Agencias/Fotos- Cambridge University Press/Ciudad de México.- Un grupo de arqueólogos descubrió asentamientos prehistóricos fortificados en una remota región de Siberia. Los resultados de su investigación revelan que los cazadores-recolectores de Siberia construyeron complejas estructuras defensivas alrededor de sus poblaciones hace 8.000 años.

El grupo estaba dirigido por el profesor Henny Piezonka, arqueólogo de la Freie Universität de Berlín, y la Dra. Natalia Chairkina, arqueóloga de Ekaterinburgo (Rusia). Entre los miembros del equipo había investigadores alemanes y rusos de Berlín, Kiel y Ekaterinburgo.

Los yacimientos arqueológicos de Amnya se desenterraron oficialmente a partir de 1987, pero según recientes dataciones por radiocarbono, la casa principal del yacimiento Amnya I y sus fortificaciones datan de hace unos 8.000 años.

“Nuestros nuevos exámenes paleobotánicos y estratigráficos revelan que los habitantes de Siberia occidental llevaban un estilo de vida sofisticado basado en los abundantes recursos del entorno de la taiga”, afirma la arqueóloga Tanja Schreiber, del Instituto de Arqueología Prehistórica de Berlín.

La taiga de Siberia occidental es un hábitat forestal de coníferas, a veces pantanoso, presente en el subártico. Hacia el 6.000 a.C., la taiga cercana a Amnya habría albergado rebaños de alces y renos, mientras que el río estaría rebosando de peces, como lucios y salmónidos. En lugares tan fructíferos, incluso los grupos de forrajeo móviles habrían tenido buenas razones para proteger sus provisiones de asaltantes oportunistas o vecinos hambrientos.

Aunque no está del todo claro qué protegían las fortificaciones de Amnya (ni por qué), los investigadores sospechan que el yacimiento contenía excedentes de alimentos, probablemente aceite de pescado, pescado y carne, ahumados y almacenados para conservarlos.

“No tenían que cultivar ni obtener recursos. El entorno que les rodea se los proporciona estacionalmente. Es como cosechar la naturaleza”, explica Henny Piezonka a la revista Science.

Se han encontrado otros fuertes de la Edad de Piedra en esta región del mundo, pero ninguno es tan antiguo como el yacimiento de Amnya I. En Europa, los yacimientos comparables no aparecen hasta siglos más tarde y solo después de los albores de la agricultura.

También es posible que la aglomeración de varios grupos de cazadores y recolectores en una misma región promoviera una cultura de incursiones.

“La gestión de estos excedentes provocó cambios en la estructuración sociopolítica de las poblaciones y la aparición no solo de desigualdades en la riqueza y derechos de propiedad exclusivos, sino también de una mayor cohesión comunitaria, por ejemplo a través del trabajo colectivo y el uso de construcciones monumentales”, sugieren los investigadores.

Los hallazgos subrayan la diversidad de vías que condujeron a complejas organizaciones sociales, reflejadas en la aparición de construcciones monumentales como los fuertes siberianos. También ponen de relieve la importancia de las condiciones ambientales locales en la configuración de las evoluciones de las sociedades humanas.

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