Agencias/Ciudad de México.- Albergues han batallado para hacer espacio a la oleada de migrantes que han conseguido ingresar desde territorio mexicano a través de aguas del río Bravo hacia Brownsville, Texas.
Las autoridades de Estados Unidos reportaron que varios miles de migrantes han cruzado abruptamente desde Matamoros, Tamaulipas, hacia esa región de Texas.
Eso, indicaron, ha puesto a prueba a las autoridades de Brownsville que comúnmente lidian con grupos de migrantes que huyen de la pobreza y violencia de diversos países.
El ritmo de llegadas a Brownsville pareció tomar desprevenida a la ciudad del extremo sur de Texas, saturando los servicios sociales y llevando a un refugio nocturno en tomar la inusual decisión de rechazar a personas.
Las autoridades señalaron que más de 15.000 migrantes, la mayoría de Venezuela, han cruzado sin autorización el río Bravo que delimita los territorios de Tamaulipas y Brownsville desde la semana pasada.
Esa cifra representa un aumento considerable en comparación con los 1.700 migrantes que agentes de la Patrulla Fronteriza detuvieron en las primeras dos semanas de abril, según funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés).
“Es muy preocupante porque el desafío logístico que se nos presentó es enorme”, dijo Gloria Chávez, titular del sector Río Grande Valley de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
De momento no queda claro cuál es el motivo del aumento.
Chávez señaló que los migrantes se han sentido frustrados al depender de una aplicación gubernamental con fallas técnicas para solicitar asilo en un cruce fronterizo.
Algunos de los migrantes que cruzaron han denunciado entre otros motivos, las amenazas de cárteles mexicanos que los obligaron a cruzar de forma repentina.
El aumento ocurre en el momento que el gobierno del Presidente Joe Biden planea acabar con las restricciones de asilo de la época de la pandemia.
Las autoridades federales han dicho que los cruces diarios sin autorización legal desde México podrían aumentar hasta 13.000 de los aproximadamente 5.200 en marzo.
Otras ciudades, algunas alejadas de la frontera sur de Estados Unidos, también batallan con el gran influjo repentino de migrantes.
En Chicago, las autoridades reportaron esta semana 10 veces más llegadas de migrantes a la ciudad, un promedio de 100 migrantes han llegado diariamente y comenzaron a albergarse en estaciones policiales.
Brownsville se encuentra del otro lado del Río Bravo de Matamoros, México, en donde un creciente campamento improvisado alberga a unas 2.000 personas que esperan cruzar a Estados Unidos.
La semana pasada, unas carpas fueron incendiadas y destruidas. Algunos migrantes dijeron que los responsables eran integrantes de pandillas respaldadas por cárteles, pero un funcionario del gobierno insinuó que las carpas quizá fueron incendiadas por un grupo de migrantes frustrados por la larga espera.
En el centro de Brownsville, familias de Venezuela, Cuba, Haití y China caminaban sin rumbo con sus pertenencias mientras hablaban por celular.
Algunos esperaban autobuses mientras que otros estaban en el limbo, esperando a familiares antes de hacer planes para irse, pero sin encontrar albergue mientras tanto.
Una pareja de venezolanos dijo que durmió en un estacionamiento después de ser rechazados en un albergue nocturno.
Funcionarios de Brownsville emitieron esta semana una declaración de desastre, como lo han hecho otras ciudades fronterizas ante los grandes influjos repentinos de migrantes, incluido El Paso, Texas, el año pasado.
“Nunca habíamos visto estas cantidades”, dijo Martin Sandoval, vocero del Departamento de Policía de Brownsville.
La reorganización de recursos en la frontera, en uno de los sectores más transitados con muchos empleados de la Patrulla Fronteriza, ocurre cuando el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos se prepara para poner fin al uso de una autoridad de salud pública conocida como Título 42, que les permitió rechazar peticiones de asilo.
El gobierno ha expulsado a 2,7 millones de migrantes bajo una norma en vigor desde marzo de 2020 que niega el derecho a solicitar asilo en Estados Unidos y la ley internacional para evitar la propagación del COVID-19.
El Título 42, como se conoce la norma de salud pública, está programado para acabar el 11 de mayo cuando Estados Unidos levante su última restricción relacionada con el Covid-19.