Agencias/Ciudad de México.- La fiesta patrimonial de la Alasita, que significa ‘cómprame’ en aimara, se inauguró en Bolivia entre rituales andinos para pedirle al Ekeko, el “dios de la abundancia”, dólares, alimentos y diésel, cuya escasez mantiene al país en una crisis económica.
Cada 24 de enero, centenares de artesanos abren pequeñas tiendas en La Paz para vender casas, edificios, vehículos, alimentos, maletas, títulos de estudio, certificados de salud, bebés, entre otros, todo en miniatura para que “con fe”, durante el año, los deseos de los compradores se hagan realidad.
No es un acontecimiento ferial más, por su simbolismo, incluye la fe en el objeto que se adquiere para que el Ekeko, la Pacha Mama o el dios de los cristianos “te lo devuelva en grande”, comentan los miles de concurrentes, sobre todo, a la Plaza Murillo, kilómetro cero de La Paz.
La Feria de Alasitas (en aymara significa “cómprame”) es una tradición de la ciudad de La Paz que se remonta a antiguas tradiciones de esa comunidad originaria, por esa valía de las culturas bolivianas, la Unesco declaró en diciembre de 2017 a los Recorridos Rituales en la Ciudad de La Paz durante la Alasita como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Tanta fuerza tiene esta tradición andina, que cuenta con mucho arraigo en diversas zonas del Oriente boliviano y en las denominadas tierras bajas de la Amazonia.
“Son 6,000 artesanos que ahora van a ofrecer sus productos, entre las novedades están la canasta familiar (de alimentos básicos), los envases de combustible, el aceite, todo lo que estaba faltando en los hogares”, explicó a EFE el secretario de Culturas de la Alcaldía de La Paz, Américo Gemio.
La artesana Enriqueta Gutiérrez vende desde hace más de 60 años billetes, casas, herramientas y alimentos de primera necesidad, todo en miniatura, en su quiosco al que algunos visitantes se acercan a comprar antes de mediodía.
“Uno tiene que comprar con fe, lo que uno desee y sueñan, así se hace realidad (…) la gente ahora está comprando más el dólar, azúcar y otros víveres””, contó a EFE Gutiérrez.
La Alasita se realiza en un campo ferial en el centro de la ciudad, pero por esta jornada algunos artesanos colocaron tiendas de miniaturas en diferentes barrios de La Paz.
La festividad y sus símbolos como el Ekeko, la principal deidad andina de la fortuna y la abundancia, se han transformado con el tiempo hasta llegar a la expresión de lo ancestral fusionado con lo mestizo y urbano.
Un Ekeko hecho de piedra es el punto de concentración de los creyentes, quienes a mediodía se acercan a él para entregarle todo lo que compraron y luego le arrojan cerveza y alcohol para pedirle que sus deseos en miniatura se hagan realidad.
Por ejemplo Hilda, una mujer que llegó temprano para colocar sus dólares miniatura a los pies del “dios de la abundancia” con “mucha fe”.
Decenas de visitantes también lanzan a la imagen miles de billetes, especialmente dólares falsos, con la esperanza de obtener la divisa este año.
Otros asistentes a la feria compran las artesanías para llevarlas donde los sabios aimaras o “amautas” que esperan cerca del parque para la tradicional ‘ch’alla’ o bendición de estos “pequeños” bienes.
Uno de los quioscos más visitados es el que ofrece vehículos hechos de madera. Nicole Pati es la tercera generación de su familia que fabrica buses y camiones de colores.
“Desde mi abuelo estamos aquí, realizamos todo a mano (…) un camión pequeño tardamos en hacer un mes y luego uno más grande lo hacemos en tres meses porque hay muchos detalles”, explicó a EFE Pati.
En la feria también se encuentra alcancías hechas de yeso, “cholets” en miniatura, que son edificios de la cultura aimara con colores vibrantes y vidrios de espejo en miniatura y el tradicional Plato Paceño, que tiene choclo, habas, papa y queso, un reconocido platillo de La Paz.
La Alasita es una de las tradiciones más antiguas de la cultura andina que originalmente se celebraba en el solsticio de verano austral el 21 de diciembre, con miniaturas que se colocaban a deidades andinas como las illas.
El Ekeko es un hombre regordete y bigotudo que carga entre sus ropas billetes, alimentos y objetos en miniatura. Considerado el dios de la abundancia, una deidad pagana, cada 24 de enero es el principal personaje de la festividad de la Alasita en La Paz, en Bolivia, y en algunas partes de Perú.
Según la creencia popular, hace realidad los sueños de quienes le presentan en miniatura cuál es el objeto de su deseo. A él acuden las familias bolivianas con figuritas de todo tipo para que mejore su fortuna.
Los creyentes de Ekeko le llevan cada año figuras y objetos en miniatura que representan billetes, productos de la canasta familiar, casas, vehículos, computadoras, títulos profesionales y hasta certificados de matrimonio. ¿Para qué? Para que el dios pagano los convierta en realidad.
En la feria que se levanta en su honor, una especie de mercado en el centro de La Paz, reina el caos por unos días ante las compras de miniaturas que hacen los bolivianos que luego son bendecida a las puertas de la iglesia católica. Posteriormente, son challadas o rociadas con alcohol, vino e incienso por brujos aymaras, que hablan en su lengua y piden que se hagan realidad los sueños.
Y aunque en Lima, la capital peruana, esa feria tiene las mismas dimensiones, también está presente. Al ritmo de la música folclórica boliviana, en la llamada “feria de los deseos” se realizó una ceremonia a un Ekeko de 1,70 metros de alto. Los chamanes o curanderos aymaras también la rociaron con cerveza y vino.
“Porque en esta festividad podemos compartir nuestros sueños y deseos y hacerlos realidad. Y porque nos reúne con las familias”, respondió Barbara Choque, una mujer aymara de 52 años que compraba sus alimentos en miniatura para que este año no le falte comida ante la crisis económica que atraviesa Bolivia.
Esta fe en el Ekeko hizo que la empresaria Lidia Cortez, de 67 años, nacida en la ciudad peruana de Puno, lleve la festividad hasta Lima. “Todo lo puedes adquirir en miniatura y eso lo puedes colocar al Ekeko para que se haga realidad”. agregó.
En Bolivia, la celebración llega a incluso a los barrios y al centro del poder político. El presidente Luis Arce salió a puertas del Palacio de Gobierno y regaló billetes pequeños, mientras en Perú una entidad financiera llamada “Caja Huancayo” usa al Ekeko como símbolo en su publicidad.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró la feria de la Alasita como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2017.
Considerado como el dios de la abundancia y de la fertilidad está asociado con Tunupa, dios del agua y del fuego en la civilización Tiahuanaco (500 y 900 d.C), dijo a la AP Vida Tedesqui, socióloga e investigadora de la Secretaría Municipal de Culturas y Turismo de la Alcaldía de La Paz.
“En tiempos prehispánicos ya había esta festividad, que está muy relacionada con el ciclo agrícola, la lluvia y el sol. En esos tiempos, había las illas, que son representaciones simbólicas de los objetos físicos, muchos de ellos animales, que ya eran intercambiados”, explicó.
Alrededor de este personaje, se han creado muchas leyendas y mitos. Una de ellas es que ayudó a combatir la escasez de alimentos tras un cerco a La Paz del líder indígena Tupac Katari, quien quería independizarse del reino español.
El historiador peruano Juan La Serna señaló en su libro “Dioses y mercados de la fortuna” que José Sebastián de Segurola, el gobernador español en La Paz, fue quien ordenó celebrar una fiesta anual en su honor en 1781.
Un día antes del día dedicado al Ekeko, sale una procesión con decenas de comerciantes y artesanos de la feria de Alasita en honor de la virgen Nuestra Señora de La Paz, patrona de la ciudad. En medio, desfilan personas disfrazadas de Ekekos regalando billetes pequeños, muchos de ellos simulaciones de dólares.
“Hay un sincretismo entre el culto andino y la fe católica”, apuntó Tedesqui.
Shantal Quispe, vendedora de 18 años, cuenta que en el sur peruano también se la relaciona con alguna otra celebración católica. “Viajamos a las fiestas del Señor de Qoyllur Ritti en Cusco o la Virgen de Chapi, en (la región) Arequipa y en esos lugares hay ferias donde vendemos los deseos y al Ekeko”, menciona.
En La Paz, la festividad genera un gran movimiento económico en los más de 30 días que suele durar la feria. Aglutina a unos 6,000 comerciantes y decenas de brujos aymaras. Los creyentes de esta tradición suelen gastar entre cinco y 20 dólares dependiendo de los objetos y la cantidad que compren.
En Lima, más de medio centenar de comerciantes tienen puestos de venta. Los asistentes gastan entre tres y 20 dólares.
La festividad salió de las fronteras de La Paz y en otras regiones del país la celebran en diferentes fechas. En ocasiones, son los mismos comerciantes los que extienden la tradición al llevar las miniaturas, entre ellas las estatuillas del Ekeko, a otras regiones.
En Perú, la celebración principal se realiza los primeros días de mayo, pero la costumbre de vender miniaturas y al Ekeko ha llegado a varios pueblos peruanos en otros meses del año en las regiones de Junín, Moquegua, Cerro de Pasco, Cusco y Lima.