Agencias, Ciudad de México.- Un choque séptico fue la causa de la muerte de Fernando Valenzuela, el legendario lanzador mexicano de los Dodgers de Los Ángeles, según su certificado de defunción.

TMZ Sports obtuvo el documento que revela la causa del deceso de Valenzuela, ocurrido el 22 de octubre. El pitcher en retiro, considerado ampliamente el mejor beisbolista mexicano de la historia, tenía 63 años.

Unas semanas antes del fallecimiento, Valenzuela se había alejado de su trabajo en la transmisión televisiva en español de los Dodgers. Y días después del deceso, los Dodgers comenzaron su camino hacia el octavo campeonato de la Serie Mundial en la historia del equipo.

No se había revelado la causa de la muerte.

La oficina del Médico Forense del Condado de Los Ángeles mencionó el choque séptico como la causa inmediata de la muerte. Se trata de una condición potencialmente mortal que ocurre cuando los órganos fallan, lo que lleva a una presión arterial peligrosamente baja.

Cada año, al menos 350,000 personas en Estados Unidos mueren por esta condición, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

El médico forense enumeró la cirrosis alcohólica descompensada y la cirrosis por esteatohepatitis no alcohólica como causas subyacentes. También se enumeró como una condición significativa que contribuyó a la muerte de Valenzuela la “probable” enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, un trastorno cerebral rápidamente progresivo.

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La estrella mexicana Fernando Valenzuela se consagró como un símbolo de uno de los deportes más populares de EE.UU. pero también como un icono que rompió barreras cultures e impulsó el fanatismo por el béisbol entre la comunidad mexicoamericana e inmigrante.

Con el movimiento ‘Fernandomanía’ por su espectacular temporada en 1981, el jugador mexicano, quien falleció a los 63 años, no solo inició su camino al estrellato con los Dodgers, sino que también comenzó a tender un puente que logró atraer a millones de latinos a los estadios de béisbol.

“Fernando lideró nuestra comunidad con gracia y talento, demostrando que el poder de la determinación no conoce fronteras. A través de su extraordinaria carrera, buscó superar las brechas culturales, demostrando que los inmigrantes contribuyen enormemente a la estructura de este país”, indica la presidenta y directora ejecutiva de la Coalición Nacional de Medios Hispanos (NHMC), Brenda Victoria Castillo.

En un momento de auge de la inmigración latinoamericana en el sur de California, ‘el Toro’ Valenzuela, como era llamado de cariño, abrazó sus raíces hispanas. Con su reconocida voz, narró en español hasta el mes pasado, cuando se retiró para cuidar de su salud, los partidos de los Dodgers.

Pese a que vivió gran parte de su vida en Estados Unidos, el beisbolista mexicano apenabas hablaba inglés con fluidez, lo que lo convirtió en un símbolo para las generaciones latinas de orígenes humildes que emigraron en la década de 1980 a EE.UU. en busca de una mejor vida.

Desde entonces, el tejido de Los Ángeles ha quedado conectado a la cultura latina. Precisamente en el estadio de los Dodgers es donde se puede apreciar una mayor diversidad de asistentes a los partidos frente a otros clubes.

“Cuando comencé en este trabajo, los latinos que venían al estadio representaban entre el 8 y el 10 %”, una cifra que ahora ronda el 45 %, dijo el locutor de radio en español de los Dodgers Jaime Jarrín al diario The New York Times.

“Es la mayor cantidad de cualquier estadio”, añade.

Centenares de seguidores latinoamericanos se agolpan desde anoche en las afueras del estadio de los Dodgers en Los Ángeles para rendirle homenaje al jugador mexicano convertido en una leyenda viva.

La entrada del estadio, ubicada en el corazón de la ciudad californiana, se convirtió en una suerte de memorial improvisado con ramos de flores, velas, fotografías y mensajes que agradecen todo su legado.

Las camisetas con el dorsal 34, el número que vistió durante su tiempo en los Dodgers y que el año pasado fue retirado en honor a su carrera deportiva, así como banderas mexicanas, decoran las faldas del cartel que da la bienvenida a los aficionados al campo.

“No digo que Fernando haya curado todo el racismo en el sur de California, pero definitivamente fue un puente para que la gente supiera que estamos bien”, sentencia por su parte el columnista mexicano Gustavo Arellano en declaraciones el sitio web de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB).

El documento también muestra que Valenzuela fue cremado. La semana pasada se ofició una misa pública en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles en el centro de esta ciudad-

Valenzuela ganó el premio Cy Young y el trofeo al Novato del Año en la temporada de 1981, cuando ayudó además a que los Dodgers conquistaran la Serie Mundial.

La muerte de Valenzuela deja a México sin uno de sus 3 grandes íconos deportivos

La muerte de Fernando Valenzuela dejó a los mexicanos lamentando la partida no sólo de el más grande beisbolista en su historia, sino de uno de sus tres más grandes iconos en el deporte junto con el futbolista Hugo Sánchez y el boxeador Julio César Chávez.

Valenzuela, quien ganó el Cy Young, la Serie Mundial y el Novato del Año en 1981, murió la víspera en un hospital de Los Ángeles, California. Tenía 63 años.

Durante su década más dominante, la de 1980, los juegos de Valenzuela que eran transmitidos en México paralizaban al país, un fenómeno que se replicaba cuando Sánchez militaba en el Real Madrid y cuando Chávez subía al ring.

“Es una noche triste la noticia nos ha estremecido por lo menos a mí, el alma y el espíritu”, dijo entre lágrimas Sánchez, quien ahora es analista de la cadena ESPN. “Es una perdida tremenda, era una gente que nos sirvió de símbolo deportivo”.

Chávez conquistó cinco títulos mundiales en tres diferentes divisiones durante la misma década. Aunque Saúl Álvarez lo emuló ganado el mismo número de campeonatos del orbe en distintas divisiones, la popularidad del “Canelo” no ha alcanzado los niveles del “César del Boxeo”.

“Fue un tiempo de historia para el deporte mexicano y tuve la fortuna de coincidir con él, con Julio César Chávez”, recordó Sánchez. “Algo que nos maravilló fue pensar que cuando había un partido de los tres se paralizaba el país y ahora Fernando nos ha paralizado a todos”.

Aunque Valenzuela residía en Los Ángeles, ni siquiera después de su retiro dejó de visitar México. Fue parte de la selección mexicana como parte del cuerpo de entrenadores en los Clásicos Mundiales de 2006, 2009, 2013 y 2017.

“Fernando Valenzuela fue un gran amigo mío”, comentó Chávez también a ESPN. “Estuvimos en la misma época. Tengo bonitos recuerdos de él, fue una gran persona… una gran inspiración para mí”.

En los últimos años, también se dio tiempo para jugar encuentros recreativos con el expresidente del país, Andrés Manuel López Obrador, ferviente aficionado al béisbol, en unos campos localizados al sur de la capital mexicana.

“Es una pena, yo creo que todos los mexicanos y mexicanas estamos tristes por la pérdida de Valenzuela”, dijo la actual presidenta Claudia Sheinbaum. “Nuestra solidaridad con su familia y con todo México”.

El piloto Sergio Pérez, uno de los referentes del deporte actual, se unió al coro de condolencias por la pérdida del “Toro de Etchohuaquila”, una ranchería en el noroccidental estado de Sonora, donde Valenzuela nació el 1 de noviembre de 1960.

“Es una noticia triste para el país porque es una leyenda que puso en alto el nombre del país por muchos años”, dijo Sergio Pérez, el mejor piloto de Fórmula 1 que México ha tenido en su historia. “Al final creo que todos nos sentimos orgullosos de lo que hizo, el legado que dejó como deportista y como persona a todas las personas que inspiró y las alegrías que nos dio”.

En la temporada de novato de Valenzuela, Sánchez emigró al Atlético de Madrid donde estuvo cuatro temporadas antes de llegar al Real Madrid. En el conjunto Merengue, Sánchez fue cinco veces campeón de liga y conquistó cuatro de los cinco premios Pichichi en su carrera, como máximo goleador.

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Fernando Valenzuela fue un embajador cultural de los mexicoamericanos y mexicanos

Para los fanáticos del béisbol, la “Fernandomanía” marcó un destello de brillantez en el pitcheo, el surgimiento de un talento único en la historia de una de las franquicias de mayor historia del deporte.

Para los mexicanos y mexicoestadounidenses, Fernando Valenzuela fue un símbolo de esperanza, inspiración y orgullo.

Valenzuela falleció por la noche en un hospital de Los Ángeles, dijo el equipo. Tenía 63 años.

Para algunos, su muerte provocó recuerdos no por amor a los deportes, sino por una oleada de orgullo mexicano o latino, marcando un impacto cultural como mexicano.

El ascenso de Valenzuela desde sus humildes orígenes en México y sus hazañas en el montículo lo hicieron enormemente popular e influyente en la comunidad latina, al tiempo que ayudó a atraer nuevos fanáticos a las Grandes Ligas. El cariño hacia él continuó después de su retiro.

Nathaly Morga, quien conoce a Valenzuela por sus padres, dijo que no importa cuántos otros latinos en el béisbol haya, “Fernando siempre fue el grande, como Dios”.

“Los Dodgers de Los Ángeles en México tienen una gran base de fanáticos”, dijo Ángel. “El gusto por el béisbol se expandió en México, eso es gracias a Fernando Valenzuela”.

Fanático del béisbol o no, no hay una persona en México que no sepa quién es Valenzuela, dijo el periodista mexicano Arturo Ángel. Su conocimiento de Valenzuela lo heredó de su padre, quien no es fanático de los deportes y la forma en que hablaba de él hizo que Ángel se diera cuenta del ídolo que era para muchos.

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Morga creció en Tijuana en el seno de una familia de futbolistas. Sin embargo, todos conocían a Valenzuela. Morga recuerda a su madre, que no entiende cómo se juega al béisbol, diciéndole que en el apogeo de la “Fernandomanía”, veía los partidos de los Dodgers porque Valenzuela estaba lanzando.

Los Dodgers encontraron en Valenzuela el impacto que transformaría lo que había sido una base de fanáticos predominantemente blancos. La comunidad mexicana de la ciudad comenzó a acudir en masa al Dodger Stadium durante sus aperturas, llevando a su estadio el promedio de asistencia más alto en la historia hasta ese momento. Ese año, Valenzuela se convirtió en el primero en la historia del béisbol en ganar el Novato del Año y el Cy Young como el mejor lanzador en la misma temporada.

Rob Martínez dijo que para aquellos que crecieron en México, Valenzuela se convirtió en alguien a quien admirar.

Ver a Valenzuela era un asunto de familia. Martínez dijo que recuerda haber hecho comidas al aire libre para ver los juegos con su papá y amigos. Cuando Valenzuela era sacado de un juego, todos dejaban de mirar.

El ascenso de Valenzuela desde su pequeña ciudad natal de Etchohuaquila, en el estado mexicano de Sonora, al estrellato en Estados Unidos inspiró a muchos atletas.

Ángel encontró en los recientes obituarios una mejor comprensión de cómo no solo fue una leyenda del béisbol, sino también un embajador cultural en un momento en que el discurso racial se veía de manera diferente a como puede ser ahora.

“El hecho de que no seamos fanáticos del béisbol y lo conozcamos demuestra su gran relevancia”, dijo Ángel.

Valenzuela es ampliamente considerado uno de los mejores deportistas mexicanos de todos los tiempos, junto con el futbolista Hugo Sánchez y el boxeador Julio César Chávez.

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Kamala Harris rinde tributo a Fernando Valenzuela

La vicepresidenta y candidata demócrata, Kamala Harris, rindió tributo a Fernando Valenzuela, el emblemático lanzador mexicano de Los Angeles Dodgers y de las Grandes Ligas que falleció a los 63 años.

“Fernando Valenzuela fue una leyenda del béisbol que unió a una generación de fans de los Dodgers en alegría colectiva, emoción y asombro”, escribió en la red social X.

“Inspiró a incontables jugadores jóvenes de béisbol en Estados Unidos, México y en todo el mundo para perseguir su propia grandeza. Como jugador, comentarista y angelino, Fernando Valenzuela dejó una marca imborrable en nuestra nación”, añadió antes de enviar sus condolencias a las familias del icónico lanzador.

Apodado ‘el Toro’, Valenzuela fue fundamental en el título de la Serie Mundial de los Dodgers en 1981 y se convirtió en un ídolo en Los Ángeles y en especial de la población latina con la “Fernandomanía”.

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La ‘Fernandomanía’ no era un cuento de hadas

Fernando Valenzuela, fallecido a los 63 años, fue un fenómeno adolescente de México que rehizo la afición de los Dodgers y puso a su país en el mapa del béisbol.

La historia parece un cuento de hadas. Un adolescente tímido y corpulento de un pequeño pueblo de México, el menor de 12 hermanos que creció en un hogar sin agua potable, debuta con los Dodgers de Los Ángeles a los 19 años.

Su brazo izquierdo parece regalado por el cielo, que también es la dirección en la que miraba —hacia el cielo, de forma única e inolvidable— en el vértice de cada lanzamiento. Y a los 20 años, en el glorioso verano de 1981, con ese majestuoso lanzamiento y su magnético carisma, la “Fernandomanía” cobró vida. Fernando Valenzuela, el zurdo barrigón y enigmático, tuvo una temporada inolvidable.

En su momento fue increíble, casi demasiado buena para ser verdad hoy en día. Sin embargo, no tenía nada de folclórica.

“Hizo verdaderas maravillas no solo para los Dodgers, sino para el béisbol en general”, dijo Jaime Jarrín, locutor en español del equipo en el Salón de la Fama. “Porque era el centro de atención no solo de los latinos, sino también de los anglosajones”.

“La gente se dio cuenta de que era un lanzador extraordinario”, dijo Jarrín, quien se jubiló en 2022 tras pasar 64 años en la cabina. “A la gente de México, del centro de México, que era indiferente al béisbol, a todos les gustaba el boxeo, pero Fernando tenía ese toque mágico que hacía que la gente empezara a interesarse por el béisbol y viniera al estadio”.

Valenzuela, que murió a los 63 años, ganó los premios Novato del Año y Cy Young de la Liga Nacional en 1981. Hasta el día de hoy, nadie más en las Grandes Ligas ha ganado esos galardones en la misma temporada.

El mánager Tommy Lasorda lo eligió como pícher abridor del equipo en 1981 solo porque el veterano Jerry Reuss se lesionó a finales de la primavera. Al final de la temporada, ni los Dodgers ni el paisaje del béisbol del sur de California volverían a ser los mismos. Valenzuela lanzó una blanqueada contra Houston para empezar la temporada. Después de lanzar otro partido completo en su siguiente salida, contra San Francisco, logró tres blanqueadas consecutivas, luego otro partido completo y otra blanqueada más. En sus ocho primeras salidas de 1981, Valenzuela logró un 8-0 con un promedio de carreras limpias de 0.50.

“En aquella época no había internet, así que la única manera de ponerse en contacto con la comunidad era mediante llamadas telefónicas y cartas”, dijo Jarrín. “Estaba inundado de llamadas. Todo el mundo me llamaba para hablar de Fernando”.

La mecha estaba encendida entre los aficionados y los no aficionados. Los Dodgers habían dejado Brooklyn por Los Ángeles para la temporada de 1958. No tuvieron una acogida universal. Por muy populares y queridos que hayan llegado a ser los Dodgers, una de las desafortunadas realidades es que barrios y familias, en su mayoría hispanos, fueron desplazados en Chavez Ravine, que es donde el equipo construyó el Estadio de los Dodgers.

El propietario de los Dodgers en aquella época, Walter O’Malley, reconociendo la demografía de la zona, añadió una emisión de radio en español en 1959 —fue entonces cuando debutó Jarrín— y no pasó mucho tiempo antes de que O’Malley declarara públicamente que lo que el equipo necesitaba era una versión mexicana del as del equipo, Sandy Koufax. Poco sabía a quién descubriría el superespía Mike Brito dos décadas después en Etchohuaquila, México.

“Lo hizo parecer tan sencillo”, dijo de Valenzuela Rick Monday, exjardinero de los Dodgers que lleva 31 temporadas en la cabina de radio del equipo. “Y a veces decíamos: “¿Cómo este joven de una parte remota de México puede venir aquí y causar este tipo de impacto hasta el punto de tener un control total, incluidas sus emociones?”.

Sin ayuda de nadie, el chico tímido y tranquilo que se encontraba en el centro de la tormenta estaba tendiendo puentes entre culturas, mientras la numerosa población hispana de la zona se enorgullecía inmensamente de uno de los suyos.

José Mota tenía 14 años cuando conoció a Valenzuela, en 1980. Su padre, el famoso bateador emergente de los Dodgers Manny Mota, estaba terminando una carrera de 20 años y José ya tenía un plan para seguir su pasión.

“Cuando llegó fue como: ‘No solo es un jugador hispano. Es uno de los jugadores mexicanos que salieron de la nada’”, dijo José Mota, que jugó brevemente en las mayores como jugador de cuadro en San Diego y Kansas City, y que ahora está en su segunda temporada en la retransmisión en español de los Dodgers. “Así que ahí está la identificación con la mano de obra, ¿verdad? La mano de obra obrera. Decimos: ‘Es uno de los nuestros. Vamos a verlo’”.

Durante la temporada de 1981, interrumpida por una huelga de dos meses en junio y julio, los Dodgers tuvieron un promedio de 42,523 aficionados por partido, pero esa cifra aumentó hasta 48,430 durante cada una de las salidas de Valenzuela en casa. Hasta ese momento, era la asistencia más alta de la historia de los Dodgers.

“La asistencia latina explotó”, dijo Mota. “Empezaron a verse colores diferentes. La gente empezó a llevar sus trajes mexicanos a los partidos”.

Y añadió: “A veces, la gente llamaba a la oficina de los Dodgers el día después de que lanzara y preguntaba: ‘¿Lanzará hoy?”.

El estadio se llenaba de aficionados con camisetas de Fernando y sombreros, ondeando la bandera mexicana. En la ciudad se preguntaba incesantemente a los propios Dodgers por un jugador. Monday pasaba por el supermercado a buscar algo y los acribillaban a preguntas sobre Fernando.

La “Fernandomanía” estaba en pleno apogeo en junio de 1981, cuando el presidente Ronald Reagan invitó a Valenzuela a un almuerzo de Estado con el presidente de México, José López Portillo. Valenzuela fue acompañado por Jarrín, quien para ese entonces se había convertido en el traductor, confidente y amigo del lanzador.

“Fue algo muy especial, una de mis mejores experiencias”, dijo Jarrín. “Porque este chico, de 20 años, un poco regordete, pelo largo, sin hablar inglés, era el centro de atención del hombre más poderoso del país, el presidente Reagan. El vicepresidente Bush estaba allí, el fiscal general, el secretario de Defensa, y todos ellos esperaban a que este chico les firmara una pelota de béisbol. Fue increíble”.

Valenzuela también ayudó a llamar la atención sobre el talento del béisbol en México. Antes de su debut en 1980, menos de 40 jugadores de México habían llegado a las grandes ligas. En abril, según MLB.com, esa cifra ascendía a 147.

Más cerca de casa, los Dodgers tienen encuestas internas que calculan que más del 40 por ciento de su actual base de aficionados es hispana.

Vin Scully, el veterano locutor del Salón de la Fama de los Dodgers, describió una vez la “Fernandomanía” como algo rayano en una “experiencia religiosa”. Stan Kasten, presidente y director ejecutivo de los Dodgers, dijo que Valenzuela “pertenece al Monte Rushmore de los héroes de los Dodgers”.

Mota dijo algo parecido, de forma diferente.

“Cuando dices número 34, eso es todo lo que tienes que decir”, dijo Mota, refiriéndose al número del uniforme de Valenzuela.

Que Valenzuela muriera tres días antes de que los Dodgers iniciaran la Serie Mundial contra los Yankees de Nueva York, y en vísperas del 43 aniversario de su victoria en el tercer partido de las Series de 1981 contra los Yankees, es uno de esos hilos inexplicables que, de algún modo, siguen tejiendo las generaciones de aficionados. También refleja un agudo contraste entre las románticas hagiografías de ayer y las agudas verdades de hoy: mientras que los Dodgers planean utilizar una serie de lanzadores de relevo en el tercer o cuarto juego, en lugar de un titular tradicional, Valenzuela lanzó durante las nueve entradas de la victoria por 5-4 de los Dodgers en el tercer juego de 1981, lanzando 147 veces.

“Fue el mejor embajador que ha tenido México”, dijo Jarrín. “Tenía mucho carisma. El carisma que tenía, lo veo ahora en Shohei Ohtani. Fernando tenía el carisma de atraer a la gente”.

“Los días que Fernando lanzaba”, añadió, “la gente rezaba un rosario pidiendo a Dios que lo protegiera. Las mujeres en casa. Esposas. Las familias. Y, sobre todo, los mexicanos”.

No fue un cuento de hadas.

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