Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- Según los resultados publicados por los científicos del SwRI en la revista Nature, Encélado—una de las lunas de Saturno— sería uno de los dos cuerpos del Sistema Solar con más probabilidades de albergar seres vivos.

Por las fisuras de su superficie se expulsan grandes moléculas orgánicas ricas en carbono e hidrógeno -necesarias para la vida.

“Con anterioridad solo habíamos identificado las moléculas orgánicas más simples, unos pocos átomos de carbono, pero todavía era un misterio”, explica en un comunicado uno de los coautores del estudio, Christopher Glein.

Donde hay comida, hay vida. Y un equipo de investigadores de la Universidad de Washington acaba de comprobar que Encélado, una de las lunas de Saturno, tiene mucha más capacidad para dar sustento a múltiples formas de vida de lo que se creía hasta ahora. Así lo han anunciado Lucas Fifer, David Catling y Jonathan Toner, autores del estudio, durante el AbSciCon 2019, la Conferencia de Astrobiología que celebra cada año la Unión Geológica Americana en Washington.

Desde que la misión Cassini la visitara por primera vez en 2004, la luna Encélado no ha dejado de dar sorpresas. Uno de los mayores descubrimientos fue una serie de géiseres de vapor de agua alrededor de su polo sur, lo que reveló la presencia de un gran océano subterráneo. Desde entonces, se han llevado a cabo decenas de investigaciones para averiguar si allí, en las profundidades de ese vasto mar extraterrestre, puede haber surgido la vida.

El de Fifer y sus colegas es el último de esos trabajos, y en él se demuestra que las concentraciones de dióxido de carbono, hidrógeno y metano en el océano interior de Encélado son mucho más altas de lo que pensaba, y que el ph de sus aguas es sorprendentemente similar al de la Tierra. Unas condiciones ideales, pues, para dar sustento a múltiples formas de vida bacteriana.

Una «ventana imperfecta»

Fueron precisamente las similitudes en el ph, la salinidad y la temperatura de ese océano alienígena con los de la Tierra lo que más ha atraído la atención de cientos de investigadores. Todas esas características fueron determinadas estudiando la composición de los géiseres, que periódicamente hacen erupción en el polo sur de Encélado y lanzan vapor de agua al espacio a una velocidad de 1,300 km/h.

Sin embargo, Fifer y su equipo se dieron cuenta de que los géiseres no tienen la misma composición química que el océano del que proceden. La propia erupción, en efecto, se encarga de alterar esa química por medio de un proceso de separación de gases llamado fraccionamiento, que hace que algunos de ellos entren en erupción mientras que otros se quedan atrás.

Por eso, según los autores del estudio, los géiseres son una “ventana imperfecta” a la verdadera composición química del océano subterráneo. Para corregir ese error, decidieron analizar los datos de la Cassini en una simulación informática que tenía en cuenta los efectos del fraccionamiento, y eso reveló que los estudios anteriores habían subestimado la presencia de hidrógeno, metano y dióxido de carbono en las aguas subterráneas.

Muestras de los géiseres

En palabras de Fifer, “es mejor encontrar concetraciones altas de gas que ninguna. Parece poco probable que la vida pudiera evolucionar y consumir este álmuerzo químico si los gases no fueran abundantes en el océano… Aunque hay excepciones, la vida en la Tierra funciona mejor viviendo o consumiendo agua con un ph casi neutro, por lo que las condiciones similares en Encélado resultan tentadoras, y facilitan mucho más la comparación de este extraño mundo oceánico con un entorno más familiar”.

Fifer y sus colegas reconocen sin embargo que esa alta concentración de gases podría indicar, también, una falta de organismos vivos que los consuman. Pero eso, añaden, no significa necesariamente que Encélado carezca de vida, sino que los organismos podrían no ser lo suficientemente abundantes como para consumir toda la energía química disponible. En todo caso, eso será algo que resolverán las próximas misiones a la misteriosa luna de Saturno.

“Las futuras misiones espaciales -concluye Fifer- tomarán muestras directamente de los géiseres en busca de signos de vida en Encélado, muchos de los cuales se verán afectados por el proceso de erupción. Por lo tanto, entender la diferencia entre el océano y los chorros de agua será de gran ayuda en el futuro”.

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