Agencias /Ciudad de México.- Las malas noticias para Huawei no terminan, los principales fabricantes de chips han congelado el suministro de software y componentes críticos para la empresa, cumpliendo así con la represión de la administración de Donald Trump que amenaza con ahogar a la compañía de tecnología más grande de China.

Las firmas Intel Corp., Qualcomm Inc., Xilinx Inc. y Broadcom Inc., empresas que han notificado a sus empleados que no suministrarán a Huawei hasta nuevo aviso.

Ayer recibimos la noticia de que Google cancelaría la licencia de Android de Huawei, lo que significa que en los futuros dispositivos no tendremos la tienda de apps, ni chrome, ni gmail, ni el resto de software al que solemos estar acostumbrados. Si Huawei quiere seguir usando android, tendrá que usar la opción de código abierto, sin Apps de Google.

El viernes pasado la administración de Trump puso a Huawei en la lista negra, a la que acusa de espionaje chino, y amenazó con interrumpir el software y los semiconductores de Estados Unidos que necesita para fabricar sus productos. Bloquear la venta a Huawei de componentes críticos también podría interrumpir los negocios de los gigantes de chips estadounidenses como Micron Technology Inc. y retrasar el despliegue de las redes inalámbricas 5G críticas en todo el mundo, incluso en China.

Intel es el principal proveedor de chips de Huawei, Qualcomm le proporciona procesadores y módems, Xilinx vende chips programables utilizados en redes y Broadcom es un proveedor de chips de conmutación, otro componente clave en algunos tipos de redes. Sin Huawei como cliente, notarán también efecto en sus cuentas de final de mes.

Se cree que Huawei ha almacenado suficientes chips y otros componentes vitales para mantener su negocio en funcionamiento durante al menos tres meses, pero no sabemos muy bien qué ocurrirá después de eso.

En Bloomberg indican que Huawei se ha transformado en moneda en una guerra comercial. Ahora solo nos toca esperar para ver cómo termina.

La decisión de Google supone que Huawei perderá el acceso a las actualizaciones de Android, y las próximas versiones de sus smartphones también perderán el acceso a diversas aplicaciones y servicios de Google, como la Play Store y el Gmail.

“Para Huawei, la situación es compleja, porque implica una pérdida muy importante en la propuesta de valor de unos smartphones que estaban considerados entre los más competitivos y prestigiosos del mercado.

“Muchos analistas creen que el P30 de Huawei está incluso por encima del iPhone en muchos aspectos, pero que un móvil no pueda acceder a la Play Store o no pueda instalarse aplicaciones de Google es un desincentivo a su adquisición, y puede perjudicar seriamente a la marca en todos los mercados salvo en China, donde el impacto será mínimo porque las aplicaciones de Google ya estaban excluidas”, explica Enrique Dans.

A largo plazo, sin embargo, el veto a Huawei, que en 2019 obtuvo unos ingresos por telefonía de 46.500 millones de euros, un 50% más que en 2017, también tendrá grandes consecuencias para Google, “que pierde el inmenso mercado chino, que generará un nuevo ecosistema de aplicaciones y servicios incompatibles y que será adoptado, sin duda, por otros operadores y mercados en la órbita de China”, añade el CEO de ISDI.

La compañía china aseguró en un comunicado que “seguirá proporcionando actualizaciones de seguridad y servicios postventa a todos los smartphones, tabletas y dispositivos Huawei y Honor, tanto a los que ya se hayan vendido como a los que siguen estando en stock en todo el mundo”.

El problema llegará con los nuevos terminales que saque al mercado, pues será entonces cuando no pueda disponer de la tecnología de Google y solo tendrá acceso a aquellas versiones de Android disponibles a través de licencias de código abierto.

“A diferencia de otras experiencias fallidas en la creación de un sistema operativo propio como las de Samsung o Microsoft, Huawei tiene los recursos financieros, las influencias políticas, las alianzas, el ecosistema y el mercado como para aglutinar al resto de fabricantes chinos y crear un sistema operativo alternativo”, dice De Pinero.

Dans cree, sin embargo, que aunque Huawei posea esa capacidad, “la alternativa de un sistema operativo propio es complicada, pues supone en muchos sentidos crear un mundo aparte frente a otro muy exitoso y que cuenta con una cuota de mercado altísima como Android”.

Huawei se vería en esas circunstancias forzado a competir para, sobre todo, atraer las preferencias de los desarrolladores de aplicaciones, que hoy por hoy son las que dan sentido a un smartphones. Una tarea nada sencilla.

“Huawei puede seguir utilizando la versión abierta de Android, que está disponible sin limitaciones para cualquiera que quiera utilizarla, pero que se limita al sistema operativo, proporciona un acceso más tardío a actualizaciones, y además, no incluye ni las Apps de Google, ni su Play Market, que tendría que recrear por su cuenta.

“Podría también plantearse hacer y mantener su propio fork de Android, como ha hecho Amazon, y abrirlo a desarrolladores para que puedan registrar en el sus aplicaciones fácilmente y puedan acceder a la base de usuarios. Pero en la práctica”, continúa Dans.

“Debemos entender que tiene menos recorrido Donald Trump y sus irracionales medidas que Huawei, lo que implica que para la compañía china, insuflar recursos en una solución propia que posiblemente termine siendo puramente temporal sea una pérdida de valiosos esfuerzos y de tiempo”.

La compañía china, que gasta 67.000 millones de dólares al año en la compra de componentes, según el diario Nikkei, lleva tiempo preparándose para un boicot de EEUU.

Según los analistas, Huawei ha estado trabajando arduamente para crear su propia tienda de aplicaciones y otros activos de software de forma similar a su trabajo en el área de chips, donde ha ido distanciándose de Qualcomm con sus procesadores Kirin y módems.

“No hay duda de que estos esfuerzos son parte de su deseo de controlar su propio destino”, aseguró a la BBC un analista de CCS Insight.

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