Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- El año pasado, una serie de estudios lanzaron la idea de que, hace 12.800 años, un gran cometa se estrelló contra la Tierra. Tras explotar en la atmósfera, sus fragmentos se dispersaron y hasta el momento se han encontrado ya una docena de lugares de impacto en varios continentes.

El cometa incendió, de un solo golpe, cerca del 10 por ciento de la superficie del planeta, y fue el responsable directo de un drástico enfriamiento del clima, conocido como Younger Dryas, que provocó la extinción de la megafauna del Pleistoceno en todo el mundo.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara acaba de descubrir que uno de esos fragmentos cayó directamente sobre un asentamiento humano en el norte de Siria. El lugar, hoy bajo las aguas tras la construcción de la presa de Taqba en el río Eufrates durante la pasada década de los setenta, es un sitio arqueológico bien conocido, el de Abu Hureya, que fue testigo del momento en que los antiguos pueblos nómadas se establecían por primera vez y empezaban a cultivar la tierra. Un gran montículo marca el lugar exacto de ese asentamiento histórico, hoy cubierto por las aguas del lago Assad.

Sin embargo, antes de que el lago artificial se formara, los arqueólogos pudieron extraer y describir cuidadosamente una gran cantidad de material, incluidas partes de casas, alimentos y herramientas. Evidencias que les permitieron comprender cómo se produjo la transición hacia la agricultura, hace casi 12.800 años, uno de los cambios más importantes en la historia cultural de nuestra especie, y también el comienzo de profundos cambios ambientales para nuestro planeta.

Más caliente que el fuego

Pero Abu Hureya tenía otra historia que contar. De hecho, entre aquellos primeros materiales de construcción, mezclados con grano, cereales y huesos de animales, los investigadores de la Universidad de California han encontrado vidrio fundido, algo que solo se forma a temperaturas extraordinariamente elevadas, muy superiores a las que los humanos podían conseguir en aquél momento e incluso más elevadas de las que provocan el fuego o las erupciones volcánicas.

“Para ponerlo en perspectiva -explica el geólogo James Kennett, uno de los autores de un estudio recién publicado en Nature– esas temperaturas tan altas derretirían por completo un automóvil en menos de un minuto. Tal intensidad solo podría haber sido el resultado de un fenómeno extremadamente violento, de alta energía y alta velocidad, algo como un impacto cósmico”.

Basándose en los materiales recolectados antes de que el lugar fuera inundado, Kennett y sus colegas sostienen que sobre Abu Hureya cayó uno de los fragmentos del cometa que cambió el mundo. De hecho, es el primer lugar del planeta donde se pueden documentar los efectos directos de un impacto sobre un asentamiento humano.

Abu Buraya se encuentra en la parte más oriental de lo que se conoce como la “Frontera del Younger Dryass” (YDB), que abarca unos 30 sitios diferentes en América, Europa. Asia y Oceanía. En todos esos lugares existen claras evidencias de incendios masivos, y todos muestran una fina capa negra rica en carbono y que contiene millones de nanodiamantes, concentraciones muy altas de platino y diminutas esférulas metálicas formadas a altísimas temperaturas.

La hipótesis del impacto de los fragmentos de cometa ha ido ganando fuerza durante los últimos años tras múltiples nuevos descubrimientos, entre ellos un joven cráter de impacto bajo un glaciar en Groenlandia o el hallazgo de cristal fundido en el asentamiento de Pilauco, en el sur de Chile.

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Aldea destruida

“La aldea de Abu Hureya fue destruida de forma abrupta”, explica Kennett. A diferencia de las evidencias de Pilauco, en efecto, Abu Hureya muestra signos directos de un desastre improviso. Kennett señala que un impacto directo o una explosión en el aire tuvo que haber ocurrido lo suficientemente cerca como para cubrir todo el asentamiento con vidrio fundido.

Las esférulas de vidrio fueron analizadas por los investigadores para determinar su composición geoquímica, forma, estructura, temperatura de formación, características magnéticas y presencia de agua. Y los resultados muestran que se formaron a temperaturas superiores a los 2.200 grados, junto a otros minerales como el cromo, el hierro, el níquel, el titanio o incluso el hierro fundido rico en platino.

“Estos materiales críticos son extremadamente raros a temperaturas normales -afirma Kennett- , pero se encuentran por todas partes durante los eventos de impacto”. Según el estudio, el vidrio se formó “a partir de la fusión y la vaporización casi instantánea de la biomasa local, suelos o depósitos de inundación, seguidas de un enfriamiento instantáneo”.

Además, y debido a que los materiales encontrados son consistentes con los hallados el las capas del Younger Dryass en otros lugares de todo el mundo, la probabilidad de que se tratara de un cometa fragmentado aumenta de forma considerable. Los impactos causados por cometas o asteroides individuales, en efecto, suelen ser muy diferentes.

“El impacto único de un gran asteroide -concluye Kennett- no habría dado origen a materiales tan dispares como los encontrados en Abu Hureya. Proponemos que los grupos de grandes fragmentos de un cometa son capaces de causar miles de ráfagas de aire en un lapso de minutos en todo un hemisferio de la Tierra. La hipótesis YDB ya propuso este mecanismo para dar cuenta de los materiales ampliamente dispersos en más de 14,000 km de los hemisferios Norte y Sur. Y nuestros descubrimientos de Abu Hureya apoyan firmemente un evento de impacto de un gran cometa fragmentado“.

 

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