Agencia/InsurgentePress/Río de Janeiro.- El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, renunció ayer al cargo pero conservo el escaño, que aún así puede perder en un proceso abierto por ese órgano legislativo.

Cunha fue suspendido de sus funciones por sospechas de corrupción.

“Solamente mi renuncia puede ayudar a estabilizar la Cámara, presidida en forma interina por el legislador Walter Maranhao, quien no cuenta con el apoyo de los diputados”, declaró Cunha en una rueda de prensa, con la voz quebrada y al borde de las lágrimas.

Cunha, el político más impopular de todo Brasil según los medios locales, renunció porque resolvió ceder a las presiones y porque, según él, la Cámara se encuentra acéfalo, en una situación extraña, y sólo la renuncia puede estabilizarla.

El político aludía a que, desde primeros de mayo, él se encuentra apartado del cargo por orden de la Fiscalía brasileña, que le acusa de haberse beneficiado de los sobornos de Petrobras.

También la Comisión de Ética de la Cámara le acusó de haber mentido al Congreso al asegurar, hace más de un año, que no tenía cuentas en el exterior.

Revelaciones posteriores demostraron que el diputado, del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), el mismo que el del Presidente en ejercicio, Michel Temer, posee cuentas en Suiza -a nombre suyo y al de su mujer- por valor de 5 millones de dólares.

Para justificarlo, el hasta ahora presidente de la Cámara brasileña aseguraba que él no era el auténtico dueño del dinero, sino sólo su usufructuario, un galimatías verbal que no convenció a los diputados, que un día sí y otro también, se desayunaban con noticias sobre los gastos suntuosos de Cunha y su familia en sus viajes a Europa y a Miami, siempre a cuenta de esos fondos.

La controvertida figura de este diputado ha sido protagonista crucial de los dos últimos años de la política brasileña.

Cunha se ha caracterizado desde que fue nombrado presidente de la Cámara brasileña, a principios del año pasado, por su feroz oposición a Rousseff.

Sobre todo después de que, en noviembre del año pasado, los diputados del Partidos de los Trabajadores (PT), la formación de Rousseff, votaran contra él en la Comisión de Ética.

Pocas horas después, Cunha desencadenó el juicio contra la Presidenta, que la apartó provisionalmente del poder en mayo.

La misma Rousseff calificó al propio Cunha de ser uno de los artífices de su caída. Además de iniciarlo, el por entonces presidente de la Cámara aceleró los procesos y obstaculizó barreras burocráticas y procesales para que todo fuera más rápido.

Otros expertos consideran que Cunha fue un mero instrumento y que, cuando dejó de ser útil, fue abandonado por sus propias filas.

El mismo Cunha aludió a esa labor de impulsor del juicio político a la hora de explicar su renuncia: “Sufrí y sufro persecución por ese hecho”, aseguró este jueves.
Con información de Reforma.

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