Agencias, Ciudad de México.- Para Stephanie Davis, una mujer de origen humilde, las fuerzas armadas representaban la oportunidad de vivir el sueño americano y de ser tratada igual que los demás.
Se incorporó a la Fuerza Aérea en 1988 y fue escalando, hasta llegar a ser cirujana de a bordo, comandante de la unidad de médicos de a bordo de la base de Fairchild y teniente coronel.
Para muchos de sus compañeros de armas, sin embargo, solo era una mujer de raza negra. Para otros era una “angry black woman”, una mujer negra irritable. Una expresión con un marcado trasfondo racista.
Subalternos blancos a menudo se negaron a hacerle el saludo militar de rigor y también le hicieron comentarios racistas, según afirma.
“Cuando los negros, y las minorías en general, experimentamos por primera vez el racismo en las fuerzas armadas, nos toma por sorpresa”, expresó Davis. “Nos dicen que es un ámbito en el que todos somos iguales y que podemos llegar a la cima en base a nuestros méritos”.
En entrevistas con la Associated Press, soldados y oficiales en actividad y retirados de casi todas las fuerzas describieron una cultura racista y discriminatoria que se niega a desaparecer a pesar de los esfuerzos por erradicarla.
La AP comprobó que el sistema legal militar no tiene una categoría específica para la discriminación, lo que hace que resulte difícil determinar el alcance de estos comportamientos.
El Departamento de Defensa, por otro lado, no tiene forma de determinar cuántos efectivos fueron expulsados de las fuerzas armadas por sus puntos de vista extremistas, a pesar de sus reiteradas promesas de erradicarlos. Se comprobó que más de 20 personas detenidas por la toma del Congreso del 6 de enero tenían lazos con los militares.
La AP descubrió asimismo que el Código Uniforme de Justicia Militar no lidia adecuadamente con los incidentes de discriminación y que los soldados de grupos minoritarios generalmente son juzgados por efectivos blancos en las cortes marciales, lo que según algunos expertos da lugar a castigos más severos.
La discriminación racial no afecta solo a los soldados. Todos los años surgen denuncias radicadas por personal civil de unidades militares que también se siente discriminado, de acuerdo con un análisis que hizo la AP de información recabada por la Comisión de Igualdad de Oportunidades Laborales.
En febrero, Lloyd J. Austin III, un exgeneral del ejército que hoy es secretario de defensa —la primera persona de raza negra que ocupa esa cartera— ordenó a los comandantes y supervisores que se tomasen un día para analizar el extremismo en sus filas.
El Southern Poverty Law Center le envió una carta a Austin luego de esa orden, elogiando su medida, pero destacando al mismo tiempo la necesidad de actuar de inmediato para eliminar el racismo sistémico.
“Las personas adoctrinadas con una ideología supremacista blanca representan una importante amenaza a la seguridad nacional y el bienestar de nuestras comunidades”, dijo la presidenta del SPLC Margaret Huang.
La AP trató de contactar en numerosas ocasiones al Departamento de Defensa para ver qué tipo de medidas concretas se estaban tomando para eliminar el racismo, la discriminación y los extremismos, pero no recibió respuestas a tiempo para este despacho.
En medio de la agitación derivada de las matanzas de varias personas de raza negra por parte de la policía, el general del ejército Mark A. Milley, comandante del estado mayor conjunto, declaró en el Congreso que las fuerzas armadas no pueden tolerar el racismo ni la discriminación.
“Quienes lucimos el uniforme patrio sabemos que la cohesión es una fuerza multiplicadora”, manifestó Milley. “Las divisiones generan derrotas”.
Austin se comprometió a erradicar “a los racistas y los extremistas”.
“La misión del Departamento de Defensa es proteger al país de nuestros enemigos”, manifestó. “Y eso no es posible si tenemos enemigos en nuestras propias filas”.
Hacia fines del 2020, el Departamento de Defensa emitió un informe sobre cómo mejorar la diversidad racial y étnica de las fuerzas armadas. Señaló que la composición de las fuerzas armadas tiene “levemente mayor diversidad racial y étnica que la sociedad civil”. Pero eso no ocurre entre los oficiales.
El 73% de los oficiales son blancos, comparado con un 8% de afroamericanos, un 8% de hispanos, 6% de asiáticos y el resto de otros orígenes. La falta de diversidad aumenta a medida que se sube de rango.
Varios oficiales negros entrevistados por la AP dijeron que esa cultura debe cambiar para que ellos puedan ser reconocidos como corresponde.
Thomas Hobbs, coronel de infantería que se retiró en el 2018 tras 27 años de servicio en la infantería de marina, fue uno de los que habló de lo difícil que es tratar de salir adelante en “una cultura (abrumadoramente) masculina y blanca”.
Hobbs dijo que la Infantería de Marina recluta más candidatos afroamericanos que otros servicios, pero que “muchos de ellos no sirven más de 10 años”.
“¿Por qué no se quedan más tiempo?”, preguntó. “Porque están cansados de tener que actuar de cierta manera todo el tiempo y nunca pueden ser ellos mismos”.
Algunos soldados de grupos minoritarios relataron incidentes en los que dicen que les recomendaron hacer a un lado sus culturas y evitar hablar en otros idiomas que no fuesen el inglés para no ofender a sus colegas mayormente blancos.
Varias mujeres negras relataron lo difícil que es manejarse en una cultura que a menudo las tilda de “agresivas o complicadas” y considera que no se cuidan el cabello o lucen peinados que no son dignos de la profesión.