Agencias/Ciudad de México.- La crisis en Medio Oriente ha dejado a miles de trabajadores migrantes atrapados en una encrucijada. Este es el caso de los trabajadores tailandeses en Israel, quienes se han visto afectados por el conflicto entre Israel y Palestina.
Según informes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay alrededor de 25,000 trabajadores tailandeses en Israel, principalmente en la agricultura. Cuando estalló la violencia entre israelíes y palestinos en mayo de 2021, muchos tailandeses se encontraron en una situación precaria.
Por un lado, permanecer en Israel se volvió peligroso debido a los ataques con cohetes desde Gaza. Varios trabajadores tailandeses resultaron heridos por estos ataques, generando temor en las comunidades de migrantes en Israel.
Por otro lado, regresar a Tailandia no era una opción viable para muchos. El costo del viaje de retorno es demasiado alto, llegando a los $3,000 dólares en algunos casos. Además, al regresar se enfrentarían al desempleo y la pobreza en su país natal.
Ante esta disyuntiva, cientos de tailandeses optaron por refugiarse en albergues administrados por sus empleadores o el gobierno israelí. Sin embargo, las condiciones en estos refugios a menudo eran precarias, con falta de camas, comida y apoyo psicosocial.
“Pasábamos todo el día encerrados en un cuarto pequeño, sin saber si estaríamos a salvo de los ataques”, comentó Siriwat Tonmanee, un trabajador agrícola tailandés citado en un reportaje de la BBC.
Esta situación pone de relieve las vulnerabilidades que enfrentan los trabajadores migrantes en zonas de conflicto. Cuando estalla la violencia, son los primeros en quedar atrapados en el fuego cruzado.
Organizaciones internacionales han hecho un llamado para garantizar la seguridad de los trabajadores migrantes y facilitar su retorno voluntario en casos de crisis. También es necesario que los países receptores y de origen implementen políticas integrales para la protección de este grupo.
Mientras persiste la inestabilidad en Gaza, el dilema para los tailandeses y otros migrantes continuará, atrapados entre el desempleo en casa y la violencia en el extranjero. Garantizar sus derechos y bienestar debe ser una prioridad.
