Texto Periódico Marca/Ciudad de México.- Maria Sharapova ha anunciado este miércoles, a través de una carta en las revistas Vanity Fair y Vogue, que deja definitivamente el tenis después de demasiados contratiempos en forma de lesiones en los últimos tiempos.

La decisión la tomó en el viaje de regreso de Australia donde cedió en la primera ronda del Abierto con la croata Donna Vekic. La rusa recibió un particular homenaje de la WTA a su trayectoria en la que destacan 36 títulos, cinco de ellos de los considerados ‘majors’.

De hecho, se convirtió en la décima jugadora en completar el ‘Grand Slam’ tras conquistar Roland Garros en la edición de 2012.

Maria se va pero las rivales del vestuario no la despiden. A diferencia de cuando Caroline Wozniacki jugó su último partido en el pasado Open de Australia, con las redes sociales inundadas de mensajes de despedida por parte de sus compañeras, entre ellas Serena Williams, la siberiana nunca se ganó el cariño del circuito.

Sí le ha mandado un mensaje desde Dubái Novak Djokovic, número uno de la ATP: “Es una gran luchadora y tuvo una carrera fantástica”. Su círculo se reducía a su compatriota Maria Kirilenko, que colgó hace muchos años la raqueta. Sus adversarias acusaban a Sharapova de gritar demasiado e incluso utilizar esos gritos como táctica para desconcentrarlas y que no escucharan bien el impacto de la pelota.

En 2009, el tope de gemidos de Maria llegó a los 105 decibelios, que es exactamente el rugido de un león. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud a partir de los 70 se puede considerar contaminación acústica.

“Federer no emite un solo ruido. Los gritos han alcanzado un nivel inaceptable. Eso es, sencillamente, una manera de hacer trampa. Hay que hacer algo”, declaraba en su día Martina Navratilova con la peligrosa moda implantada entre muchas tenistas.

Cuando saltó a la luz su positivo por meldonium, que la tuvo 15 meses alejada de la WTA, también fueron pocas las tenistas que creyeron la versión que la rusa no había mirado el documento sobre la actualización de las sustancias que figuraba en la intranet de las profesionales de la raqueta.

Tampoco la creyó el presidente de la Federación Francesa de Tenis, Bernard Giudicelli, que no quiso concederle una invitación para el cuadro individual de Roland Garros en su edición de 2017. Sus continuados coqueteos con Estados Unidos, a pesar de haber nacido en Niagan, aunque emigró a los siete años, no le ayudaron a fomentar una imagen de estrella en Rusia. Sólo aparecía para jugar la Copa Federación en las eliminatorias obligatorias para estar después en los Juegos Olímpicos.

En 2007, la tenista se convirtió en embajadora de buena voluntad de la ONU. Bajo su condición de diva del tenis femenino, tomando el relevo de Anna Kournikova, fue de las primeras deportistas que incluyó cláusulas de confidencialidad entre los miembros de su equipo. Estaba prohibido explicar cualquier aspecto de su vida, ya fuera dentro o fuera de las pistas, si ella o su agente, Max Eisenbud, de la multinacional IMG, no daba su consentimiento.

Yuri Sharapov tiene gran parte del éxito de su hija a la que sometió de pequeña a una disciplina militar después de huir de los peligros de la central nuclear de Chernobyl. Cuando Maria se cansó de ella le pidió que dejara de viajar.

Sharapova tenía previsto un encuentro con Kobe Bryant tres días después del fatal accidente en helicóptero de la estrella de la NBA.

Con el adiós de Maria se va la última gran diva de la raqueta. De hecho, se convirtió durante muchos años en la deportista mejor pagada del planeta porque su imagen atraía a las marcas.

Siempre fue fiel a la multinacional estadounidense Nike, que le permitía diseñar sus modelos, y su último gran contrato lo firmó con la marca de agua Evian. Sacó su propia línea de golosinas bajo el nombre de Sugarpova.

A pesar un brillante currículum en el que completó el ‘Grand Slam’, su carrera siempre estará marcada por el positivo de meldonium durante el Open de Australia de 2016. Desde entonces, sólo ganó un título más de los 36 que figuran en su palmarés y fue en Tianjin 2017. En ese momento se vio obligada a dar una multitudinaria rueda de prensa en Los Ángeles en que se especulaba con su retirada.

“Elegiría un sitio que no fuera un hotel con estas moquetas”, dijo antes de anunciar su positivo. Ha sido en la revista Vogue y Vanity Fair, en su edición estadounidense, donde la tenista rusa ha dicho que se marcha para nunca más volver a través de una carta abierta.

Maria, representada toda la vida por la multinacional IMG, ha utilizado dos medios afines, para anunciar su retiro. En la emotiva carta, que inicia con un categórico, “tenis, te digo adiós”, se pregunta qué será de su vida cuando lo único que ha hecho ha sido empuñar una raqueta. Es cierto que durante su sanción por dopaje se sacó un curso de negocios en la prestigiosa Universidad de Harvard.

Sharapova se va en el puesto 373 del ranking WTA. Para encontrar la que ya será su última victoria hay que remontarse a la primera ronda de Cincinnati con la estadounidense Alison Riske. Maria, nacida en Siberia y afincada desde los siete años en Estados Unidos, siempre se consideró una mujer de mundo.

Aprendió en Alicante a cocinar tortilla española y entiende castellano aunque le cuesta más hablarlo. Su primer fisioterapeuta de confianza fue Juan Reque, ahora afincado en Los Ángeles y Nacho Muñoz era su galeno de confianza desde que tuvo la primera operación en el hombro derecho. Su última intervención en la zona fue hace apenas un año.

Cuando ganó su primer Roland Garros, en 2012, celebraba todos los puntos con un sonoro ‘vamos’, y se refugió con el éxito en el hotel que Juan Carlos Ferrero tiene cerca de la Academia Equelite. Aprendió allí a amar una superficie, la tierra batida, que de pequeña odiaba.

Cada vez que pisa Londres lo primero que hace es llamar a Abel Lusa para reservar mesa en el restaurante Cambio de Tercio de la capital británica. Su huella se hace imborrable. Sólo en la pista aglutinó 38 millones de dólares, muy pocos comparado con los ingresos en publicidad, que llegaron a ser de 30 entre 2006 y 2015.

Sus últimos coletazos como jugadora los hizo entrenando en la Academia del italiano Ricardo Piatti, un gurú de la raqueta que en la actualidad lleva las riendas del prometedor Jannik Sinner.

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