Agencias/Ciudad de México.- Un nuevo examen el tamaño y la estructura del cerebro de dinosaurios T.Rex concluye que su inteligencia era limitada y se comportaban más como cocodrilos y lagartos modernos.

En un estudio publicado el año pasado, se afirmó que los dinosaurios como el T. rex tenían un número excepcionalmente alto de neuronas y eran sustancialmente más inteligentes de lo que se suponía. Se afirmó que estos elevados recuentos de neuronas podrían informar directamente sobre la inteligencia, el metabolismo y la historia de vida, y que el T. rex se parecía más bien a un mono en algunos de sus hábitos. La transmisión cultural de conocimientos y el uso de herramientas se citaron como ejemplos de rasgos cognitivos que podría haber poseído.

Sin embargo, el nuevo estudio, publicado en The Anatomical Record, en el que participan George Hady de la Universidad de Bristol, el Dr. Darren Naish (Universidad de Southampton) y dirigido por el Dr. Kai Caspar (Universidad Heinrich Heine) con el Dr. Cristian Gutiérrez-Ibáñez (Universidad de Alberta) y el Dr. Grant Hurlburt (Museo Real de Ontario) analizan más de cerca las técnicas utilizadas para predecir tanto el tamaño del cerebro como el número de neuronas en los cerebros de los dinosaurios.

El equipo descubrió que las suposiciones anteriores sobre el tamaño del cerebro de los dinosaurios y la cantidad de neuronas que contenían no eran confiables.

La investigación sigue a décadas de análisis en los que paleontólogos y biólogos examinaron el tamaño y la anatomía del cerebro de los dinosaurios y utilizaron estos datos para inferir el comportamiento y el estilo de vida. La información sobre los cerebros de los dinosaurios proviene de los rellenos minerales de la cavidad cerebral, denominados endocasts, así como de las formas de las propias cavidades.

El equipo descubrió que se había sobreestimado el tamaño de su cerebro (especialmente el del prosencéfalo) y, por tanto, también el número de neuronas. Además, muestran que las estimaciones del recuento de neuronas no son una guía fiable de la inteligencia.

“La mejor manera de determinar la inteligencia de los dinosaurios y otros animales extintos es utilizando muchas líneas de evidencia que van desde la anatomía macroscópica hasta las huellas fósiles, en lugar de confiar únicamente en estimaciones del número de neuronas”, explicó en un comunicado Hady, de la Facultad de Ciencias de la Tierra de Bristol.

Para reconstruir de manera confiable la biología de especies extintas hace mucho tiempo, argumenta el equipo, los investigadores deberían observar múltiples líneas de evidencia, incluida la anatomía esquelética, la histología ósea, el comportamiento de parientes vivos y rastros de fósiles.

El Dr. Caspar explicó: “Sostenemos que no es una buena práctica predecir la inteligencia en especies extintas cuando todo lo que tenemos para seguir es el recuento de neuronas reconstruidas a partir de endocasts”.

“El recuento de neuronas no es un buen predictor del rendimiento cognitivo, y su uso para predecir la inteligencia en especies extintas hace mucho tiempo puede dar lugar a interpretaciones muy engañosas“, añade la doctora Ornella Bertrand (Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont).

“La posibilidad de que el T. rex haya sido tan inteligente como un babuino es fascinante y aterradora, y tiene el potencial de reinventar nuestra visión del pasado”, concluyó el Dr. Naish. “Pero nuestro estudio muestra cómo todos los datos que tenemos van en contra de esta idea. Se parecían más a cocodrilos gigantes inteligentes, y eso es igualmente fascinante”.

En general, queremos enfatizar la necesidad de una perspectiva matizada sobre este rasgo. La suposición de que el tamaño relativo del cerebro por sí solo (incluso si se estima correctamente) puede superar a todos los predictores termofisiológicos antes mencionados para inferir endotermia parece, en el mejor de los casos, improbable. Por lo tanto, su utilidad para medir la tasa metabólica entre los grupos de ornitodirano sigue siendo muy dudosa y debe verse en el marco de otras líneas de evidencia más sólidas.

Por razones obvias, muchas de las inferencias que podamos hacer sobre el comportamiento de los dinosaurios mesozoicos seguirán siendo limitadas. Sin embargo, podemos justificar ciertas predicciones (hasta cierto punto) dentro de marcos empíricos integradores a los que bien podrían agregarse estimaciones del recuento de neuronas en el futuro. Sin embargo, antes de que se puedan tomar tales medidas, se requiere una comprensión sustancialmente mejorada de la relación entre el recuento de neuronas y otras variables biológicas, especialmente el rendimiento cognitivo, en los animales existentes.

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