericanos que cada año recorre el camino a la frontera con el país norteño a través de México.

A última hora el gobierno mexicano emitió un comunicado al respecto, el cual refrenda que la política migratoria nacional es definida de forma soberana, con el propósito de legalidad, seguridad y ordenamiento, ‘con pleno respeto a los derechos de las personas’.

Bajo ninguna circunstancia, el gobierno de México promueve la migración irregular, subraya el pronunciamiento oficial que se refiere explícitamente a la caravana Viacrucis del Migrante, y la considera ‘una manifestación pública que busca llamar la atención sobre el fenómeno migratorio’.

Esta caravana se lleva a cabo cada año por estas fechas, desde 2010, y se compone principalmente por migrantes provenientes sobre todo de Guatemala, Honduras y El Salvador, cuyo ingreso a territorio mexicano ocurrió sin cubrir requisitos de ley.

Por esta razón, participantes de la manifestación (unos mil 500, incluidos decenas de menores) están sujetos a un procedimiento administrativo migratorio. Unos 400 integrantes ya fueron repatriados a sus naciones de origen, según la normativa nacional.

La caravana parece un pretexto más por el cual el presidente de Estados Unidos hace uso de las redes sociales, y sus discursos, para cumplir rol de policía malo, como ha ocurrido antes o después de que altos funcionarios de su administración visiten México y se reúnan aquí con altas autoridades, incluido Peña Nieto.

En la lista está la propia Nielsen, el exsecretario de Estado Rex Tillerson y el yerno y consejero del gobernante estadounidense, Jared Kushner, cuyas reuniones en México son presentadas ante los medios públicos como positivas para los vínculos bilaterales.

Trump hace luego de las suyas para minimizar o desconocer los resultados.

Antes, con sus desplantes, ya provocó la visita de su par mexicano a la Casa Blanca, pese a que una invitación de Peña Nieto, bien criticada acá, la sirvió en sus propósitos cuando era candidato republicano a la presidencia de su país.

Los ataques del presidente-empresario millonario (lo presento así porque parece manejar las relaciones entre países como la que parece manejar en la competencia empresarial) ya fueron objeto de respuesta en la campaña electoral en curso en México para las elecciones del 1 de julio.

Los candidatos presidenciales Andrés Manuel López Obrador, coalición Juntos Haremos Historia; y Ricardo Anaya (Por México al Frente), desde esquinas ideológicas opuestas, le reclamaron respeto al país. (Orlando Oramas León/PL).

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