Texto Periódico El Mundo/Madrid.- El PSOE ha ganado las elecciones con el 28,7% de los sufragios y 123 escaños. Pedro Sánchez podrá ser investido Presidente y formar Gobierno pactando a múltiples bandas pero sin los independentistas.
Las urnas han arrojado un resultado complejo y muy fragmentado pero han alejado el riesgo de un Ejecutivo en manos de las exigencias secesionistas y también el de repetición de los comicios.
El líder socialista ha conseguido movilizar a la izquierda y eso, unido a la fragmentación del bloque de la derecha y la altísima participación, ha provocado un descalabro sin precedentes del PP.
Los tres partidos que se posicionaban enfrente del PSOE formando lo que se ha dado en llamar el bloque de derechas -PP, Ciudadanos y Vox- que ha aglutinado el 42,7% de las papeletas y suma 147 escaños, insuficientes para impedir que Sánchez se mantenga en La Moncloa.
El socialista no podrá conseguir de primeras los 176 escaños que marcan la mayoría absoluta. Ni siquiera pactando con Unidas Podemos, el PNV, Compromís, PRC y Coalición Canaria. Sin embargo, podrá ser investido Presidente con abstenciones en segunda vuelta en la que sólo requiere de más síes que noes para sacar adelante la investidura. Los independentistas catalanes no le serán necesarios.
El futuro Ejecutivo del país previsiblemente se conformará con la alianza de PSOE y Unidas Podemos.
El partido de Pablo Iglesias ha obtenido un mal resultado: el 14,3% de los sufragios y 42 escaños, 29 menos de los que ha ocupado en la pasada legislatura. Sin embargo, sus diputados le resultan imprescindibles a Sánchez para reeditar su Presidencia por lo que con gran probabilidad habrá presencia de la formación morada en el Gobierno.
Existe otra vía, una que permitiría una gobernabilidad estable y que, probablemente reflejaría bien el perfil ideológico del país: la alianza de PSOE y Ciudadanos. Ambos partidos juntos suman 180 diputados y representarían al 44,5% de los electores.
Esta fórmula ofrecería una mayoría holgada, pero nadie apuesta por ella habida cuenta del choque frontal que se ha larvado en los últimos meses entre Sánchez y Albert Rivera a cuenta de la política de diálogo y mano tendida del primero hacia las fuerzas secesionistas.
A ello se suma, además, la necesidad que tendrá a partir de ahora Ciudadanos de consolidarse como el partido líder del bloque de la derecha. En estos comicios, la formación naranja ha duplicado prácticamente sus escaños -ha logrado 57 con el 15,8% de los votos- y se ha quedado a sólo nueve diputados de alcanzar al Partido Popular. Rivera no ha logrado el sorpasso al que aspiraba pero lo ha rozado con la punta de los dedos.
El PP, la otra fuerza que junto al PSOE ha protagonizado el bipartidismo imperfecto durante más de tres décadas, se ha despeñado. Los populares, con el nuevo liderazgo de Pablo Casado, han conseguido el 16,7% de los votos lo que le proporciona sólo 66 escaños.
El partido de derecha radical, Vox, finalmente no ha obtenido el resultado espectacular que le vaticinaban muchos sondeos pero ha logrado entrar en el Congreso con un 10,26% de los sufragios y 24 escaños. Estos datos le han bastado para hundir a los populares que han perdido prácticamente la mitad de su representación parlamentaria.
El PP ha visto cómo se pulverizaba su suelo descalabrándose hasta llegar a las cotas más bajas de su historia. Con el escenario que han dibujado las urnas, la guerra en el bloque de la derecha promete ser encarnizada en los próximos meses.
El Partido Popular sólo ha sido capaz de ganar en cuatro provincias: Ávila, Salamanca, Lugo y Orense. Su debacle se traduce en la pérdida de todos sus feudos históricos, con Galicia a la cabeza, que había votado al partido de la gaviota incluso en los años del rodillo socialista de Felipe González.
El descalabro ha sido tal que incluso Ciudadanos le adelanta en cinco grandes comunidades autónomas, incluidas las tres con más población: Andalucía, Cataluña y Madrid. El PSOE, por su parte, arrasa en sus feudos históricos, con Andalucía a la cabeza, donde Pedro Sánchez ha obtenido un gran resultado, con el 34% de los votos y 24 escaños, más del doble que el segundo partido.
En esta ocasión, y tras lo sucedido en los comicios autonómicos, los votantes tradicionales del socialismo se han movilizado para evitar que a nivel nacional se pudiera reeditar una fórmula de gobierno a la andaluza, es decir integrada por la pareja PP-Ciudadanos con apoyo extragubernamental de Vox.
En el escenario catalán, como pronosticaban las encuestas, ERC ha logrado imponerse con toda contundencia. El partido de Oriol Junqueras, procesado por el 1-O, ha logrado el 3,9% de los sufragios lo que le permite regresar al Congreso con 15 diputados frente a los nueve con que ha contado en la pasada legislatura.
La sorpresa ha llegado en esta ocasión de la mano de JxCAT, la formación teledirigida desde Waterloo por el prófugo Carles Puigdemont. Los sondeos le vaticinaban un resultado desastroso que ni siquiera les permitiría formar grupo parlamentario y al final no ha sido así. Sólo han perdido un escaño. Ahora tendrán en el Hemiciclo siete diputados.
En Cataluña, el mayor varapalo ha sido para el PP y En Comú Podem. Los populares sólo han conseguido un escaño por Barcelona que será para Cayetana Álvarez de Toledo.
A nivel nacional, por tanto, el soberanismo ha resistido el embate. Las dos fuerzas separatistas sumarán 23 escaños frente a los 17 que han ocupado hasta ahora. Ambas podrán además contar el apoyo de Bildu que ha duplicado su representación en tanto que el PNV sólo ha mejorado su resultado en un escaño. Tendrá ahora seis diputados.