Agencias, Ciudad de México.- Gracias a una nueva técnica de calibración, astronomos han logrado los primeros mapas de radio nítidos del universo en bajas frecuencias sin perturbación de la ionosfera terrestre.
El equipo, liderado por la Universidad de Leiden, Han utilizado el nuevo método para estudiar plasmas de antiguas explosiones de agujeros negros. Potencialmente, la técnica podría resultar útil para encontrar exoplanetas que orbiten estrellas pequeñas.
La técnica permitió a los astrónomos tomar por primera vez imágenes de radio claras del universo en frecuencias entre 16 y 30 MHz. Se pensaba que esto era imposible porque la ionosfera, a unos 80 kilómetros sobre la Tierra, interfiere con las observaciones en estas frecuencias.
Los investigadores utilizaron el telescopio LOFAR en Drenthe, Países Bajos. Este es actualmente uno de los mejores radiotelescopios de baja frecuencia del mundo. Para probar su técnica, estudiaron una serie de cúmulos de galaxias que hasta ahora sólo se habían estudiado en detalle en frecuencias más altas.
Gracias a las nuevas imágenes, parece que la emisión de radio de estos cúmulos no se distribuye uniformemente en todo el cúmulo, sino que hay un patrón de manchas. “Es como ponerse unas gafas por primera vez y ya no ver borroso”, dijo el líder de la investigación Christian Groeneveld de la Universidad de Leiden.
La motivación de la investigación fue que en los últimos años ya se habían realizado muchas mejoras en la calibración en frecuencias altas, alrededor de 150 MHz.
“Esperábamos poder ampliar esta técnica también a frecuencias más bajas, por debajo de 30 MHz“, afirma el creador de la idea, Reinout van Weeren, de la Universidad de Leiden. “Y lo logramos”.
Por el momento, los investigadores están procesando más datos para cartografiar todo el cielo del norte en las frecuencias más bajas.
Según los investigadores, la nueva técnica de calibración permite estudiar fenómenos que antes estaban ocultos. Podría usarse para detectar exoplanetas que orbitan alrededor de estrellas pequeñas. Y, concluye Groeneveld, “existe, por supuesto, la posibilidad de que eventualmente descubramos algo inesperado”.
Los investigadores informan sobre su técnica en la revista Nature Astronomy.