“La antropóloga mexicana fue criticada por llamar “frígidas” a las mujeres”
Por Eros Ortega Ramos/Ciudad de México.- El martes 18 de agosto del año en curso, el canal de YouTube “En esta esquina”, transmitió un debate con el título “La prostitución es un trabajo como cualquier otro y así debería ser tratada”, en el cual las catedráticas, Marta Lamas Encabo y Melissa Fernández Chagoya, defendieron sus posturas (a favor y en contra) respecto al papel que juegan las trabajadoras sexuales en nuestro país. La descripción del debate, así como su propaganda se muestran a continuación: “El debate sobre la criminalización de la prostitución está superado, pero quedan muchos ramales por navegar y sobre los cuáles personas razonables pueden estar en desacuerdo. ¿Es el ejercicio de la prostitución un trabajo como cualquier otro? ¿Tiene derecho un individuo a comercializar su cuerpo como prefiera? ¿Incentiva delitos como la trata de personas?”.
Fue así como por más de treinta minutos, la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), adscrita al Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), y la Doctora en Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) plantearon algunos de los paradigmas, estigmas sociales, retos y mitos que existen en torno al ejercicio de la prostitución y el trabajo sexual en México. Cabe señalar que el debate se llevó a cabo dentro un ejercicio de intercambio de ideas respetuoso y cordial entre las participantes, a pesar de que, en el momento de la transmisión, numerosos mensajes de odio e intolerancia referidos hacia Lamas en su mayoría se repetían una y otra vez debido a la inconformidad que suscitaban sus puntos de vista y aseveraciones.
Lo cierto es que la antropóloga mexicana ha sido duramente criticada desde la publicación en 2018 de su libro que lleva como título “Acoso ¿Denuncia legítima o victimización?”, en el cual cuestiona de manera contundente al discurso victimista/mujerista utilizado por el feminismo radical de hoy en día en el que se reivindica al varón como el eterno victimario y a la mujer como la eterna víctima. De ahí, creo yo, nace gran parte de ese odio, así como el deseo de perjudicar la imagen de una catedrática que, mediante un riguroso trabajo de investigación, expone su muy particular y subjetivo punto de vista respecto a la necesidad de definir el acoso sexual y su diferenciación con las acusaciones ilegitimas que, por medio de la difamación y la injuria, pretenden eliminar por completo la presunción de inocencia del acusado para castigarlo tanto jurídica, como punitivamente. Y aclaro, tal y como lo he hecho en reiteradas ocasiones en artículos de opinión previos: el acoso, sufrido tanto por hombres como por mujeres es repugnante y condenable, por lo tanto, debe de ser castigado, pero eso no quiere decir que TODAS las acusaciones por parte de las víctimas sean verídicas, y que TODOS (o TODAS, si es el caso) los acusados o acusadas sean CULPABLES. Creer ciegamente en una acusación, sin el debido proceso legal que implica la determinación de agraviados y causantes, es retroceder en la búsqueda de soluciones al acoso sexual en particular y a la violencia de género en general.
Pero regresando al tema que nos atañe respecto al linchamiento mediático del cual fue víctima la antropóloga la semana pasada, la polémica se disparó casi al final del debate cuando Lamas pronunció las siguientes palabras:
“Cómo funciona el patriarcado en las mujeres, o sea, porque muchos de los hombres que van con trabajadoras sexuales, son porque tienen esposas frígidas, ¿No? Y son porque ha habido una doble moral que ha dividido a las mujeres en decentes y putas, y que también ha impedido que las mujeres asuman su deseo sexual”
Como se puede leer, la catedrática dijo que “muchos”, más no “todos” los hombres recurren a los servicios de las trabajadoras sexuales debido a que “tienen esposas frígidas”. En este caso, aunque esté por demás hacer la aclaración, tampoco creo yo que pretenda generalizar hacia todas las esposas. Ahora que si la declaración hirió algunas sensibilidades por la identificación que pudieron experimentar algunas mujeres, hablamos de una situación que está fuera del control de la antropóloga. Por lo tanto, eso no quiere decir de ninguna manera que estas “esposas frígidas” sean las culpables de dicha disfunción sexual femenina, tal y como muchos internautas aseguraron irresponsablemente en las principales redes sociales, ya que como posteriormente argumenta la pensadora feminista, la razón o causa de tal frigidez es esa “doble moral”, reproducida históricamente por la sociedad mexicana machista, misma que cataloga, juzga y condena a la mujer como “puta” o “recatada”, dependiendo de cómo ejerce su sexualidad. Pero, dejando a un lado los golpes de pecho, ¿Acaso no es así? ¿No se sigue enjuiciando a la mujer como “decente” o “indecente” dependiendo de la manera en cómo vive su sexualidad? ¿No se sigue culpando a la mujer por su incapacidad de sentir placer? O peor aún, ¿No se sigue condenando a la mujer por su DESEO de sentir placer? Por supuesto que sí, por consiguiente, evitemos ser cómplices de los baños de pureza que hipócritamente se dan aquellos moralistas puritanos que pretenden invisibilizar la verdad.
Todo indica que, como era de esperarse en esta época de intolerancia y censura por parte de aquellos que, en su mayoría, exigen inclusión y respeto a sus ideas, a cientos, o quizá miles de personas se les olvidó el resto del debate que en su totalidad duró casi 40 minutos, difundieron no más de 30 segundos del conversatorio, y tergiversando las declaraciones de la participante al fragmentar tramposamente una “cita” para posteriormente descontextualizarla. Al final cada uno ve únicamente lo que quiere o le conviene ver. Y es de esta forma que nos encontramos ante el más claro ejemplo de esa doble moral expuesta por Lamas, que sigue permeando la idiosincrasia mexicana desde hace décadas y que, tristemente, se exacerba vergonzosamente con radicalismos que exigen castigo, inclusive por parte de las mismas mujeres.
Gracias por su lectura.
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