Agencias/Ciudad de México.- La argelina Imane Khelif, que siendo niña tuvo que reivindicarse ante sus vecinos para poder jugar al futbol con chicos en su aldea del oeste de Argelia, afronta ahora unos Juegos Olímpicos como boxeadora, cuestionada por su sexo.
Cuando cambió la pelota por los guantes, que le suponía un coste económico familiar por tener que pagar el autobús para desplazarse a los entrenamientos, Khelif no fue capaz de decírselo a su padre, soldador, que desaprobaba el boxeo femenino, recuerda UNICEF en el perfil de quien es su embajadora, mujer.
“Para recaudar dinero para el transporte, Imane vendía chatarra para reciclar y su madre, cuscús (sémola de trigo de la gastronomía magrebí). Juntas pudieron pagar el autobús hasta la ciudad para que Imane tuviera sesiones regulares de entrenamiento de boxeo”, detalló UNICEF en una entrevista con Khelif de marzo de 2024.
La polémica alrededor de las boxeadoras estalló después de que la primera rival de Khelif, la italiana Angela Carini, se retirara tras sólo 46 segundos de combate en los que encajó varios fuertes golpes en el rostro.
Las imágenes de la pelea se expandieron rápidamente por las redes sociales con figuras del deporte, como Martina Navratilova, y de la política, como la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, criticando la autorización del Comité Olímpico Internacional (COI) a la participación de Khelif.
Los señalamientos hacia la argelina, de 25 años, y hacia Lin, de 28, se centran en que ambas fueron descalificadas del Mundial de 2023 por no cumplir con los “criterios de elegibilidad”.
Esa suspensión fue decidida por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), organizadora de ese Mundial, pero no del torneo olímpico.
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Los detalles de ese examen se desconocen. Según la IBA, las deportistas “no se sometieron a un examen de testosterona, sino a una prueba separada y reconocida” cuyos detalles “se mantienen confidenciales”.
Lin no recurrió la decisión, recordó la IBA. Khelif sí llevó su caso ante el Tribunal Arbitral del Deportes (TAS), pero luego retiró el recurso.
La IBA dijo que la prueba “indicó de forma concluyente” que ninguna de ellas cumplía con los criterios de elegibilidad requeridos y que tenían “una ventaja competitiva sobre otras competidoras femeninas”.
Inicialmente, el COI reportaba en su sistema de información que Khelif había sido descalificada por “niveles elevados de testosterona”, pero este dato había sido retirado.
“La prueba de la testosterona no es una prueba perfecta. Muchas mujeres pueden tener niveles de testosterona iguales o parecidos a los de los hombres, sin dejar de ser mujeres”, dijo el portavoz del COI, Mark Adams.
Esta hormona es producida tanto por hombres como por mujeres, aunque la cantidad difiera. Cuando los niveles son superiores a la media, se puede hablar de casos de hiperandrogenismo.
La comunidad científica considera que hay alrededor de un 1,7% de personas intersexuales en la población general.
El caso más emblemático en el deporte es el de la atleta sudafricana Caster Semenya, doble campeona olímpica de 800 metros, a la que se prohibió competir por sus altos niveles de testosterona.
Semenya se negó a seguir un tratamiento para reducirla, como le pedía la federación internacional de atletismo, y libra desde hace años una batalla legal.
A falta de detalles por parte de la IBA y de las deportistas, no es posible determinar cuál es el caso de estas dos boxeadoras.
La boxeadora irlandesa Amy Broadhurst, quien venció a Khelif en 2022, le dio su apoyo en la red social X.
“No creo que haya hecho nada para hacer trampas. Nació así y no es algo que controle”, afirmó.
Broadhurst también apuntó que la IBA no ha publicado los resultados y recuerda que está en conflicto abierto con el COI.
“Esperen a que se conozcan los hechos, esperen a que se conozcan los resultados, y entonces podrán tomar su propia decisión, pero pongan fin al acoso”, demandó.
La boxeadora húngara Anna Luca Hamori, que será la rival de Khelif, defendió la participación de su rival.
“Si la dejan competir es porque saben que es una mujer”, declaró a la agencia de noticias húngara MTI. Sin embargo, el comité olímpico de su país pidió “clarificar” la situación y defendió que “solo las participantes que presentes características biológicas exclusivamente femeninas” deben pelear contra mujeres.
En junio de 2023, la IBA, presidida por el ruso Umar Kremlev, perdió el derecho a organizar torneos olímpicos tras varios años de conflicto con el COI por repetidos escándalos arbitrales.
La caída en desgracia de la IBA coincidió con la aparición de un nuevo actor, la federación internacional World Boxing, impulsada entre bastidores por varias federaciones occidentales y a la que ya se han unido las de Estados Unidos y Suiza.
Preguntado por la cuestionada presencia del boxeo en los Juegos de Los Ángeles-2028, Adams declaró: “Esperamos sinceramente que el boxeo esté en el programa de 2028”.
La polémica en estos Juegos Olímpicos de 2024, avivada por dirigentes políticos, sigue a la descalificación para los Mundiales de Boxeo en 2023 por el test de género que determinaba que tenía “ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas” sin concluir sobre el nivel de testosterona o el cromosoma que se debate.
El test fue realizado por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), que no organiza la competición olímpica de París debido a la suspensión previa por el Comité Olímpico Internacional (COI) por irregularidades financieras y de arbitraje.
Por ello, la entidad que regula el boxeo en los Juegos Olímpicos es Boxing Task Force (BTF), creada por el COI, que sí permitió competir en París 2024 tanto a la argelina Khelif como a la taiwanesa Lin Yu-ting, las dos cuestionadas en anteriores competiciones.
El Comité Olímpico de Argelia (COA) respaldó en un comunicado el posicionamiento del COI que autorizó a Khelif para competir en estos Juegos Olímpicos, lo que generó un debate sobre los diferentes estándares entre organizaciones.
Deportistas, dirigentes y observadores de la comunidad LGBTQ+ han advertido del alud de comentarios que han identificado erróneamente a una boxeadora en los Juegos Olímpicos como hombre o transgénero.
Y advierten que esa virulencia podría representar peligrosa para las mujeres y los miembros de la comunidad LGBTQ+ en el deporte.
Las preocupaciones surgen luego que figuras como el expresidente estadounidense Donald Trump o la autora de “Harry Potter” J.K. Rowling han lanzado duras críticas a la boxeadora argelina Imane Khelif a raíz de que su rival italiana Angela Carini abandonó la pelea de ambas.
Ésos y otros usuarios de las redes sociales afirmaron falsamente que Khelif era un hombre que peleaba contra una mujer.
Los comentarios han proliferado en las redes sociales y han arrastrado a Khelif y a la boxeadora taiwanesa Lin Yu-Ting a una controversia más amplia, relacionada con las mujeres en el deporte.
Mark Adams, vocero del Comité Olímpico Internacional, dijo que Khelif “nació siendo mujer, fue registrada como mujer, vivió su vida como mujer, boxeó como mujer y tiene un pasaporte de mujer”.
Adams advirtió que este asunto “no debe convertirse en una especie de cacería de brujas”.
Algunos deportistas y observadores LGBTQ+ han mostrado preocupación acerca de que las expresiones de odio por parte de los críticos —y el hecho de que el COI no haya abordado una conversación global más amplia sobre el tema antes de los Juegos— han derivado en el vilipendio a personas transgénero, no binarias y otras de la comunidad LGTBQ+, en un evento que defiende la inclusión.
Estos hechos surgen en momentos en que la ampliación de las interpretaciones de la identidad de género han generado una lucha de poder político, más extensa y centrada con frecuencia en el deporte.
Los Juegos Olímpicos de París han impulsado una agenda de apertura. Una cifra récord de 193 deportistas que se asumen abiertamente como LGBTQ+ compite en estas justas. Las actuaciones de drag queens en la ceremonia inaugural generaron una respuesta indignada de los conservadores religiosos, mientras que otros grupos afirmaron que dicho espectáculo incluyó una burla a la “Última Cena” de Leonardo Da Vinci.
En tanto, algunos participantes en la ceremonia y el director artístico de la misma han dicho que recibieron amenazas.
Nikki Hiltz, una de las principales mediofondistas en la rama femenina por la delegación olímpica estadounidense, ha atestiguado de primera mano algunos comentarios intolerantes parecidos. Nacida mujer, Hiltz se identifica como no binaria.
“La transfobia está enloqueciendo en estos Juegos Olímpicos”, escribió Hiltz en Instagram, al responder al debate sobre el boxeo. “La retórica antitrans es una retórica antimujeres. Estas personas no están ‘protegiendo el deporte femenino’. Están imponiendo normas rígidas de género. Y cualquiera que no encaje en esas normas es señalado y denigrado”.
Esta polémica se derivó de las aseveraciones por parte de la Asociación Internacional de Boxeo (IBA, por sus siglas en inglés), acerca de que Khelif y Lin no aprobaron pruebas de elegibilidad para la competición de mujeres.
La IBA jamás transparentó en qué consistieron dichas pruebas. El COI consideró que ésta fue “una decisión repentina y arbitraria” por parte de un órgano rector que está expulsado del movimiento olímpico desde 2019.
Aunque algunos deportes cuentan con parámetros detallados sobre los competidores transgénero y los niveles hormonales en los torneos, el boxeo depende de reglas que se remontan a los Juegos de 2016. Esa normatividad indica que el criterio para ser elegible es lo que aparece en el pasaporte de un deportista, en medio de la pugna cada vez más intensa entre la IBA y el COI.
“La agresión actual contra estos dos deportistas se basa por completo en esta decisión arbitraria (de la IBA), que se tomó sin un procedimiento apropiado”, dijo Adams, del COI. “Estos ataques peligrosos, misóginos y sin bases pueden llevar a la desinformación”.
Los deportistas han enfrentado “bastantes casos de agresión en línea”, agregó Adams. Consideró que es responsabilidad del organismo olímpico cuidar de los deportistas y “cerciorarse de que se encuentren seguros”.
Cyd Zeigler es cofundador de Outsports, un sitio que rastrea la participación LGTBQ+ en los Juegos Olímpicos. Considera que el COI no aportó claridad antes de los Juegos, lo que ha afectado a las mujeres y miembros de la comunidad LGBTQ+ que compiten.
Durante años, ambos grupos han buscado reconocimiento.
“El tema no es el deportista que trata de competir, es quién define la política”, comentó Zeigler. “La parte desagradable de esto es la denostación que durante los últimos dos días ha apuntado contra estos deportistas”.
Zeigler dijo que la reacción podría desalentar la participación pública de deportistas LGBTQ+ en los futuros Juegos, pese a que los activistas señalan que el movimiento olímpico ha avanzado mucho en los años recientes.
“Al tratar de sepultar el problema que sabían que se avecinaba, los transfóbicos comienzan a encabezar la conversación”, dijo Zeigler. “Podemos tener conversaciones sobre la inclusión de los deportistas trans. Hay conversaciones reflexivas que podemos tener. Lo que no soporto es el insulto, el lenguaje asqueroso, horrible y explícito que se usa en torno de esto”.
La húngara Anna Luca Hamori será la próxima rival de Khelif en el combate después de que la italiana Ángela Carin se retirara en los octavos de final a los 46 segundos, tras recibir dos fuertes golpes de Khelif.
Khelif declaró con la polémica en auge que “seguirá concentrada en alcanzar su objetivo de ganar una competición olímpica”, informó la agencia argelina de noticias APS.
Con 25 años, Khelif suele mostrarse ajena a las controversias e incide en destacar en sus apariciones públicas en medios locales e internacionales los beneficios del deporte para la salud en “el sobrepeso y la obesidad”, para los residentes en “las aldeas” y la situación “de las niñas”.
“Muchos padres desconocen las ventajas del deporte y cómo puede mejorar no sólo la condición física sino también el bienestar mental”, añadió Imane en una entrevista con UNICEF.
Mientras las redes sociales y medios argelinos muestran estos días su apoyo a Khelif, el COI defendió su decisión de permitir que las dos boxeadoras cuestionadas, argelina y taiwanesa, compitieran como mujeres en los Juegos Olímpicos de París.