Agencias/San Juan.- Los supermercados empiezan a reabrir en Puerto Rico tras la devastación del huracán ‘María’, pero la situación está lejos de ser normal y muchos clientes se marchan a casa decepcionados.

La mayoría de las tiendas y restaurantes siguen cerrados. Eso se debe a que gran parte de la isla sigue sin electricidad y pocos tienen generadores o suficiente combustible para ponerlos en marcha.

Las tiendas que abrieron el lunes tenían largas filas delante y muchos estantes vacíos en el interior donde antes había leche, carne y otros productos perecederos.

Mercedes Caro sacudía la cabeza con frustración al salir del SuperMax en el barrio de Condado de San Juan con una barra de pan blanco, queso y bananas.

“No hay agua y prácticamente no hay comida”, comentó.

“Ni siquiera espaguetis”, lamentó.

María Pérez esperaba ante un supermercado Pueblo en una zona cercana de San Juan, en un intento por comprar algo de café, azúcar y quizá algo de carne que preparar en una cocina de gas que tiene suficiente propano para una semana más.

“Estamos en crisis. Puerto Rico está destruido”, comentó.

El hecho de que algunas tiendas y restaurantes abrieran por primera vez desde que el huracán María, de categoría 4, barriera la isla el 20 de septiembre, es una noticia bienvenida en un lugar donde casi nadie tiene electricidad y más de la mitad de la gente no tiene agua corriente.

La Guardia Costera despejó puertos para volver a aceptar barcos, lo que permitiría que los negocios reciban suministros, según indicaron el gobernador, Ricardo Roselló, y otros funcionarios puertorriqueños.

Pero la situación sigue estando lejos de lo normal.

SuperMax abrió varias tiendas con horario reducido en la zona de San Juan y en las maltrechas localidades de Caguas y Dorado.

Walgreens ha reabierto en torno a la mitad de sus 120 locales en Puerto Rico de forma limitada.

Walmart dijo tener abierto un puñado de sus 48 tiendas y comercios Sam’s Club, pero el proceso se ha visto ralentizado por los apagones, los cierres de puertos y el colapso casi total de las comunicaciones.

En la localidad costera de Loiza abrieron dos supermercados Medinia.

Pero el gerente, David Guzmán, dijo que había tenido que imponer restricciones al gas para cocinar y otros productos que se estaban acabando y quizá no se repondrían con rapidez.

“Tenemos restricciones para poder darle algo a todo el mundo, para estirar lo que nos queda”, dijo.

Therese Casper era una de las docenas de personas que esperaban ante un Walmart en Santurce, San Juan, que no llegó a abrir el lunes.

Ella y su esposo buscaban algo para librarse de la humedad acumulada en el apartamento que arrendaron tres semanas antes, cuando se mudaron a Puerto Rico desde Denver, Colorado.

Le digo a mi esposo que es como ir de acampada. Es ‘Survivor Puerto Rico’”, dijo Casper.

Ruth Calderón, jubilada, llenó su cesta con salchichas procesadas para cocinarlas con arroz y compartirlas con una vecina anciana que no puede salir de su apartamento.

Otros también hablaron de ayudar a sus vecinos, y al menos por ahora no hay indicios de hambre generalizada.

“Hay una tradición aquí en la que la gente se ayuda, especialmente durante los desastres”, dijo Doris Anglero mientras miraba lo que había disponible en un supermercado del centro histórico de San Juan.

Algunos compradores decepcionados también eran muy conscientes de que hay otros en la isla en peor situación.

Caro empezó a llorar al hablar de sus cuatro nietos en Rincón, una localidad occidental que prácticamente sigue sin entregas de ayuda ni contacto con el mundo exterior.

“No saber es muy duro”, dijo, antes de girarse para irse caminando.

RESTABLECER LUZ, TAREA TITÁNICA

Las autoridades boricuas aún están calculando los costos de lo que se espera sea un esfuerzo de meses para reinstalar el sistema de energía eléctrica de la isla tras el paso del huracán, lo que podría dejar por largo tiempo a oscuras a buena parte de la población de 3.4 millones de personas.

María golpeó la semana pasada el estado asociado a Estados Unidos como un huracán extremadamente peligroso de categoría 4, con vientos de 249 kilómetros por hora y enormes marejadas, que dejaron al menos 16 muertos.

Los servicios de electricidad y de telecomunicaciones se cayeron.

Aún pueden verse postes y cables de electricidad derribados en medio de las carreteras de la isla y varios cruces eran pistas de obstáculos donde los autos intentaban avanzar en medio de cables desparramados y otros restos.

A diferencia del impacto del huracán Irma hace unas semanas, donde decenas de miles de trabajadores de empresas de energía acudieron al estado de Florida poco después del paso del ciclón, las autoridades de Puerto Rico recién están evaluando los daños y los costos del huracán en la red de electricidad.

El proceso ha sido difícil por los vuelos restringidos a la isla y debido a que las agencias federales estadunidenses concentraron sus esfuerzos en salvar vidas y garantizar energía eléctrica para infraestructura pública crucial, como los hospitales.

La Asociación Americana de Energía Pública (APPA, por sus siglas en inglés) dijo el lunes que era necesario terminar la evaluación sobre los daños antes de pedir a las empresas de energía que envíen trabajadores y equipos. La Autoridad de Electricidad de Nueva York envió a decenas de empleados y drones el viernes.

“Hay mucha logística para coordinar”, dijo Mike Hyland, vicepresidente senior de los servicios de ingeniería.

“Necesitamos saber dónde se alojarán los empleados y si podemos garantizar su buena salud y seguridad”, sostuvo.

La reinstalación será un desafío para la empresa pública de energía PREPA, que se declaró en bancarrota y que ha recibido críticas frecuentes de los puertorriqueños por los habituales cortes de luz y por cobrar tarifas más altas que otros estados de Estados Unidos, como Hawai.

Evaluaciones preliminares sugieren que el 55 por ciento de los cables de transmisión eléctrica de la isla quedaron destruidos, mientras que cerca de un 91 por ciento de la red de telefonía móvil está fuera de servicio.

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