Especial

Guatemala, Guatemala, 1 noviembre 2018.-Platillos típicos, barriletes de colores y caminos de flores son parte de las ofrendas que los guatemaltecos hacen hoy a todos sus santos, una tradición que resume sincretismo como ninguna otra.

El 1 de noviembre se honra a los seres queridos que ya no están con sus familias, sin embargo, no hay lugar para el duelo, sino todo lo contrario, pues tiene lugar una de las principales festividades espirituales y de la cultura chapina.

Desde horas de la madrugada, los cementerios comienzan a llenarse. Todos portan coronas o simples ramilletes de flores y pino como muestra de cariño y aprecio hacia quienes partieron.

Es la ocasión para limpiar las tumbas, embellecerlas, elaborar pequeños altares y degustar allí un platillo único como el fiambre, unión de carnes y embutidos de la cocina española y vegetales de la guatemalteca, inequívoca muestra del mestizaje en el plano gastronómico.

Trabajoso en su elaboración y con orígenes en el siglo XIX, su aspecto es semejante al de una ensalada, pero puede llegar a tener más de 50 ingredientes y varios tipos de aderezos, según lo permita el bolsillo de la familia.

Endulzan el banquete para los espíritus postres como torrejas y jocotes (ciruela) y garbanzos en miel.

Y si se trata de halagar a sus difuntos, hay quienes llevan música de marimba o mariachis, para recordar juntos las canciones que en vida disfrutaban.

En algunas partes del país, la ocasión es propicia para volar barriletes (papalotes o cometas), pues el viento y el clima típicos del inicio del invierno traen condiciones ideales.

Pero no hablamos de un simple entretenimiento. Encumbrar cometas sobre las tumbas es comunicar a los vivos con los muertos, una manifestación cultural de gran arraigo que con el tiempo también pasó a atraer mucho turismo.

Los barriletes más famosos son los de Sumpango y Santiago Sacatepéquez por sus proporciones gigantes y la cantidad de vecinos que se involucran cada año en su confección.

Deslumbran por sus vivos colores y curiosos motivos, los cuales se mantienen en secreto por meses hasta que se exponen con el fin de ayudar a ahuyentar a los malos espíritus como asegura la leyenda.

Los encargados de levantar los papalotes se reúnen desde temprano a armar la base con cañas de bambú para luego unir el diseño y levantarlos para deleite de los visitantes.

Posteriormente, se organiza un concurso para elegir el mejor diseño y tema, una tradición reconocida como patrimonio cultural de Guatemala en octubre de 1998.

Una de las tradiciones más curiosas y antiguas de este día, se celebra en San José Petén con la Procesión de la Santa Calavera.

El cura del pueblo pasea por las calles de la comunidad la calavera de uno de los principales Itza, antiguos pobladores del lugar, mientras visita las casas de los fieles, quienes le hacen ofrendas de comida.

Otro atractivo ocurre en Todos Santos Cuchumatán, en el departamento de Huehuetenango, donde la Carrera de las Ánimas atrae a jinetes ebrios en una pista improvisada de terracería que mide unos 800 metros de largo por ocho de ancho.

Las festividades para recordar a santos y difuntos se extienden al 2 de noviembre, que los guatemaltecos disfrutarán también como asueto este año para dar paso al fin de semana.

Así que serán varios días de costumbres familiares, valores e identidad a flor de piel. (Maitte Marrero Canda/PL).

Comentarios desactivados en Día de Todos los Santos: costumbres y colores de Guatemala