Agencias, Ciudad de México.- Los operadores que buscan una ventaja en el mercado de divisas de US$7.5 billones diarios están estudiando detenidamente un crucial indicador de resiliencia económica en la era de las tasas de interés más altas por más tiempo: los precios de la vivienda.
Estrategas de bancos desde JPMorgan Chase & Co. hasta Citigroup Inc. están investigando datos de propiedad y deuda familiar para localizar los puntos débiles entre las principales economías del mundo. Lo que han encontrado no es bueno para Nueva Zelanda ni Suecia, donde la presión de los consumidores podría obligar a los encargados de política monetaria a poner fin a sus ciclos de ajuste monetario sin, primero, controlar la inflación.
“Los mercados inmobiliarios débiles tienden a afectar a las monedas a través de su efecto indirecto sobre el crecimiento y su influencia en la política de los bancos centrales”, dijo Alan Ruskin, estratega internacional jefe de Deutsche Bank AG. La clave para los operadores es encontrar “dónde la vulnerabilidad del sector de la vivienda ha hecho que el crecimiento se mantenga más débil y la política, más acomodaticia de lo que sería de otro modo”.
Suecia y Nueva Zelanda, al parecer, destacan por las razones equivocadas. Algunos de sus indicadores económicos clave están encendiendo las alarmas, ya que los precios de las viviendas actualmente registran la mayor caída entre las naciones desarrolladas y la deuda de los hogares supera el 100% del ingreso disponible en ambos países.
El desempleo y la elevada carga de deuda serían un problema menor para los exportadores de productos básicos, como Australia o Noruega, ya que los crecientes precios del mineral de hierro y el gas natural han ofrecido soporte a sus economías. Pero en Suecia y Nueva Zelanda, dejan a los banqueros centrales en una difícil posición.
Sus opciones en este momento son seguir elevando las tasas para combatir la inflación, o adoptar una posición monetaria más relajada que impulsará el crecimiento económico. Los estrategas de divisas ya consideran que las probabilidades de un final prematuro del ajuste monetario no son buenas para las monedas de ambos países.
“Si las hipotecas comienzan a tener un gran impacto en la actividad inmobiliaria o ejercen presión sobre los presupuestos familiares, esos países podrían ser más vulnerables a una recesión económica más temprano que tarde”, dijo Kathy Jones, estratega jefa de renta fija de Charles Schwab & Co.