Agencias, Ciudad de México.- La hambruna ha sido mayormente evitada en Gaza gracias a la entrada de una oleada de ayuda durante un frágil cese al fuego, dijo el jefe humanitario de Naciones Unidas. Sin embargo, advirtió que la amenaza podría regresar rápidamente si la tregua se viene abajo.
Tom Fletcher habló en exclusiva con The Associated Press después de una visita de dos días a Gaza, donde cientos de camiones cargados de ayuda humanitaria han llegado cada día desde que comenzó el cese al fuego el 19 de enero.
“La amenaza de hambruna, creo, está en gran medida evitada”, dijo Fletcher desde El Cairo. “Los niveles de inanición han disminuido desde antes del cese al fuego”.
Fletcher habló en un momento en que aumentan las preocupaciones sobre si el cese al fuego puede extenderse y están previstas conversaciones sobre su segunda fase, que es más complicada. La primera fase de seis semanas está a mitad de camino.
Como parte del acuerdo, Israel dijo que permitiría la entrada de 600 camiones de ayuda a Gaza cada día, un aumento significativo después de meses de frustración expresada por los funcionarios de ayuda sobre los retrasos e inseguridad que obstaculizaban tanto la entrada como la distribución de alimentos, medicinas y otros artículos muy necesarios.
La oficina humanitaria de la ONU dijo que más de 12,600 camiones de ayuda han entrado en Gaza desde que el cese al fuego entró en vigor.
Fletcher instó tanto a Hamás, que rápidamente reafirmó su control del territorio en las horas posteriores a la entrada en vigor del cese al fuego, como a Israel a cumplir con el acuerdo que ha “salvado tantas vidas”.
“Las condiciones siguen siendo terribles y la gente sigue teniendo hambre”, dijo. “Si el cese al fuego fracasa, si el cese al fuego se rompe, entonces muy rápidamente esas condiciones (similares a la hambruna) volverán de nuevo”.
El umbral de mortalidad internacionalmente reconocido para la hambruna es de dos o más muertes al día por cada 10,000 personas.
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Durante meses antes del actual cese al fuego, monitores de seguridad alimentaria, funcionarios de la ONU y otros advirtieron sobre una posible hambruna en partes de la devastada Gaza, especialmente en el norte, que estuvo prácticamente aislado desde las primeras semanas de la guerra que comenzó en octubre de 2023. Cientos de miles de palestinos han podido regresar al norte gracias al cese del fuego.
“No podemos sentarnos y simplemente permitir que estas personas mueran de hambre”, dijo Cindy McCain, la jefa estadounidense del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, a CBS en diciembre. El gobierno de Joe Biden instó repetidamente a Israel a permitir más entregas de ayuda y advirtió que no hacerlo podría desencadenar restricciones estadounidenses al apoyo militar.
Fletcher señaló que se necesitan más alimentos y suministros médicos de manera crucial para el territorio de más de 2 millones de personas, la mayoría de ellas desplazadas, y expresó su preocupación por los brotes de enfermedades debido a la falta de suministros básicos de salud. También pidió aumentar la entrega de tiendas de campaña y otros refugios para aquellos que han regresado a sus zonas de origen, mientras continúa el invierno.
“Debemos conseguir decenas de miles de tiendas de campaña muy rápido, para que las personas que están regresando, particularmente al norte, puedan refugiarse de esas condiciones”, comentó.
Fletcher entró al territorio palestino por el cruce de Erez entre Israel y el norte de Gaza, donde dijo que condujo a través de áreas “bombardeadas, aplastadas y pulverizadas”.
“No puedes ver la diferencia entre una escuela, un hospital o un hogar”, dijo sobre el norte.
Agregó que vio a personas tratando de encontrar dónde habían estado sus hogares y recogiendo los cuerpos de sus seres queridos de entre los escombros. También vio perros buscando cadáveres entre los escombros.
“Es una película de terror. Es un espectáculo de horror”, agregó. “Te rompe el corazón una y otra y otra vez. Conduces kilómetros y kilómetros, y esto es lo único que ves”.
Fletcher reconoció que algunos palestinos están enojados con la comunidad internacional por la guerra y su respuesta.
“Había desesperación y enojo. Y puedo entender el enojo hacia el mundo de que esto les haya ocurrido”, señaló. “Pero también había un sentido de desafío. La gente decía: ‘Volveremos a nuestros hogares. Volveremos a los lugares en los que hemos vivido durante generaciones y reconstruiremos’”.
Abdullah Fauzi, un banquero de la ciudad de Nablus, en el norte de Cisjordania, sale de casa a las cuatro de la mañana para llegar a su trabajo a las ocho, y a menudo llega tarde.
To Hamas, a hostage release is a propaganda opportunity.
Watch as they twist the story of their terrorism, and publish it in the media in an attempt to manipulate the world. pic.twitter.com/ICicwW6eHJ
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Su viaje solía tomar una hora, hasta el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, después del cual Israel lanzó su ofensiva en la Franja de Gaza.
El Ejército israelí también intensificó las redadas contra milicianos palestinos en el norte de Cisjordania y desviaba a sus residentes a través de siete nuevos puntos de control, duplicando el tiempo que pasaba Fauzi en la carretera.
Desde que entró en vigor el alto el fuego en Gaza entre Israel y Hamás, el viaje de Fauzi al centro de negocios y administrativo de Cisjordania, Ramala, se ha convertido en un enrevesado recorrido de al menos cuatro horas por caminos empinados y carreteras agrícolas mientras Israel estrecha aún más el cerco sobre las ciudades palestinas con medidas que considera esenciales para protegerse de ataques armados.
“Puedes volar a París mientras nosotros no llegamos a nuestras casas”, dijo el hombre de 42 años desde el control de carretera de Atara, a las afueras de Ramala, la semana pasada, mientras los soldados israelíes registraban decenas de coches, uno por uno.
“Lo que sea esto, lo han planeado bien”, dijo. “Está bien diseñado para hacer nuestra vida un infierno”.
Mientras la tregua entre Israel y Hamás se consolidaba el 19 de enero, colonos israelíes radicales, indignados por un aparente final de la guerra y la liberación de prisioneros palestinos a cambio de rehenes israelíes, atacaron ciudades de Cisjordania, incendiando coches y casas.
Dos días después, fuerzas israelíes con drones y helicópteros de ataque se abatieron sobre la ciudad de Yenín, en el norte de Cisjordania, un persistente núcleo de actividad miliciana.
Empezaron a levantarse más controles de carretera entre las ciudades palestinas, que dividían la ocupada Cisjordania y creaban puntos de embotellamiento que el Ejército israelí puede cerrar a capricho.
Los cruces que habían estado abiertos de forma permanente comenzaron a cerrarse durante las horas punta de la mañana y la tarde, trastornando la vida de cientos de miles de personas. Se multiplicaron las nuevas barreras —montículos de tierra, puertas de hierro—, que sacaron los autos palestinos de las carreteras bien pavimentadas y los obligaron a tomar caminos llenos de baches a través de campos abiertos. Lo que antes eran una mirada y una inclinación de cabeza de un soldado se convirtieron en inspecciones como las de una frontera internacional.
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Israel dice que las medidas son para evitar que Hamás abra un nuevo frente en Cisjordania. Pero muchos expertos sospechan que la represión tiene más que ver con apaciguar a líderes de los colonos como Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas e importante aliado del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Smotrich ha amenazado con derribar el gobierno si Israel no reinicia la guerra en Gaza.
“Israel ahora tiene carta blanca para perseguir lo que ha querido en Cisjordania durante mucho tiempo: expansión de asentamientos, anexión”, dijo Tahani Mustafa, analista senior del Grupo de Crisis Internacional. “Se consideró un posible intercambio”.
Cuando se le preguntó por qué Israel incrementó la represión durante el alto el fuego, el Ejército israelí dijo que los políticos dieron la orden en parte por preocupaciones de que la liberación de prisioneros palestinos, en intercambios por rehenes israelíes retenidos por Hamás, pudiera aumentar las tensiones en Cisjordania.
Los controles de carretera en toda Cisjordania, dijo, eran “para asegurar un movimiento seguro y expandir las inspecciones”.
“Los puntos de control son una herramienta que usamos en la lucha contra el terror, permitiendo el movimiento civil mientras proporcionamos una capa de supervisión para evitar que los terroristas escapen”, dijo el teniente coronel Nadav Shoshani, portavoz militar israelí.
Pasar la hora punta en un punto de control israelí es escuchar los problemas que ha traído: familias palestinas divididas, dinero perdido, comercio interrumpido, enfermos a los que se impide llegar a los médicos.
Ahmed Jibril dijo que ni siquiera su posición como gerente de servicios de emergencia para la Media Luna Roja palestina le protege.
“Nos tratan como a cualquier otro auto privado”, dijo, describiendo docenas de casos en los que los soldados israelíes obligaron a las ambulancias a esperar para la inspección cuando respondían a llamadas de emergencia.
En un caso, el 21 de enero, el Ministerio de Salud Palestino informó que una mujer de 46 años que había sufrido un ataque al corazón en la ciudad sureña de Hebrón murió mientras esperaba a cruzar un control.
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El Ejército israelí dijo que no estaba al tanto de ese incidente específico. Pero citando el uso por parte de Hamás de infraestructura civil como hospitales para ocultar combatientes, el Ejército reconoció someter a los equipos médicos a controles de seguridad “mientras intenta reducir la demora tanto como sea posible para mitigar el daño”.
La agencia humanitaria de la ONU, OCHA, informó que, hasta el 28 de noviembre pasado, Israel tenía 793 puntos de control y bloqueos de carreteras en Cisjordania, 228 más que antes de la guerra en Gaza.
La agencia no ha actualizado el recuento desde el alto el fuego, pero su último informe señaló un aumento en las “restricciones asfixiantes” que están “desgarrando comunidades y paralizando en gran medida la vida diaria”.
Con sus restaurantes de lujo y estudios de yoga, Ramala se ganó una reputación en conflictos pasados de ser algo así como una burbuja acomodada donde los residentes que van de café en café pueden sentirse inmunes a las duras realidades de la ocupación.
Ahora sus residentes, atrapados en filas interminablemente largas para hacer simples recados, se sienten sitiados
“Todo lo que queremos es ir a casa”, dijo Mary Elia, de 70 años, detenida con su esposo durante casi dos horas en el punto de control de Ein Senia al norte de Ramala la semana pasada, mientras se dirigían a casa en Jerusalén Oriental desde la casa de su hija.
“¿Se supone que nunca veremos a nuestros nietos?”. De repente, su rostro se contorsionó de incomodidad. Tenía que orinar, dijo, y faltaban horas para que cruzaran.
Al bajar la ventana en un punto de control congestionado se puede escuchar la misma voz femenina tranquilizadora saliendo de innumerables radios de coches, enumerando cada punto de control israelí, seguido de “salik”, árabe para abierto, o “mughlaq”, cerrado, según las condiciones del momento.
Hace poco que esos reportes han superado a las previsiones meteorológicas en el primer lugar de la programación de radio de Cisjordania. Casi todos los conductores palestinos parecen capaces de detallar las horas de operación más recientes de los puntos de control, los detalles de los cambios de humor de los soldados y las opiniones ferozmente defendidas sobre los desvíos más eficientes.
“No pedí un doctorado en esto”, dijo Yasin Fityani, de 30 años, un ingeniero atrapado en la fila para salir de Ramala para trabajar, que iba mostrando nuevos grupos de WhatsApp dedicados a controles de carretera llenos de imágenes de soldados instalando barreras de cemento y peleas a puñetazos que estallan por alguien que se salta la fila.
Era la segunda vez en tantas semanas que su jefe en la compañía de autobuses de Jerusalén cancelaba su turno matutino porque llegaba tarde.
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— Benjamin Netanyahu – בנימין נתניהו (@netanyahu) February 6, 2025
Peor aún para Nidal Al-Maghribi, de 34 años, era demasiado peligroso retroceder en la fila de conductores frustrados que esperaban pasar el punto de control de Jaba, que separa su vecindario de Jerusalén Oriental del resto de la ciudad.
Otro día completo de trabajo perdido en su coche.
“¿Qué le voy a decir a mi esposa?”, preguntó, haciendo una pausa para mantener la compostura. “Este trabajo es cómo alimento a mis hijos”.
Los camiones palestinos, cargados con alimentos perecederos y materiales de construcción, no se libran del escrutinio.
A menudo, los soldados piden a los camioneros que se detengan y descarguen su carga para inspección. La fruta se pudre. Los textiles y los productos electrónicos sufren daños.
Los retrasos aumentan los precios, asfixiando aún más una economía palestina que se contrajo un 28% el año pasado como resultado de políticas punitivas israelíes impuestas después del ataque de Hamás, dijo el ministro palestino de Economía, Mohammad Alamour.
El veto israelí a la mayoría de los trabajadores palestinos ha dejado sin empleo al 30% de la fuerza laboral de Cisjordania.
“Estas barreras hacen todo excepto su propósito declarado de proporcionar seguridad”, dijo Alamour. “Presionan al pueblo palestino y a la economía palestina. Hacen que la gente quiera dejar su país”.
Las fuerzas israelíes se retiraron de un corredor clave en Gaza en el último compromiso de un tenue alto el fuego, mientras que la conmoción por la liberación de rehenes demacrados renovó la presión sobre el primer ministro Benjamin Netanyahu para ampliar la tregua más allá de la primera fase que finaliza dentro de tres semanas.
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Las conversaciones sobre la segunda fase, que prevé la liberación de más rehenes y la retirada completa de Israel de Gaza, debían comenzar el 3 de febrero del 2025. Pero Israel y Hamás parecen haber avanzado poco.
Netanyahu iba a enviar una delegación a Qatar, un mediador clave, pero estaba formada por funcionarios de bajo nivel, lo que ha desatado especulaciones sobre la posibilidad de que no conduzca a ningún avance. Netanyahu, que regresó a Israel tras una visita a Estados Unidos para reunirse con el presidente Donald Trump, tiene previsto convocar a los ministros del Gabinete de Seguridad.
Las familias de los rehenes restantes advirtieron de que el tiempo se agota para los que siguen con vida.
“No podemos dejar que los rehenes sigan allí. No hay otro camino. Hago un llamamiento al Consejo de Ministros”, declaró Ella Ben Ami, hija de un rehén liberado, añadiendo que ahora comprende que el precio del cautiverio es mucho peor de lo imaginado.
El padre de un rehén, Kobi Ohel, declaró al Canal 13 de Israel que los hombres recién liberados dijeron que su hijo, Alon, y otros “viven de media pita a una pita entera al día. Estas no son condiciones humanas”. La madre de Ohel, Idit, dijo entre sollozos al Canal 12 que su hijo lleva encadenado más de un año.
Por otra parte, el Ministerio de Sanidad palestino declaró que dos mujeres, una de ellas embarazada de ocho meses, murieron por disparos israelíes en Cisjordania ocupada, donde las tropas israelíes han estado llevando a cabo una operación.
Desde que comenzó el 19 de enero, el acuerdo ha enfrentado obstáculos y desacuerdos repetidos entre las partes, que hacen patente su fragilidad. Pero se ha mantenido, aumentando las esperanzas de que la devastadora guerra que provocó cambios sísmicos en Oriente Medio pueda acercarse a su fin.
Se veían autos cargados con pertenencias, como depósitos de agua y maletas, dirigiéndose hacia el norte a través de una carretera que cruza Netzarim. Según el acuerdo, se supone que Israel que permitirá que los autos crucen sin inspección y no parecía haber tropas en las cercanías de la carretera.
El vocero de Hamás Abdel Latif Al-Qanoua dijo que la retirada mostraba que Hamás había “obligado al enemigo a someterse a nuestras demandas” y que frustraba “la ilusión de Netanyahu de alcanzar una victoria total”.
Los funcionarios israelíes, que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados para discutir movimientos de tropas con los medios, no revelaron cuántos soldados se estaban retirando. Las tropas permanecen a lo largo de las fronteras de Gaza con Israel y Egipto y se espera que se negocie una retirada completa en una etapa posterior de la tregua.
Durante la primera fase de 42 días del alto al fuego, Hamás está liberando gradualmente a 33 rehenes israelíes capturados durante su ataque del 7 de octubre de 2023 a cambio de una pausa en los combates, la libertad para cientos de prisioneros palestinos y un incremento en la ayuda humanitaria para Gaza devastada por la guerra.
El acuerdo estipula que las tropas israelíes se retirarán de las áreas pobladas de Gaza, así como del corredor de Netzarim.
En la segunda fase, todos los rehenes restantes serían liberados a cambio de una retirada completa israelí de Gaza y una “calma sostenible”.
Pero los detalles más allá de eso no están claros y los repetidos obstáculos a lo largo de la primera fase y la profunda desconfianza entre las partes han puesto en duda si pueden concretar la extensión.