Agencias /  Ciudad de México.- Después de casi una década de desarrollo, 2019 se saldó con un gran hito (aunque parcial) en la astronáutica: la nave espacial CST-100 Starliner de Boeing por fin salió al espacio.

El lanzamiento tuvo lugar el 20 de diciembre y debería haber permanecido acoplada a la Estación Espacial Internacional (EEI) hasta el 28 de diciembre de 2019, pero un fallo del reloj de eventos abordo provocó que el encuentro con la EEI no pudiera llevarse a cabo. Esto obligó a la nave a regresar a la Tierra, donde aterrizó el domingo 22 de diciembre.

Aunque no se completó como se esperaba y no portaba tripulación, esta misión, representa un gran hito para el programa comercial de tripulación de la NASA y un paso importante hacia la reanudación de los lanzamientos de vuelos espaciales con humanos desde el suelo estadounidense.

Desde el Centro Espacial Kennedy (EEUU), el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, afirmó: “La próxima vez que salgamos, lo haremos con socios comerciales. La NASA no compra, posee ni opera el hardware. Hemos comprado un servicio con el objetivo de que la NASA en el futuro sea un cliente entre muchos en un mercado comercial muy fuerte para los vuelos espaciales humanos”.

Desde que el programa del transbordador espacial concluyera en 2011, la NASA dependía de los lanzamientos rusos Soyuz para llevar a sus astronautas hacia y desde la Estación Espacial Internacional. Esto significa que, durante más de ocho años, no ha se ha realizado el lanzamiento de ningún astronauta estadounidense desde su territorio.

Los retrasos obligaron a la NASA a comprar más asientos en los lanzamientos de Soyuz (en un momento en el que las relaciones ruso-estadounidenses eran tensas), que llegó a costar la friolera de casi 74 millones de euros por asiento.

Para reducir su dependencia de los rusos y evitar tener que construir un nuevo sistema de vuelos espaciales para las misiones en órbita terrestre baja, la NASA decidió contratar a Boeing y SpaceX para desarrollar nuevos vehículos tripulados (Starliner y Crew Dragon, respectivamente). Ambas compañías y la NASA al principio esperaban estar listas para enviar a personas en 2017. Pero, como pronto, ambos lanzarán su primera misión tripulada con pasajeros humanos a lo largo de este año. (SpaceX envió a Crew Dragon a la EEI en marzo pasado, pero probará su sistema de aborto en vuelo el 11 de enero antes de intentar planear una misión con astronautas. Boeing está renunciando a la prueba de aborto en vuelo, ya que la NASA decidió que este paso fuera opcional).

La reciente misión a la EEI es la última comprobación antes de que Boeing pueda enviar a astronautas al espacio. Aunque el reciente Starliner llevó alrededor de 272 kilogramos de suministros a la estación espacial, su principal objetivo fue el de probar sus sistemas de vuelo, incluida su separación del cohete de lanzamiento, su encuentro y acoplamiento con la EEI, su vuelta a la atmósfera de la Tierra y su aterrizaje. Debido al fracaso en el acoplamiento, puede que el primer vuelo tripulado, programado para el próximo marzo, deba retrasarte aún más.

Además de suministros, la cápsula también llevó un muñeco de prueba cariñosamente denominado Rosie (por Rosie the Riveter, el símbolo estadounidense de la Segunda Guerra Mundial), equipado con acelerómetros y otros sensores para probar si la cápsula puede proteger los cuerpos de los pasajeros en el interior de las cargas de gravedad experimentadas durante los vuelos espaciales. El resto de la nave espacial también fue equipada con otros sensores para asegurar que los sistemas de soporte vital como los controles de temperatura y presión de aire funcionaron correctamente. A todos los efectos, fue como si los humanos estuvieran volando hacia el espacio, salvo el suministro de oxígeno de emergencia.

Ahora que la cápsula está de vuelta en la Tierra, Boeing se está dedicando a evaluar todos los datos del vuelo. “Sin duda habrá algunos resultados inesperados”, destacó a los periodistas el director de los vuelos comerciales de la NASA, Phil McAlister.

Si no hay grandes problemas, deberíamos ver a la NASA y Boeing programar un verdadero vuelo de prueba tripulado este mismo año. El vuelo ya tiene pasajeros: los astronautas de la NASA Nicole Mann y Michael Fincke y al astronauta de Boeing Christopher Ferguson.

No obstante, Boeing tiene planes de expandir los servicios de Starliner más allá de la NASA. La compañía quiere lanzar un programa de formación para preparar a pilotos privados, comandantes, especialistas en misiones y potencialmente incluso turistas para viajar a la órbita terrestre baja. Bridenstine concluye: “Queremos reducir los costes, incrementar la innovación y aumentar el acceso al espacio de una manera que nunca antes se había visto”.

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