junio 13, 2022

Reivindicar nuestra identidad nacional

Por Erick Olivera Méndez/Ciudad de México.- México es un país que se construyó desde la diversidad, el centralismo y la tensión racial, cultural y jurídica. Se le dio forma a una nación con sentido de pertenencia, con capacidad de legitimar su soberanía a partir de la autodeterminación y el orgullo nacional.

El sistema educativo y la forma como nos contamos la historia han contribuido en la edificación de nuestra identidad, apoyada en el simbolismo de héroes y villanos históricos y en el papel que han jugado los rituales cívicos.

Los símbolos patrios nos han forjado un sentido de pertenencia y le han brindado bases sólidas a nuestra identidad nacional, ese sentimiento de identificación colectiva que le da cohesión al Estado mexicano.

Es así como lo nacional entra en un proceso de significación y le da un sentido unificador a los conceptos de territorio, educación, lenguaje, tradición, costumbres, leyes, religión. El mexicano habita ya no un territorio geográfico solamente, sino un espacio psicológico, una zona de encuentro cultural colectivo que lo integra y lo identifica.

Lo nacional es la consecuencia simbólica de la Historia que nos hemos contado y de los valores que han surgido de ese simbolismo patrio que le ha dado forma a nuestro nacionalismo.

Pero como un producto del proceso histórico la identidad nacional resignifica los mitos nacionales y se adapta a los hechos que reajustan las tradiciones de la patria, como el reconocimiento de los derechos de las minorías y la reivindicación del papel central de las mujeres en la construcción de un mejor Estado.

Esta resignificación de símbolos y conceptos representan la clave de la permanencia del Estado-Nación y fortalece el dispositivo de identidad nacional. Acrecienta el orgullo nacionalista ante la evolución jurídica, como en el caso del reconocimiento de derechos, que enaltece a la sociedad. Las tradiciones nacionales se modifican para reafirmarse en una especie de despresurización psicológica.

Decía Carlos Monsiváis que el nacionalismo era “la estrategia para no desintegrarse en la indefensión”. Pero el orgullo nacional es más que una prevención ante la derrota, es el principio de nuestra propia grandeza como país y como sociedad. Es la base cultural y política para resignificarnos y fortalecer nuestra identidad nacional.

Somos lo que hemos construido de nosotros mismos, y esa identidad colectiva que nos integra como país debe ser reivindicada como una fortaleza cultural capaz de adaptarse a los procesos históricos que transitamos.

Nuestra identidad no es necesariamente una esencia de lo mexicano, sino una constante esperanza. No es la respuesta a la derrota psicológica como decía Monsiváis, sino la confianza en el futuro mientras se construye desde el presente. Por eso es apremiante la reivindicación de nuestro orgullo nacional.

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