Redacción InsurgentePress/Ciudad de México.- La alerta sísmica sonó detrás del trepidante temblor que requirió de segundos para engullir decenas de edificios, casas, más de 139 vidas y sembrar angustia en el alma de millones de personas alrededor de las 13:14 horas de otro trágico 19 de septiembre en el Centro del País.
El 19 de septiembre se ha convertido una cábala de pánico para los mexicanos que horas antes habían participado en un simulacro de sismo en memoria de las 10 mil víctimas del terremoto que cambió el rostro de la Capital del País hace 32 años.
En las calles las personas con rostros incrédulos que parecían traer una espina clavada en el corazón grabaron con teléfonos móviles la caída vertiginosa de edificios, casas y bardas que crujían como hojas secas ante la magnitud del sismo.
¡Dios mío, no puede ser, no puede ser! lloraba una mujer, mientras un joven grababa con el celular el derrumbe trepidante de un edifico a escasos 50 metros de sus pies en la Colonia del Valle.
El polvo y miedo envolvió a los ciudadanos que corrían en busca de un lugar seguro para soportar el sismo de 7.1 grados en la escala de Richter.
Las autoridades de la Ciudad de México han reportado hasta ahora 40 muertos y 29 edificios colapsados, extraoficialmente en el C5 han mencionado que la cifra podría rondar en 44 inmuebles en la capital del País.
En el estado de Morelos se han confirmado 64 muertos, mientras que más 29 perecieron en Puebla, otros nueve en el Estado de México y una más en Guerrero.
Según la agencia Reuters hay un número desconocido de personas atrapadas. Se apunta a edificios derrumbados en el barrio de La Condesa y otras delegaciones, y parece que en el estado de Puebla y Morelos, existen casos similares.
“¡No fumen! ¡Hay fugas de gas!”, gritan los socorristas mientras corren por las calles en el sector de Roma Norte, informa Afp.
El sismo, de magnitud 7,1, literalmente engulló edificios y casas enteras en el centro del País, en el que convergen más de 20 millones de habitantes.
En los rascacielos del Paseo de la Reforma miles de personas que trabajan en las plantas más altas elevaron las plegarias a la deidad, pues poco o nada podían hacer para bajar sin sufrir daños en los eternos segundos que duró el sismo.
En las calles las personas pedían a los conductores apagar los motores de los vehículos por temor a las fugas de gas que provocarían explosiones imprevistas, nerviosos intentaban un y otra vez establecer comunicación telefónica con sus familiares.
Elementos de Protección Civil y bomberos capitalinos desplegaron las brigadas con apoyo ciudadano para inspeccionar manzana por manzana y con altavoces pedir a los habitantes de casas y edificios cortar servicios de gas y energía para evitar incendios por fugas.
Minutos después con rostros de angustia miles las personas desalojaron los edificios más altos y para ubicarse en áreas despejadas de árboles, construcciones y postes eléctricos que mantenían el vaivén de miedo. El propio Aeropuerto Internacional de Ciudad de México ha sufrido una grieta enorme en el área de ingreso.
El llanto de las ambulancias, equipos de rescate y patrullas recorren las calles, miles de personas buscan el camino a casa entre escombros durante otro trágico 19 de septiembre en el Centro del País.