Agencias, Ciudad de México.- El mundo del tenis se estremeció cuando el All England Club anunció el 1 de abril de 2020 que Wimbledon sería cancelado por la pandemia del coronavirus — la primera vez que el torneo en césped no se podía escenificar desde la Segunda Guerra Mundial.

La cita de Grand Slam más antigua pone fin a una ausencia de dos años el lunes, con un 50% de aforo en el inicio y lleno total de 15.000 aficionados en una Cancha Central para las finales de sencillos el 10 y 11 de julio, otra señal que las cosas se acercan a la normalidad.

“Será un torneo increíble”, dijo el estadounidense John Isner, semifinalista en 2018 y ganador del partido más largo en la historia del deporte, precisamente en la Catedral, en 2010. “Mucha gente dice que es la Meca de nuestro deporte, nuestro Augusta National (…) Será fabuloso que vuelva. Creo que los aficionados en todo el mundo estarán encantados de poder vernos”.

Si es así, lo que sobran son historias intrigantes.

El campeón vigente, Novak Djokovic, intentará alcanzar a Rafael Nadal (ausente) y Federer (que disputará su último Slam antes de cumplir 40 años el 8 de agosto) con 20 coronas de las grandes citas, el récord en el cuadro masculino. Djokovic también aspirar añadir otro cetro a los conquistados este 2021 en el Abierto de Australia y Roland Garros para convertirse en el primer hombre que completa el Grand Slam en un mismo año desde 1969.

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Serena Williams, con 39 años, va por su 24ta corona de sencillos en los majors y tratará de igualar la marca de todos los tiempos tras caer en la final de Wimbledon en 2018 y 2019. Coco Gauff, ahora con 17 años, regresa a las canchas donde irrumpió como quinceañera. ¿Tendremos a una nueva campeona de Grand Slam en el tenis femenino?

Lo que más importante es que Wimbledon regresa tras ser el único escenario de Grand Slam que enmudeció durante la crisis del COVID-19.

“En mi mente, y creo que en la mente de la mayoría de los tenistas, es el torneo más grande del mundo y el más prestigioso. Fue muy amargo para todos. Es un torneo histórico”, dijo Evert, quien conquistó tres de su 19 coronas de sencillos en los Slam en Wimbledon. “Te hizo ven cuán grave era la situación mundial por la pandemia”.

El Abierto de Francia pasó de mayo y junio a septiembre y octubre en 2020, y volvió a jugarse este año, aunque con un retraso de una semana. Ese cambio dejó apenas dos semanas, en vez de tres, entre la tierra batida de París y la hierba de Londres, lo cual podría dar ventaja a quienes se sienten más a gusto en las pistas de Wimbledon, como Federer (8 veces campeón) y Williams (7).

En tanto, el Abierto de Estados Unidos se disputó en sus fechas habituales de agosto-septiembre en 2020, aunque sin público. El de Australia comenzó con tres semanas de retraso en 2021.

Pero el All England Club, a diferencia de las organizaciones que gestionan los otros grandes, tenía una póliza de seguro por cancelación que desembolsó 180 millones de libras (250 millones de dólares), según su director ejecutivo Ian Hewitt.

“Todo fue tan rápido (…) Nadie tenía certeza de lo que estaba pasado”, dijo Federer, quien acabó perdiéndose casi todo 2020 tras dos cirugías en la rodilla derecha. “Recuerdo participar en las reuniones (del Consejo) de la ATP y tratando de comprender la magnitud (y preguntando): ‘¿Cuando empieza la temporada de arcilla?’ Y luego, literalmente, en un par de semanas, Wimbledon fue cancelado”.

Se vienen cambios ahora — y en el futuro.

Los cheques para los campeones de individuales tendrán una reducción de más del 25%, quedando en 2,4 millones de dólares, aunque el recorte de la bolsa de premios es del 5%.

Habrá menos público de lo habitual durante la mayor parte de las dos semanas y tendrán que demostrar que están vacunados, dieron negativo por COVID-19 o sufrieron la enfermedad en los seis últimos meses. El tradicional Middle Sunday — un domingo sin competición — se mantendrá este año pero desaparecerá en el calendario de 2022.

En lugar de alquilar residencias privadas en la villa de Wimbledon, como suelen hacer varios jugadores, los tenistas y sus séquitos deberán alojarse en un hotel designado en Londres dentro de lo que se ha descrito como un “entorno de riesgo mínimo”, con un programa de constantes pruebas y rastreo de contactos.

“Desde luego que no será normal. No podremos quedarnos en casas, será bien distinto”, dijo Johanna Konta, la británica que alcanzó las semifinales de Wimbledon en 2017. “Pero sigue siendo césped. Sigue siendo tu casa. Con la gente del patio. Tendrá cierto sentido de terruño”.

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