Agencias, Ciudad de México.- La Antártida es el continente más frío, más seco y más aislado del planeta. Allí, un grupo de científicos e investigadores de diferentes países realizan estudios sobre el clima, la vida silvestre y los recursos naturales. Sin embargo, detrás de esta labor científica se esconde una realidad oscura: el abuso y el acoso sexual.

La oficina de vigilancia que supervisa la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés) está enviando investigadores a la Estación McMurdo de la Antártida tras recibir denuncias sobre la violencia sexual que prevalece en la base estadounidense de investigaciones científicas. La NSF indicó que avanza en sus propios esfuerzos para enfrentar este “problema generalizado” dentro de la agencia federal. Anunció el viernes el nombramiento de Renée Ferranti como ayudante especial del director de la NSF para enfocarse en la prevención del abuso y el acoso sexual y la respuesta.

Una investigación de The Associated Press realizada en agosto puso al descubierto que las mujeres en McMurdo decían que sus denuncias de acoso o agresión eran minimizadas por sus empleadores, lo que con frecuencia las colocaba en mayor peligro. Las comunicaciones internas obtenidas por la AP indicaban que la Oficina del Inspector General de la NSF (OIG, por sus siglas en inglés) enviaría investigadores que permanecerán en la base desde el lunes próximo hasta el 17 de noviembre.

“Estamos en proceso de ampliar nuestra misión investigadora para incluir la pesquisa de violaciones penales que suceden en la Antártida”, escribió la jefa de personal de la OIG, Lisa Vonder Haar, en un email a la AP en que confirmó la visita. “Estas violaciones incluyen abuso sexual agravado, abuso sexual simple, contacto sexual abusivo y acoso”.

Vonder Haar dijo que sus agentes han respondido de manera remota a las denuncias de trabajadoras en la Antártida desde julio y que planea tener una presencia en el lugar durante los próximos veranos.

La investigación de la AP destacó la falta de apoyo que sienten muchas mujeres por parte de los directivos del programa antártico. Una mujer se sentía obligada a portar en todo momento un martillo para protegerse. Otra mujer denunció que la obligaron a trabajar junto a un hombre que la manoseó. En otro caso, una mujer que le dijo a su empleador que había sido agredida sexualmente fue despedida dos meses después. Una cuarta mujer dijo que los jefes de la base minimizaron sus acusaciones de violación a acoso.

Un informe de la NSF de 2022 encontró que el 59 por ciento de las mujeres dijeron haber sufrido acoso o agresión mientras estaban en la estación. El consumo de alcohol fue un factor en algunos casos.

La situación de las mujeres en la Antártida no es única. Según un estudio de 2018 publicado en la revista PLOS ONE, el 71 por ciento de las mujeres que trabajan en la ciencia polar reportaron haber experimentado algún tipo de acoso sexual o de género. El estudio señaló que las mujeres enfrentan barreras para acceder a oportunidades de investigación, financiamiento y reconocimiento en este campo.

La Antártida es un territorio sin soberanía, regido por el Tratado Antártico de 1959, que establece fines pacíficos y cooperativos para la exploración y el uso del continente. Sin embargo, el tratado no contempla mecanismos para la protección de los derechos humanos ni la rendición de cuentas por los abusos cometidos.

Las mujeres que trabajan en la Antártida merecen respeto, seguridad y justicia. Es necesario que las instituciones responsables de enviar personal a la base científica adopten medidas efectivas para prevenir, investigar y sancionar el abuso y el acoso sexual. Asimismo, es importante que se brinde apoyo psicológico y legal a las víctimas y se garantice su confidencialidad. La Antártida no puede ser un lugar de impunidad ni de silencio.

Con información de: APNews

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