Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- La resistencia a los antimicrobianos se refiere a la inmunidad que diversos virus y bacterias han desarrollado a diferentes medicamentos —antibióticos principalmente— que se ha convertido en un problema de salud pública a nivel mundial y motivo de atención por parte de la comunidad científica.
A decir de los expertos, esa situación podría derivar en el surgimiento de una superbacteria —resistente a todos los medicamentos— que pondrá a prueba los sistemas de salud de todo el mundo. En México, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) trabaja para entender ese problema desde una perspectiva global.
En entrevista Jesús Silva Sánchez, investigador en ciencias médicas del INSP, adscrito al Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas, explicó que es importante entender y caracterizar la resistencia para evitar la proliferación de casos en los que ya no se cuenta con opciones terapéuticas (como la colistina y tigeciclina).
De acuerdo con el investigador, entre las bacterias se transmite información —mecanismos genéticos de resistencia— y dicha comunicación se puede favorecer en ciertas condiciones ambientales. Además, entre las bacterias se da un proceso de selección por la exposición inadecuada a los antibióticos.
“Trabajo junto a un grupo de investigadores en la caracterización de los mecanismos de resistencia a antibióticos betalactámicos en un grupo de bacterias denominado enterobacterias (Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Enterobacter cloacae) y también Pseudomonas y Acinetobacter baumannii que, aunque no pertenecen al grupo, son de las más frecuentes en la incidencia de infecciones nosocomiales”.
De manera particular, el equipo del cual forma parte el doctor Silva Sánchez enfoca sus esfuerzos en cefalosporinas de tercera generación, que son la producción de betalactamasas de espectro extendido, y también en la resistencia a carbapenémicos, que es el grupo de betalactámicos de última opción terapéutica, asimismo la resistencia a colistina.
De ese trabajo se desprende que los factores principales que derivan en la resistencia (por parte de las bacterias, no del huésped) es la aplicación de antibióticos en forma inapropiada. “Los antibióticos son específicos para matar las bacterias o detener su crecimiento, no así para virus, hongos o parásitos, pero la gente no tiene claridad de ello y les da mal uso”.
Desde el punto de vista de contaminación ambiental, el doctor Silva Sánchez confirmó que cuando se trata de contaminación ambiental mediada por antibióticos o por metales pesados, existe la posibilidad de que se seleccionen bacterias resistentes.
En búsqueda de nuevos antibióticos
Alfredo Torres Larios, investigador titular B en el Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ha dedicado más de 20 años a una línea de trabajo encaminada al desarrollo de nuevos antibióticos.
“Una de las líneas de trabajo a la que nos hemos dedicado es a la búsqueda de inhibidores de moléculas que tengan que ver con situaciones patógenas (que provocan enfermedades) y eso lo hacemos a nivel molecular; nosotros estudiamos las moléculas que existen en los seres vivos a nivel tridimensional. Gracias a las técnicas que utilizamos, podemos proponer nuevos agentes terapéuticos que eventualmente puedan ser utilizados para mejorar la salud humana”.
De acuerdo con el investigador, de ese trabajo que han llevado a cabo a lo largo de 20 años, identificaron la molécula ribonucleasa P o RNasa P, cuyas funciones son esenciales para la vida de los organismos, y la están estudiando para poder inhibirla.
“Hemos descubierto otras moléculas —sustancias— prometedoras para lograr inhibirla y esas moléculas podrían convertirse en potenciales antibióticos de gran efectividad”.
La mayor parte de los antibióticos existentes está dirigida contra una macromolécula que se llama ribosoma y precisamente la molécula con la que trabajan —ribonucleasa P— tiene similitudes con ella, por lo cual cuenta con gran potencial para el desarrollo de nuevos antibióticos pero que, a diferencia de los ya existentes, atacaría las bacterias en una estructura en la que no han desarrollado mecanismos de resistencia.
El uso adecuado de medicamentos, otro flanco para ganar la batalla
Para ganar la batalla en contra de la resistencia bacteriana a los antibióticos, no basta con generar nuevos medicamentos, pues de acuerdo con la comunidad científica, si el uso sigue siendo inadecuado, los antibióticos continuarán perdiendo efectividad ante la evolución bacteriana.
Edgar Pérez Barragán, médico internista del Hospital General de México La Raza, quien cursa una especialidad en infectología, explicó que cada vez es más común enfrentarse a estas situaciones.
“Generalmente se trata de pacientes que ya fueron medicados (por ellos mismos) o médicos generales de consultorios adyacentes a las farmacias u hospitales de primer nivel (…) Y hasta que los tratamientos no funcionan son enviados con nosotros. Al recibirlos, tomamos muestras estériles —que pueden ser de orina, sangre o flemas, según el tipo de infección—, se realizan cultivos de las bacterias para después probar susceptibilidad a antibióticos”.
Ese proceso nos permite identificar a qué antibióticos son vulnerables y en los últimos años detectar aquellos casos de resistencia total a los antimicrobianos. “Recuerdo el caso de un paciente que padeció cáncer en la sangre —mieloma múltiple—, cuya enfermedad solo puede ser atendida con un trasplante de médula ósea”.
Una vez que se trasplantó al paciente, comenzó con fiebre, así que se le suministró un tratamiento de antibióticos, de los más fuertes —carbapenémicos— porque así lo indica el protocolo ya que se trata de pacientes hospitalizados y con infecciones graves.
“El paciente se recuperó pero fue atacado por una segunda infección, una neumonía cuyas bacterias, de acuerdo con los estudios de laboratorio, ya registraban una sensibilidad intermedia a los carbapenémicos, con resistencia total a dos de los antibióticos que integran la familia. Pese a ello, logró recuperarse, pero fue atacado por una tercera infección”.
En esa última ocasión las bacterias se alojaron en unos catéteres cercanos al corazón, en venas muy grandes para suministrarles medicamentos o sangre; la bacteria se pegó en esa zona, lo que dificultó el tratamiento y sumado a ello, al realizar los cultivos, los doctores observaron que la bacteria para ese momento ya era resistente a todos los medicamentos.
En casos como este, el siguiente paso en el tratamiento médico es realizar combinaciones de antibióticos y con este paciente se utilizaron tres diferentes, pero el tratamiento ya no fue efectivo y falleció.
Al respecto, Ulises Garza Ramos, investigador adscrito al Departamento de Resistencia Bacteriana del INSP, quien encabeza la línea de investigación denominada Uso adecuado de medicamentos y resistencia bacteriana, relató que aun cuando no funcionan como un hospital, reciben aislamientos clínicos provenientes de diversos hospitales y que se trata de pacientes que ya cuentan con resistencia antimicrobiana.
“En las muestras que obtenemos de esos pacientes, estudiamos los mecanismos resistentes que hacen a la bacteria inmune al efecto de los antibióticos. Es importante precisar que nosotros no nos dedicamos a la búsqueda de nuevos medicamentos, sino al estudio de cómo las bacterias generan resistencia a los medicamentos que ya existen”.
De acuerdo con el investigador, las bacterias que les son enviadas, en la mayoría de los casos se trata de aquellas que infectaron a pacientes que ingresaron para ser tratados por alguna cirugía o cualquier tipo de enfermedad y dentro del hospital adquirieron la bacteria, es decir, se trata de infecciones nosocomiales y que ya se detectaron también como resistentes a los antibióticos para que sean estudiadas a nivel molecular.
“Básicamente lo que hacemos en mi grupo de trabajo es definir la epidemiología de las infecciones y la importancia de hacerlo radica en conocer a detalle qué tipo de resistencia generan las principales bacterias causantes de infecciones nosocomiales, ya que hemos identificado que los mecanismos de resistencia son diferentes para cada tipo de hospital y en ocasiones ello permite que ciertos antibióticos sigan teniendo efectividad mientras que otros no”.
Saberlo con claridad permite a los hospitales generar estrategias de rotación de antibióticos para utilizar solo aquellos que son efectivos ante la bacteria que desean combatir, sin que se sigan utilizando de manera indiscriminada los que no son efectivos y se sume así al desarrollo de la resistencia: “Básicamente tratamos de bajar la tasa de resistencia en los hospitales”.