Agencias/Ciudad de México.- Jameis Winston se recostó de bruces en la nieve y formó la figura de un ángel. Lanzó unas cuantas bolas de nieve celebratorias y cantó “Jingle Bells” camino a la sala de prensa.

Las líneas del campo no fueron lo único que se borró bajo la nevada que cubrió de blanco el Estadio Huntington Bank. Terminó su encuentro con los periodistas haciendo una pregunta sencilla.

“¿Ya soy un Brown?”.

Ahora lo es. Y tal vez lo siga siendo por mucho más tiempo del esperado.

Winston entró en el folclore del fútbol americano de Cleveland, al conducir a los Browns a una victoria de 24-19 sobre los Steelers de Pittsburgh, odiados rivales de división, quienes vieron interrumpida su racha de cinco victorias consecutivas.

La actuación de Winston en el Huntington Bank Field bajo una inclemente nevada no solo lo convirtió en un héroe instantáneo a los ojos de los aficionados de los Browns, sino que añadió otra complicación al siempre cambiante y nunca concluyente dilema del mariscal de campo del equipo.

En su cuarto encuentro de inicio desde la lesión en el tendón de Aquiles que puso fin a la temporada de Deshaun Watson, Winston realizó suficientes jugadas importantes para ayudar a que los Browns (3-8) consiguieran una victoria que debería calmar las conjeturas sobre el trabajo del entrenador Kevin Stefanski.

Algunas victorias significan más que otras. En Cleveland, vencer a los Steelers es lo máximo.

Pero más allá de cualquier gratificación instantánea, Winston ha dado a los Browns más elementos para tomar en cuenta.

El futuro de Watson con Cleveland es muy incierto. Faltan meses para que el equipo tenga una idea clara de si es siquiera una opción en 2025, su cuarto año desde que firmó un contrato de 230 millones de dólares totalmente garantizados que ha resultado calamitoso.

También es posible que los Browns corten lazos con Watson.

Contrataron a Winston por un año para ser el suplente de Watson. Pero los eventos inesperados de 2024 han cambiado los planes y han llevado a la posibilidad de que Winston, de 30 años, pueda convertirse en el mariscal de campo titular de Cleveland o en un puente hacia su próximo quarterback joven.

Winston ha hecho lo que Watson no pudo: mejorar a los Browns.

“Una persona muy, muy auténtica”, dijo Stefanski en una videoconferencia. “Es el mismo tipo todos los días. Es el mismo tipo a las 5 a.m. que a las 5 p.m. Aporta una gran energía a todo lo que hace, y creo que sus compañeros de equipo aprecian eso de él”.

Winston ha hecho algo más que Watson no pudo: mover la ofensiva.

Los Browns anotaron más de 20 puntos apenas por segunda vez esta temporada, y como Joe Flacco hace un año, Winston ha demostrado que el sistema de Stefanski funciona con un mariscal de campo lo suficientemente paciente para dejar que las jugadas se desarrollen y sin miedo a lanzar pases largos.

Las condiciones meteorológicas ciertamente fueron un factor, pero los Browns convirtieron apenas una de 10 veces en terceras oportunidades, una tendencia de toda la temporada.

Sin embargo, Cleveland convirtió las cuatro oportunidades de cuarta oportunidad, incluido un pase de cuarta y 3 de Winston a Jerry Jeudy con 2:36 restantes que ayudó a preparar la carrera de touchdown de Nick Chubb que adelantó al equipo.

La mentalidad de “sólo buenas vibras”, que llevó a los Steelers de Pittsburgh a un nivel de juego sólido aunque no siempre espectacular, desapareció en una derrota por 24-19 ante los Browns de Cleveland, últimos de la División Norte de la Conferencia Americana.

Durante tres horas llenas de situaciones peculiares, todos los ingredientes de un clásico “juego trampa” que los Steelers (8-3) esperaban evitar crearon una receta conocida, la cual dejó un sabor de arrepentimiento y oportunidades perdidas.

Un poco de inmadurez del wide receiver George Pickens, quien se involucró en un duelo al estilo de las artes marciales mixtas con un defensivo rival… una vez más.

Una pizca de frustración del normalmente estoico defensive tackle Cam Heyward, quien se desahogó después al decir que le sujetaron en una jugada defensiva.

Una onza —bueno, varias onzas— de confusión del personal de entrenadores que pareció incapaz de decidir si aceptar un castigo tardío de los Browns y luego agravó todo dilapidando un tiempo fuera valioso, inmediatamente después, cuando la defensiva no se alineó correctamente.

Un toque de plan de juego curioso, que incluyó el uso del quarterback suplente Justin Fields en situaciones de alta presión, más notablemente en tercera y 6 con menos de 5 minutos para el final y con el partido aún para cualquiera. La jugada que funcionó maravillosamente en una victoria emotiva sobre Baltimore, ahora resultó un caos.

Todo eso sumado desembocó en la quinta derrota de Pittsburgh en sus últimas siete visitas a Cleveland, desperdiciando la oportunidad de acercarse a su primer título de la División Norte de la AFC en cuatro años.

“Todavía nos queda mucho fútbol americano”, dijo el quarterback Russell Wilson. “Tenemos muchas oportunidades de responder de la manera correcta. Creo que todo lo que queremos sigue frente a nosotros”.

Sin embargo, un equipo que ha sido una de las mayores sorpresas de la liga no logró evitar un tropiezo y recordó de que, a pesar de todas las cosas buenas que ha hecho últimamente, los Steelers siguen siendo un trabajo inconcluso.

“Es muy desalentador”, dijo el linebacker externo T.J. Watt. “Necesitamos cerrar los encuentros y no pudimos hacerlo esta noche. Es terrible que no pudiéramos mantenernos, pero una derrota es una derrota”.

Si hay algo que Wilson ha demostrado durante sus primeros cinco duelos de inicio, es que la situación —sea el marcador, la jugada, el tiempo restante en el reloj o el clima— es irrelevante. Lanzará donde quiera cuando quiera, independientemente de las circunstancias.

Los números finales para la ofensiva —específicamente 368 yardas y 35 minutos de posesión— fueron buenos. Sin embargo, la prueba visual fue otra cosa.

La línea tuvo problemas para proteger a Wilson, permitiendo cuatro capturas, y generando empuje cuando importaba. Si se excluye una escapada de 30 yardas de Fields, Pittsburgh promedió menos de 3 yardas por acarreo.

Los Steelers tenían el balón menos de 5 minutos antes del final con el objetivo de conseguir dos o tres primeras oportunidades para cerrar la victoria. Pero Pittsburgh despejó después de acarreos mediocres y de un mal pase de Fields, y el momento del partido cambió por última vez.

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