Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- Desde su llegada al asteroide Ryugu la sonda Hayabusa 2 de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) ha abandonado un par de veces su posición de reposo a 20 kilómetros de su superficie. La primera de las veces se aproximó hasta unos 6 kilómetros de distancia antes de volver. En la segunda llegó a aproximarse hasta unos 800 metros.

Estas maniobras, aparte de permitir a los controladores de la misión hacerse con el manejo de la sonda en condiciones reales, están sirviendo ya para «acer la cencia».

Aparte de con los instrumentos de a bordo una de las formas más ingeniosas de obtener datos acerca de Ryugu en la segunda aproximación ha sido la de dejar caer la sonda hacia el asteroide. En su posición de reposo Hayabusa 2 no está en órbita alrededor de Ryugu sino que lo acompaña en su órbita alrededor del Sol pero caería hacia él si no fuera porque utiliza sus motores de maniobra para evitarlo, aunque la gravedad de Ryugu es tan débil que tardaría una semana en llegar. Así que en el segundo descenso, cuando estaba a unos 6 kilómetros de Ryugu, la sonda detuvo su movimiento, apagó sus motores, y esperó a que la gravedad de Ryugu hiciera su trabajo.

La bajísima gravedad del Ryugu impide un aterrizaje convencional. Cualquier rebote por suave que fuera enviaría la sonda de nuevo hacia el espacio. En su lugar, se seguirá un procedimiento más complicado. Primero, desde una distancia de cincuenta metros, el Hayabusa 2 disparará contra el suelo una bala de cobre de un par de kilos de peso para formar un cráter artificial que exponga el terreno subyacente, sobre el que se harán todos los experimentos. Después, la nave irá descendiendo poco a poco hasta que una especie de embudo haga contacto con el suelo. Un nuevo disparo, esta vez de un proyectil más ligero de tantalio puro, hará que algunas esquirlas del suelo salpiquen de forma que algunas sean recogidas por el embudo. De ahí pasarán a una cápsula que –tras otro largo viaje- las devolverá a la Tierra. El regreso será en el 2020. Es lo que tienen los vuelos especiales: que llevan mucho tiempo.

Según la ley de gravitación universal de Newton dos cuerpos se atraen con una fuerza que depende del valor de sus masas y del cuadrado de la distancia que los separa. Conociendo la masa de Hayabusa 2, la distancia que la separa en cada momento de Ryugu, y midiendo su aceleración es trivial calcular la masa del asteroide.

Por el momento, el Hayabusa ha transmitido excelentes fotos del asteroide. Lo que al principio no era sino un punto luminoso frente al fondo de estrellas se ha convertido en una roca sorprendentemente regular que, según el punto de vista, recuerda a un diamante tallado. Su superficie muestra algún cráter de impacto y multitud de rocas sueltas. Gira alrededor de su eje con movimiento retrógrado, es decir, de oeste a este, al contrario que la Tierra. Y sus dimensiones, como se había previsto, no llegan al kilómetro de diámetro.

Es un asteroide de tipo C, metálico. Su composición probablemente incluye níquel, hierro, otros elementos pesados y quizás trazas de agua. Alguien ha calculado ya que su valor desde un punto de vista minero puede ser de unos 80.000 millones de dólares. Deduciendo los astronómicos costes de explotación, el beneficio futuro de una compañía que decidiese explotarlo podría alcanzar los 30.000 millones. Pero esa es una empresa que está todavía muy en el futuro.

Está previsto que Hayabusa 2 estudie Ryugu hasta diciembre de 2019, momento en el que partirá de vuelta no sin antes haber colocado sobre su superficie cuatro aterrizadores, haberle hecho un cráter nuevo con un proyectil, y haber tomado muestras de su superficie en hasta tres puntos –uno de ellos el cráter nuevo– para traerlas de vuelta a casa.

Si todo va según lo previsto Hayabusa 2 legará de vuelta a casa en diciembre de 2020. Lo que aprendamos de Ryugu nos servirá para entender un poco mejor el origen del sistema solar, ya que los asteroides son una especie de muestras congeladas y prácticamente intactas de aquellos tiempos.

Entretanto, estamos asistiendo el descubrimiento de otro (pequeño) mundo cuya geografía se irá desplegando ante nuestros ojos durante las próximas semanas.

Ryugu a 1 kilómetro visto por la cámara gran angular de navegación – JAXA, University of Tokyo, Kochi University, Rikkyo University, Nagoya University, Chiba Institute of Technology, Meiji University, University of Aizu, AIST.
La zona roja de la foto de arriba vista por la cámara telescópica de navegación – JAXA, University of Tokyo, Kochi University, Rikkyo University, Nagoya University, Chiba Institute of Technology, Meiji University, University of Aizu, AIST.
Partícula del asteroide Itokawa traída a la tierra por la misión Hayabusa a estudio en el ESTEC – ESA
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