Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- “En el espacio no hay reglas”. Así de contundente se mostró el fundador de OneWeb, Greg Wyler, en reciente la conferencia EmTech de MIT Technology Review. Su compañía planea lanzar 2,000 satélites al espacio, lo que prácticamente duplicará la cantidad de satélites que actualmente orbitan la Tierra.

Su misión será la de ofrecer conectividad a internet en lugares desconectados. Mientras tenga permiso para acceder al espectro de radiofrecuencia que solicitó, en realidad no hay nadie que pueda detenerle. Tampoco hay nadie que impida que SpaceX lance la enorme cantidad de 12,000 satélites en los próximos años para operar su servicio de internet Starlink.

El aumento de las megaconstelaciones de satélites está aumentando preocupación sobre la posibilidad de que acabemos con la debacle conocida como síndrome de Kessler, bautizado así por el científico de la NASA que planteó por primera vez este posible escenario).

Dicho síndrome consiste en que la órbita de la Tierra se contamine con escombros peligrosos a causa de numerosas colisiones satelitales. Los escombros amenazarían todos los equipos que orbitan el planeta y harían que el espacio se convierta en un lugar inseguro para cualquier nave espacial.

Los recientes casi choques no han hecho más que exacerbar esos temores, y la actual falta de reglas implica que no hay nada que impida a las compañías lanzar más objetos al cielo de forma arbitraria. Eso plantea una pregunta: ¿de verdad estas empresas necesitan enviar decenas de miles de satélites al espacio?

Hay que tener en cuenta el mercado objetivo, destaca el director de Tecnología Global, Medios y Telecomunicaciones de PricewaterhouseCoopers, Dan Hays. Asegura que, si bien la mayoría de los satélites son prácticamente idénticos, hay una serie de razones por las cuales, a algunas empresas, como SpaceX, les conviene lanzar más que otras. Estas compañías “tienen diferentes estrategias comerciales y distintos clientes, por lo que pueden necesitar  capacidades diferentes “, explica.

Los satélites no se pueden reparar como las torres de telecomunicaciones, por lo que muchos de los satélites podrían ser simplemente un repuesto para reemplazar a otros en caso de que fallen. Y si la constelación está en altitudes más bajas, hacen falta más satélites para cubrir más áreas. (Los satélites de Starlink se ubicarán en tres capas orbitales a 340, 550 y 1.145 kilómetros, respectivamente. Por su parte, OneWeb operará a una altitud de alrededor de 1,200 kilómetros.

Tanto OneWeb como SpaceX compiten por obtener cobertura global, pero Wyler busca mercados emergentes no desarrollados. Por eso, está priorizando la eficiencia. “Hacer más con menos, significa menos gestión, menos control, menos conjunciones, y menos espacio ocupado”, sostiene. Su intención no es competir con los servicios de banda ancha terrestre.

Por su parte, el alcance de Starlink sugiere que este sí sería el objetivo de SpaceX, a pesar de los riesgos. Hasta ahora, el mayor problema con internet por satélite ha sido la latencia. SpaceX tiene la intención de que cada satélite Starlink se conecte con otros cuatro, algo que, según la compañía, ayudará a transmitir datos a la Tierra incluso más rápido que la fibra óptica.

Pero, ¿qué ocurrirá si estos dispositivos se vuelven obsoletos? Dado que todas las megaconstelaciones están en la órbita baja terrestre, lo más prudente sería asegurarse de que los satélites que ya no funcionan tengan suficiente combustible para desorbitar, pero serían muchos objetos para coordinar. Y la diferencia entre gestionar 1,000 y 10,000 satélites es enorme.

Teniendo todo esto en cuenta, Wyler sugiere que la única razón para lanzar más satélites de los necesarios es crear espectáculo. “El número de satélites hace que parezca que la empresa es más importante. Más es mejor, desde un punto de vista público y de recaudación de fondos”, opina.

Pero Hays no está en desacuerdo. El responsable detalla: “Ciertamente parece que estamos en la era de las guerras satelitales, una carrera armamentista para ver quién puede anunciar la constelación más grande”. Pero la cantidad de satélites no es garantía de éxito; aunque tampoco de desastre. Hay concluye: “El gran dilema es: ¿puede alguien ganar dinero con esto?” La respuesta a esa pregunta nos dirá si las megaconstelaciones son solo una moda o la nueva forma de ir al espacio.

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