Pero lo que ofrece este proyecto a los terrícolas va mucho más allá de un paseo turístico por un escenario visual parecido a Marte: sus responsables han querido ofrecer una experiencia llena de realismo en un simulacro de estación espacial futura y llevarla al extremo: quien visita la ‘estación Ares’ no lo hace como turista, sino como astronauta enviado para trabajar.

En Astroland se toman tan en serio el espíritu de sus misiones que para poder participar hay que superar un estricto proceso de selección, realizar un curso online de 26 días de duración y completar un programa de preparación física intensiva de varios días más en un parque empresarial de la cercana ciudad de Santander. Además, hay que estar dispuesto a desembolsar más de 6,000 euros para acceder a la experiencia.

Los participantes que superen estos exigentes requisitos, pasarán –en grupos de diez personas como máximo– a formar parte de una ‘misión’ marciana en la ‘estación Ares’, que incluirá experiencias intensas y situaciones altamente exigentes: desde paseos espaciales en la ingravidez o tareas de supervivencia (como el cultivo de alimentos en laboratorios espaciales) hasta diversas pruebas a realizar bajo la supervisión de un equipo de científicos especializados, que serán distintas en función del rol que se haya asignado a cada integrante de la expedición.

“Experiencias de otro mundo” en una cueva española

Desde Astroland definen estas misiones como “auténticas experiencias de otro mundo”, y proveen todos los elementos necesarios para que lo sea: desde la impresionante infraestructura hasta los sofisticados trajes astronáuticos que deben vestir los participantes durante los cuatro días que pasarán en el interior de la cueva, perfectamente acondicionada a imagen y semejanza de una hipotético asentamiento humano en Marte en el año 2035.

“Hemos tenido que hacer mucha espeleología hasta dar con la más adecuada por su morfología, tamaño, acceso y adecuación a nuestro proyecto –aseguran los responsables de esta actividad–, pero sin lugar a dudas hemos dado con la más adecuada y espectacular para la actividad que desarrollamos”.

El hecho de situar la supuesta estación –un laboratorio de 1,5 km de largo y 50 metros de alto–, en una cueva está también al servicio del realismo: las prospecciones científicas realizadas hasta el momento coinciden en que cualquier colonia humana permanente en Marte debería instalarse en los llamados ‘tubos de lava’. Se trata de canales subterráneos creados por la actividad volcánica del planeta rojo, que se perfilan como los mejores lugares para proteger a las personas de la radiación cósmica y del flujo de micrometeoritos. Además, estos canales, al igual que algunas cuevas terrestres, son lo suficientemente grandes como para albergar asentamientos humanos significativos.

Algo más que ocio: una inversión inspirada en el futuro

Desde Astroland invitan a “personas que tienen la capacidad de cambiar su propia vida y el rumbo de la humanidad” a unirse a “este desafío que nos permitirá testar en 2019 todo lo que necesitaremos en el 2035 en Marte“. Y es que los responsables del proyecto piensan en 2035 como la fecha más probable para una llegada del ser humano al planeta rojo, e invitan a participar a “todos aquellos que quieran sentir hoy cómo será la vida en la primera colonia humana en Marte“.

Merece la pena subrayar que no se trata simplemente de una experiencia recreativa: este proyecto tiene también como objetivo “testar las tecnologías y habilidades necesarias para sobrevivir en estos ambientes tan extremos“, de cara a un futuro en el que fuera deseable o necesario hacerlo.

En la estación Ares se llevan a cabo, además, “diferentes experimentos con fines científicos” en los que se están implicando varias compañías de base tecnológica” para probar nuevas productos y servicios.

La idea de crear esta estación espacial marciana en España nació de la pasión del fundador de Astroland, David Ceballos, que admite en la web del proyecto que desde niño “soñaba con los primeros pasos de los humanos hacia Marte” y que muchos años después se vio motivado a emprender este proyecto tras la lectura de un reciente artículo científico que argumenta que el lugar más compatible con la vida humana fuera de la tierra son los mencionados tubos de lava en Marte.

Para la puesta en marcha de este proyecto ha sido necesaria una inversión de casi tres millones de euros, provenientes en su totalidad de fondos privados.

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